Si alguno de los lectores de este artículo se detiene a escuchar el mensaje que transmiten estos días muchos de los cargos políticos que nos representan sentirán, al menos, confusión con algunos de esos anuncios sobre proyectos que se vuelven a recuperar, en muchos casos, con el objetivo de volver a ser titulares y volver a retroalimentar la actualidad con promesas en las que apenas hay avances o, en muchos casos, ni se les espera, de momento.
Ya saben que esta provincia tiene pendiente asuntos que no terminan de resolverse y en estas fechas preelectorales que vivimos se convierten en recurrentes, para volver a situarse en la actualidad informativa. El movimiento es cíclico, ya lo sabemos, de ahí que cada vez nos sorprendan menos estas prácticas aunque, con ellas, aumente el escepticismo.
Uno de estos asuntos es la demanda de mejores carreteras para la provincia, concretamente la necesidad de autovías que comuniquen grandes núcleos de población, favorezcan el desarrollo de las comarcas que atraviesa y eviten, por supuesto, el mayor número de accidentes de tráfico.
Es el caso de la conversión de la N-401 en autovía entre Ciudad Real y la capital regional, Toledo, así como la prolongación hacia el oeste de la A-43 (Puertollano-Lisboa) bien por Almadén o bien por la N-430. Los partidarios de esta última opción están muy movilizados en torno a una gran plataforma que integran 53 municipios de Ciudad Real, Cáceres y Badajoz a través de la que piden mejoras en el firme de la carretera y su desdoblamiento al ser una de las vías que más tráfico y accidentes soporta como, desgraciadamente, vemos cada semana. Reivindicaciones mayores a parte, tanto en el caso de la N-401 como en la N-430 está prevista la construcción de variantes para evitar que el tráfico atraviese Fuente el Fresno y Piedrabuena pero aquí seguimos esperando, año tras año, cuando todos sabemos que su puesta en marcha aliviaría -en parte- la circulación por estas vías mientras llega la autovía (?) y/o el desdoblamiento.
Este verano “o poco después”
De la reunión que mantuvo el delegado del Gobierno, José Julián Gregorio, con los alcaldes de la carretera N-401 en 6 de octubre de 2017, trascendió que las obras de la variante de Fuente el Fresno podrían comenzar este verano “o poco después”, como decía uno de los alcaldes afectados. La realidad, en cambio, es que en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) previstos para este año, aún sin aprobar, contemplan sobre esta vía -y cito textual- “partidas para la redacción de estudios y proyectos de futuras actuaciones en la Red de Carreteras del Estado como, por ejemplo, la variante de Fuente el Fresno, con 0,7 millones para este año”. Recordemos que en septiembre pasado, Fomento aprobó ya el estudio informativo para la construcción de esta variante, por un importe de 25 millones.
Por otro lado, a principios del pasado mes de julio -hace casi un año- el subdelegado del Gobierno en la provincia adelantaba a Lanza que el Gobierno central licitaría ese año (2017) el estudio informativo de la variante de Piedrabuena de la N-430, la carretera con los cien kilómetros de más accidentes de la provincia. Jiménez Prieto reconocía que esta era una histórica reivindicación del municipio que “ ya está en marcha”. Sin embargo, la previsión de los PGE de este año para esta variante, según el comunicado oficial publicado el pasado 3 de abril, dicen que “también se contempla el estudio informativo, previa licitación del contrato, de la A-43 entre Mérida y Ciudad Real; la mejora de la N-502 entre Almadén y Talavera de la Reina; la variante de Piedrabuena en la N 430, en la que se harán trabajos para arreglar el firme entre Puebla de Don Rodrigo y el límite con la provincia de Ciudad Real” (…). Es decir, que hay que seguir esperando hasta que podamos ver las máquinas trabajar.
No estaría de más, al vista de los datos, que en la brega política actual y la que vendrá, nuestros representantes optaran por contar el estado real de los proyectos, las previsiones que manejan, los plazos e, incluso, los retrasos y las razones de éstos. No pasa nada. El ciudadano entenderá mejor que le expliquen cómo están las cosas que la ambigüedad, el lenguaje administrativos y los retrasos permanentes. Además, se evitarían confusiones y, posiblemente, hasta podrían sujetar la linea de descrédito ascendente que envuelve a una gran parte de la clase política. Prueben. Aunque los políticos, por lo general, no creen en los resultados de las encuestas, un cambio de estrategia permitirá otros resultados en las consultas ciudadanas.