El sábado 4 de octubre de 2025, en el cementerio municipal de Ciudad Real, a las 12 de la mañana, se reunieron representantes de la Asociación Amigos de Pedro Pardo, de las hermandades de la catedral, de la Asociación Amigos del Museo Convento de la Merced y del Instituto de Estudios Manchegos para rendir tributo y homenaje al gran compositor de la Mancha Salomón Buitrago Gamero (1889-1975), con motivo del cincuenta aniversario de su fallecimiento en Ciudad Real. Al evento, breve pero muy emotivo, asistió el concejal de cultura Pedro Lozano.
Hizo uso de la palabra Vicente Castellanos en calidad de historiador más interesado y extendido en el tiempo que se ha entregado a la noble tarea de investigar la vida de don Salomón y a la recuperación patrimonial de su música, a la que ninguna región de España renunciaría y de la que debemos estar plenamente orgullosos en La Mancha.
Dio las gracias por la asistencia a esta convocatoria que ha funcionado de abajo arriba, no de arriba abajo: “No es una institución o una fundación la que nos reúne hoy aquí sino nuestro propio aprecio como personas, como ciudadanos, como manchegos, como almas que no pueden olvidar su historia y que dan gracias por todos aquellos que han hecho posible nuestra cultura y nuestra idiosincrasia, porque ellos nos han hecho mejores. Es el pueblo quien convoca al pueblo para mostrar una gratitud que es propia de bien nacidos, de buenas personas. Y Salomón Buitrago Gamero merece con creces este reconocimiento, aprecio y gratitud como persona, como sacerdote y como profesional de la música”.
Dicen de Salomón Buitrago todas las crónicas que era “una persona afable, cercana, cariñosa”, elegante al tiempo que entrañable y necesaria en el paisaje de una época tan convulsa como fue la última fase de la Restauración, la II República, la Guerra Civil y la dictadura franquista. Tiempos muy difíciles de vivir pero que él supero con creces entregando su gran don, la composición musical, a todos, propios y extraños, creyentes y no creyentes, cercanos y ajenos.
Su vida musical empieza de la mano de su padre, Salomón Buitrago Rodríguez, sacristán en Almadén y en Malagón, oficio que entonces implicaba el conocimiento y ejecución de la música sacra. Después fue el Seminario quien terminó de enamorar a don Salomón de la música sagrada. Años de estudios en el Conservatorio de Madrid, compaginados con su primer servicio a la catedral como sochantre II y después como maestro de capilla. Este cargo de maestro de capilla lo ejerció durante 53 años, fue asumido en 1922 y abandonado solo con su muerte.
En ese trayecto Salomón Buitrago creó la primera gran coral de la Mancha, el Orfeón Manchego, que llegó a tener más de 80 componentes y triunfó donde quiera que actuara bajo la batuta de Buitrago. En ese trayecto, don Salomón realizó, que sepamos, 246 obras, polifónicas, para piano y para órgano, muchas de ellas himnos a los patronos y patronas de nuestra diócesis, que aún se siguen interpretando en muchos pueblos de nuestro espacio geográfico. Y muchas de ellas, también, joyas sacadas del folclore manchego y reconvertidas en versiones cultas que deben recuperar nuestros coros simplemente por respeto por nosotros mismos y a nuestro legado cultural. Un camino en el que la asociación Mazantini ha hecho un gran servicio.
Don Salomón Buitrago fue un enamorado de la música, gran teórico y conocedor de los buenos efectos de la música en la sociedad, muy ilustrado sobre música clásica, amante de las composiciones de Wagner, cronista de los conciertos de las diferentes sociedades melómanas que existieron en Ciudad Real antes y después de la Guerra Civil, y colaborador con los medios de comunicación locales y con todos los que le necesitaban. En ese afán llegó a crear una academia con visos de primer conservatorio de Ciudad Real en los años treinta, colaboró con grandes maestros como el maestro Jacinto Guerrero, se entregó a la amistad del gran Mazantini, al que le unía la misma pasión por nuestro folclore auténtico, y fue profesor de diferentes instituciones donde su labor quedó para el recuerdo y para la historia.
Don Salomón, fue, finalmente, un gran organista y un gran copista. Su Legado cuenta con más de 100 cajas de archivo de partituras escritas a plumilla por él y sin un solo gotazo, sin una sola mancha, fruto de un amor expresado en cada nota copiada.
Además, debe recordarse que durante los años de la terrible Guerra Civil don Salomón fue el salvador de la música del siglo XIX y primera décadas del siglo XX que se conservaba en la catedral, y lo hizo con riesgo de su propia vida. Eso nos ha permitido la reconstrucción de la historia musical culta de Ciudad Real y su provincia, el conocimiento de la labor de los chantres de la Santa Iglesia Prioral y su destacado trabajo, y la inmersión en otras épocas que constituyen modelos históricos de enorme interés, que enriquecen nuestro presente y nuestro futuro, pues son nuestro patrimonio como pueblo.
La semblanza realizada por Vicente Castellanos acabó con las palabras del propio don Salomón Buitrago, que tanto colaboró con la prensa, especialmente con Vida Manchega y El Pueblo Manchego, para revitalizar el papel social y espiritual de la música:
Así como una casa tiene cimientos, así la música los tiene también. (…) La casa tiene una parte más alta, sobre los cimientos, y puede tener otra más alta aún, por encima de las hojas de los árboles. Igualmente, la música tiene una parte más elevada, en la que los ritmos y entrerritmos, las melodías y las contramelodías, las armonías y los timbres constituyen algunos de los elementos de expresión que pueden darnos en sí mismos un deleite definitivo. Pero por encima de ellos puede haber todavía una más alta esfera de sentimientos, imaginación, intuición, tranquilidad celestial, violenta o fatigosa agitación, humor y fantasía, éxtasis embriagante; es una esfera de expresión divina en la que los cielos parecen abrirse y donde vemos una ardiente visión.
La música es dinámica, siempre envolvente, fluyente como un río, nunca estática. La verdadera música está inspirada, debe tocarse y cantarse con inspiración. La música sin inspiración es torpe, insípida y muerta, no es realmente música sino un simple sonido mecánico. La música de verdad está viva, llena de la impulsadora palpitación y la onda de la vida. Nunca suena dos veces igual, nunca es pesada o inflexible, nunca se estanca, sino que es siempre pulsación y aliento. La música es indomable, como el impulso que se rebela dentro de nosotros contra lo prosaico o lo limitado. La música nos propone en libertad, canta en nuestras almas, flota en nuestros corazones, palpita con alegría. (…) La música conoce la infinita gama de la vida, nos enloquece con el anhelo y luego nos tranquiliza con el tacto amoroso de la Madre Divina.
(…) Pueblo que canta, pueblo feliz. Ciudad Real quiere ser feliz. Sus coros manchegos, en este nuevo revivir de la música artística, influenciada por el espíritu popular, nos recuerdan y dan a conocer el carácter musical del alma de nuestros antepasados. No se trata de literatura o de retórica, sino de libre movimiento expansivo del alma.
No puede añadir nada más a una descripción tan bella y amorosa de la música como la que hace don Salomón, interpretada siempre como servicio a los demás. El acto terminó con la ofrenda floral sobre su tumba y el canto de una de las plegarias del propio Salomón Buitrago a cargo de Vicente Castellanos y Teresa Gallego: “Señor y dueño mío, cautivo por mi amor, en tus dulces amores cautivo vivo yo”.
En próximos días la celebración del cincuentenario del fallecimiento de Salomón Buitrago se completará con una conferencia (día 9 de octubre en el Museo Convento de la Merced), la publicación de un libro del Instituto de Estudios Manchegos y la celebración de un concierto coral y de órgano en la catedral.
Vicente Castellanos
