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No está aquí, ha resucitado

El sepulcro vacío no es prueba para creer que Jesús ha Resucitado. La Resurrección es una realidad que escapa a la dimensión humana porque se trata de una acción que proviene exclusivamente de Dios Padre.

“El primer día de la semana, al rayar el alba, las mujeres volvieron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado y encontraron la piedra del sepulcro corrida a un lado. Entraron pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estaban aún perplejas cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes. Llenas de miedo, hicieron una profunda reverencia. Ellos  les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado”. (Lc, 24, 1-6)

Desde la entrada de Jesús en Jerusalén, el misterio de la Pasión y Muerte del Señor presenta su culmen y único sentido en el hecho histórico de su Resurrección, fundamento único de nuestra Fe. A este acontecimiento histórico se le une otro “anterior” en los planes del Padre, esencial y exclusivo, de carácter meta-histórico, en el que resulta imposible penetrar si no es mediante la experiencia previa de la Fe. Curiosamente es este carácter trascendente de la Resurrección el que hace creíble el hecho histórico. Todo aquello que creemos, en Quien creemos, porqué creemos, absolutamente todo, dimana única y exclusivamente de la Luz que irradia la Resurrección. Sin Jesús Resucitado no habría sido posible la Fe, la Esperanza y la verdadera Caridad.

La Resurrección es el Acontecimiento que nos convierte en seres para la vida y sin embargo, cuánto le cuesta al ser humano remontar el sentido fatal de la existencia, aquél que tiene a la muerte como su única y amarga compañera final. Si nuestra existencia acabara con la muerte para siempre, la vida, única realidad que nos define, se convertiría paradójicamente en una experiencia inhumana, en un insulto a la propia vida.

La Resurrección es el final feliz de la historia admirable de amor de Dios a los hombres. La recompensa que el Padre tiene reservada al Hijo por haberse entregado como cordero llevado al matadero, vaciándose de sí mismo para salvar lo que por el pecado estaba perdido. La Resurrección es el fundamento de la Fe cristiana, no solo porque quien con su resurrección demostró ser Dios, cuestiones ambas de Fe, sino porque desde ese momento, la perspectiva de la Historia y la visión que tiene el hombre sobre sí mismo adquieren un sentido radicalmente nuevo; y esa novedad consiste en saberse sujeto de Eternidad, siendo este ya su mayor e irrenunciable anhelo. El sepulcro vacío no es sino la prueba inicial de que con la Resurrección todos los seres humanos hemos nacido ya a una Vida nueva, en una Tierra nueva.

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