¿Alguna vez entenderán los miembros del Comité Federal del PSOE que son corresponsables de las decisiones que proponga la Ejecutiva socialista y ellos aprueban? ¿Entenderán que lo que se acepte por la mayoría de ese Comité Federal va a misa y vale para todos los que allí llegaron con voto delegado?
El Comité Federal socialista aún no se ha recuperado de la crisis de representación y de democracia interna que mandó a los corrales a su secretario general, ni ha cerrado anímicamente el retorno triunfal del maestro a la plaza. En muchos aspectos, el PSOE se va a colocar en estos días en el mismo filo de la navaja que en la anterior ocasión perdida de echar a Mariano Rajoy y al Partido Popular.
No sorprenden las advertencias o consideraciones políticas de los barones territoriales según sus ideas o conveniencias. Lo más sorprendente es que, una vez tomada la decisión y marcada la estrategia que se aprueba por mayoría, no salgan a la calle a defenderla “todos a una” en cada parte de ese espacio de poder del que proceden: Parlamentos nacional o autonómicos, ayuntamientos, o en la propia organización.
Se ha dicho muchas veces que el PSOE se ha convertido en una máquina electoral y que la vida de la organización ha pasado de la pasividad al numantinismo ante cualquier crítica. El sentido de la disciplina que se deriva de un acuerdo mayoritario se ha pervertido en algunas partes de esa organización hasta convertirse en la aplicación de un criterio único cuando se plantea la opción democrática del debate de ideas.
Desde fuera del Parlamento
El secretaria general del principal partido de la oposición (no cito su nombre para recordar la importancia de su cargo y no de la persona) y su equipo salido de un Congreso reedita el camino contra Rajoy, pero desde fuera del Parlamento. Es un inconveniente, pero ya se han conocido victorias sobre candidatos socialistas oficiales enfundados en el armiño de su cargo parlamentario y no les sirvió de nada.
Seguramente ya no se puede hacer mucho en este sentido de ejercer la corresponsabilidad de los miembros del Comité Federal, porque la moción de censura será en unas horas y triunfará o no. Lo que no debe estar en cuestión es la conveniencia de presentarla y defenderla y la importancia de hacerlo con una sola voz dentro y fuera del Congreso de los Diputados.
El Comité Federal debe ser el múltiple altavoz de sus propios decisiones y ejercer, como una más o la más urgente, la responsabilidad de la representación pública y en público. Años de aburrimiento y freno orgánico no deben convertir al PSOE en una sola figura, la de un Quijote contra los molinos y un Sancho Panza valenciano al que le cuesta colar su autoridad en el interior y su discurso en los medios adversos.
Aurelio Romero (Ciudad Real, 1951) es periodista y escritor