“El ser humano tiene ilusiones como el pájaro alas. Eso es lo que lo sostiene”. Blas Pascal
Esta noche es la gran noche, la noche más hermosa del año para casi todos los niños y niñas, que algunos padres ya les han sustraído a sus hijos este momento tan precioso por otra ilusión envasada al vacío con el nombre comercial de Papa Noel.
Pero vayamos a lo nuestro, millones de zapatos pasarán esta noche delante de las ventanas, de los balcones en nuestros hogares esperando que los Magos de Oriente dejen los regalos que les hemos pedido y las sorpresas que quieran darnos, sorpresas que a buen seguro serán de nuestro agrado; y es que los Reyes Magos siempre están en todo.
Aún recuerdo como si fuera ayer, en el balcón entreabierto y las cortinas movidas por el viento, la bicicleta que los Reyes me echaron hace ya de esto…sesenta y muchos años. Supongo que ustedes también tendrán recuerdos parecidos. ¿Qué otro momento hemos retenido en la memoria después de pasado tanto tiempo?
Las ilusiones se dan cita en esta noche mágica. La ilusión de creer en algo imposible pero que sin embargo no es un espejismo, los Reyes están ahí, y la ilusión de esperar también ese otro algo que todos anhelamos profundamente. Y en medio de esas ilusiones la inocencia, las miradas ensoñadas viendo pasar la cabalgata de sus Majestades y tras la noche vivir ese otro sueño que sigue siendo real después de despertarnos.
En el Día de Reyes, el seis de Enero, los sueños se prolongan contemplando al abrir la puerta del salón y ver junto a los zapatos, ya en el suelo, en las sillas o butacas, montones de paquetes perfectamente envueltos queriendo adivinar cuál es el nuestro y que contienen, que da igual, que el misterio supera y nos hace olvidar lo que pedimos; y las cuerdas por las que los pajes subieron los presentes tiradas por el suelo y la palangana sin agua que se bebieron los caballos y camellos.
Este es el gran momento, el momento único en el que todos participamos o así debería ser, de la ilusión de los niños; y ya puestos, aprender a ser y vivir también con la inocencia y bondad que guardan ellos mismos.