Es frecuente, hablando con amigos que digan de sus hijos que no se meten en política, que no van a la iglesia, ni son voluntarios de ninguna ONG, pero son grandes personas. O sea que no se han enterado de que les enseñan gratis en la escuela, que les curan sus trastornos sanitarios y les dan las medicinas sin pagar, que la Formación Profesional es gratis en casi todas las comunidades autónomas, que la Universidad es muy cara, pero la matrícula no cubre los gastos de la institución, y que hay muchas becas, aunque mejor que hubiera más.
Tampoco se han dado cuenta de que, como a sus abuelos les han subido las pensiones, les hacen regalos más apetecibles y de que, como a sus padres les ha beneficiado la legislación laboral, van unos días a la playa, cosa que antes no hacían…
Suponiendo que esta situación fuera real habría que cambiarla, el mundo nos necesita a todos urgentemente y en grupo. Porque el poder de Musk, de Zuckerberg y otros grandes empresarios mundiales, que no buscan mejorar el mundo sino su propio beneficio, no los contrarrestan personas dispersas por el ancho mundo mundial. Hacen falta grupos que diseñen soluciones inmediatas y soluciones de medio y largo alcance, para mejorar la vida de la gente y mejorar la vida del planeta.
El lector amable dirá, pero si ya los hay: los partidos políticos, los sindicatos, los católicos, las ONGs, y valiosas iniciativas locales, es decir un buen puñado. Pero no todos son igual de convenientes para la sociedad en la que vivimos, ni es fácil discernir la idiosincrasia de unos y otros porque como alguien ha dicho recientemente, a propósito de la campaña electoral de Kamala Harris, la propaganda política se hace en verso y luego se gobierna en prosa.
De aquí que estamos en un buen momento de elegir autores que nos inspiren confianza. Ignacio Sánchez Cuenca, ha recopilado la comparación entre las ideas de izquierda y de derechas en un libro que ha titulado La superioridad moral de la izquierda de la ed. CTXT, libro que gustará a los de izquierdas pero que pueden leer sin aspavientos los de derechas.
Vengo hablando de actuar en grupo, pero después de leer a Nicolás Sartorius en su última obra La democracia expansiva o cómo ir superando el capitalismo, de la ed. Anagrama, tengo que subrayar que la democracia es lo mínimo para empezar a hablar y que no basta país por país demócrata, sino que hacen falta colectivos de países demócratas, de lo que la Unión Europea es un buen ejemplo. No obstante le falta dar una batalla conjunta para pasar a una Unión Europea social, capaz de elevar el estado del bienestar al ámbito de la Unión.
Y capaz de defenderse de la ultraderecha que trabaja con bulos y mentiras para crear desconcierto y falta total de confianza en que los problemas tengan remedio; que posee dinero para acogotar a los países financiera o en general, económicamente; y que niega hasta lo evidente resultados de la ciencia que demuestra sin trampa ni cartón.
Para contribuir a un ambiente sano, en España, hay que trufar la sociedad de grupos progresistas, de funcionamiento democrático, impulsores del estado de bienestar.