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29 marzo 2024
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      Imagen de archivo del juego de 'Las caras' de Calzada de Calatrava / Vox
      Ricardo Chamorro, Milagros Calahorra y Emilia Martín, hermano mayor de la Flagelación
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      • Se realizó el Viacucis en el templo / J. M. B.
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      Los fieles acudieron a orar al Nazareno / Elena Rosa
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      Hermanas del Silencio que iban a acompañar a la Virgen / J.M. Beldad
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Modificación genética, jugar a “ser Dios”

Genética3
Genética
R. Gratacós / CIUDAD REAL
A finales de noviembre el científico chino He Jiankui anunció a la comunidad internacional su éxito al ayudar por primera vez en la historia al nacimiento de dos niñas gemelas con ADN alterado, en este caso para evitar una posible infección del virus del sida. La polémica no tardó ni unas horas en cruzar el planeta pues el uso de embriones genéticamente alterados para embarazos es una práctica prohibida en Europa y Estados Unidos y en China en concreto desde 2003.

Parece que He no se quiso quedar al margen del convulso final de este 2018 y sumó su ‘hazaña’ científica a las noticias relativas a las tensiones preguerra entre Rusia y Ucrania; las violentas
protestas en París de los chalecos amarillos con una persona fallecida y cientos de heridos y detenidos; el anuncio de huelga de hambre de los políticos independentistas catalanes presos; la irrupción de la ultraderecha en el parlamentarismo español a través de Andalucía; o la profunda crisis diplomática tras el asesinato de un periodista en Turquía por orden, muy probablemente, del príncipe heredero de Arabia Saudí.

Pero el anuncio de He, lejos de parecer un soplo de esperanza científica ante tanta tensión, es el más inquietante para el futuro de todos. Mientras todo lo anteriormente descrito no deja de ser una muestra de la inhumanidad del hombre, He ha emprendido un peligroso camino para que los hombres puedan jugar a “ser Dios”.

Ya existen dos tipos de personas: las modificadas genéticamente y las naturales. El experimento de He Jiankui ha cambiado la humanidad para siempre.

Aunque es el primer caso de tal práctica admitido en un artículo científico oficial al parecer no es la primera vez que se usa esta técnica en embriones humanos sanos. En otoño de 2016 un biólogo sueco reconoció haber manipulado el genoma de embriones humanos y supuso que hay diferentes grupos que lo hacen “de una manera clandestina”.

Al hilo de este debate, Javier Sampedro publicó un artículo en El País titulado “Los chinos se saltan dos pasos” en el que explicaba que nadie en occidente cree seguro que no se produzcan mutaciones secundarias que causen al niño un problema mayor del que le evita la mutación genética – primer paso saltado – y que la modificación genética de embriones humanos está llamada a entrar en conflicto con un “espeso enjambre”, lo denomina así, de restricciones legales, objeciones éticas y prejuicios populares – segundo paso saltado -.

Incluye entre sus razonamientos lo que creo que es la clave de este asunto. Que He, con su acción genética, ha optado por transitar en la frontera entre la cura de una enfermedad y la mejora del ser humano, más reprobable éticamente. ¿Evitar el sida es una cura o una mejora?

En este mismo medio, Susana Balcells, investigadora del Departamento de Genética Microbiológica y Estadística de la Universitat de Barcelona y del CIBERER (Centro de Investigación Biomédica en Red sobre Enfermedades Raras), sostiene que la modificación genética no se utiliza aun para eliminar enfermedades “porque no sabemos hacerlo suficientemente bien” ni de “forma eficaz ni suficientemente segura”. En este sentido, ya sabemos que el experimento de Jiankui ha sido un fracaso puesto que solo una de las niñas presenta el cambio buscado – no padecer sida – pero ambas tienen mutaciones indeseadas y de efectos desconocidos.

Balcells también se refiere a encuestas públicas que preguntan si estas técnicas se deben usar para erradicar enfermedades o para mejorar la especie humana a las que una gran parte de la población responde que no tiene problema para que se usen para que seamos más altos, delgados o con mejores músculos. Esto es, al menos, inquietante.

Una parte de la comunidad considera que entre las ventajas de la modificación genética, además de prevenir o erradicar enfermedades como el cáncer o la fibrosis quística, se encuentran evitar que los fetos nazcan con enfermedades hereditarias, aumentar la longevidad, crear superatletas – y añado yo supersoldados -, y crear bebés exactos a lo que los padres quieran.

Entre los inconvenientes se encuentran que la alteración genética es “radical” – para bien o para mal no hay vuelta atrás -, las personas modificadas genéticamente transmitirán su modificación a sus descendientes y que no hay estudios que comprueben que la modificación genética no pueda tener algún cambio negativo en el futuro de la persona.

Causa una tremenda inquietud saber que si en condiciones de estricta igualdad a la hora del nacimiento de un ser humano, solo sometido al azar, el hombre ha sido capaz de construir una sociedad con abismales desigualdades, qué deparará el futuro sabiendo que podrá jugar a “ser Dios” y mejorar las condiciones naturales de sus descendientes. ¿De todos? ¿de unos pocos?-. Tremendo.

En octubre de este año un grupo de científicos anunció que había identificado casi un millar de genes relacionados con la personalidad humana, un hallazgo que podría ayudar a comprender los mecanismos básicos que influyen en las emociones y la forma de controlar sentimientos.

¿Será esta la puerta para que en el futuro no sólo podamos elegir las condiciones físicas de nuestros hijos, sino decidir sobre su capacidad emocional e intelectual?

El filósofo Julian Savulescu, director del Centro Uehiro para la Ética Práctica de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, está seguro de que va a ser imposible evitar la existencia de un mercado negro de edición genética. “La gente querrá un niño perfecto y estará dispuesta a pagar mucho para tener uno”, argumenta.

Y donde dice ‘niño’ ahora pon la palabra que consideres conveniente: líder, futbolista, general, asesino, científico… Tremendo no, tremebundo.

Mis mejores deseos para 2019

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