Veo las viñas recién vendimiadas y los barbechos con los agricultores llenos de esperanza, con la ilusión indeclinable de que, de aquí en adelante, las cosas les vayan mejor. Nos vayan mejor a todos. Porque esa es la gran riqueza de Castilla—La Mancha: el temple la voluntad, el esfuerzo. Azorín escribió en La voluntad, uno de sus primeros y mejores libros, en el que insistía que ésta era una de las principales virtudes que le faltaron a España en su decadencia del noventayocho.
Por cierto, como es sabido, que se trata de la primera obra que el escritor alicantino firmó con el pseudónimo que luego le hizo famoso en la literatura española y universal. Lástima que esté tan olvidado por las nuevas generaciones. Aunque yo quiero referirme, principalmente, a nuestra comunidad autónoma, a la agitación política que se vive en España y que debemos superar. “La crítica literaria, dijo Harold Bloom — no es filosofía ni política ni religión institucionalizada, es una meditación sobre la vida”.
No faltan comentaristas que nos adelantan que Pedro Sánchez va a hacer esto o lo otro, pero pocos tienen la seguridad de que van a dejarle cumplir sus propósitos. Anda todo tan revuelto, tan partidista, que ya veremos lo que pasa. Los regionalismos, la Constitución, la inmadurez política de buena gran parte de los españoles nos hacen ver un panorama altamente complicado. Leo a don José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, España invertebrada…. No podemos ser hombres de Plutarco, ni a la vez de Nietzsche, porque cuando un pueblo pierde su vigor con la tierra, lo pierde todo, como Anteo. Cuando una sociedad ha hecho todo lo que tenía que hacer en la historia y se han olvidado de su nombre, apenas le queda recordar sus errores.
España y la realidad. Viendo cómo estamos asistiendo a un proceso donde las cosas no son lo que parecen sino lo que otros desean que nos parezcan. Y aunque somos conscientes de que la memoria no siempre se ciñe a una línea recta, a una aspiración que renuncia a las leyes de la lógica y del humanismo. Lo estamos viendo en la televisión, leyéndolo en la prensa. En definitiva, una confusión cargada de partidismos. Esa parece ser la patria para buena parte de tantos políticos españoles.
Leo y me rencuentro con el tiempo pasado, con la horrorosa historia del siglo veinte, el de las dos guerras mundiales y el de la ruina de Europa. Los discursos políticos, las guerras y la muerte de miles de jóvenes que creyeron en la exaltación y la locura de los que pensaron que un triunfo militar valía más que una vida humana. Leo a Ted Hugues, uno de los principales poetas ingleses, nacido en 1930, esposo de Sylvia Plath, fundamental en la cultura británica, aquel ser privilegiado en talento y sensibilidad. De ella fueron aquellas palabras que nunca olvidaré: la vida es lo primero, lo primerísimo, o esto otro: “La poesía es la constancia de cómo las fuerzas del universo tratan de restablecer cierto equilibrio en un equilibrio desequilibrado”…