Es muy probable que cualquier texto que lean no sea original. Si teclean cualquier frase o dato sobre una idea en el buscador, al momento aparecerán en la pantalla un montón de páginas donde te ofrecen información. Alguien se adelantó en el reportaje y opinó sobre cualquier tema. Algunos de esos datos puede que sean desordenados, ambiguos o erróneos, pero ahí están. La Red se ha convertido en una excelente herramienta de consulta y un gran escaparate, pero fácilmente puede estropearte la novedad. Por eso, cualquier reflexión sobre un proyecto que tengas pendiente a desarrollar ya no podrá ser inédito, eso me ha sucedido buscando el título para este artículo.
En un principio lo llamé “Depredadores emocionales” pero desistí, convencido de que la palabra “vampiro” despierta más morbo en los potenciales lectores. Más de uno se preguntará: ¿A ver qué dice éste sobre los vampiros de energía? No se asusten, seguro que nada diferente a lo que puedan encontrar en la Red si en algún momento tienen tiempo y ganas de bobear en Internet.
De momento rechacen asociar la parafernalia que el cine y la literatura tienen sobre el mito de los vampiros, espectros pálidos y demacrados de afilados colmillos que a la luz de la luna buscan sangre con la que alimentarse. Tampoco se trata de los aparatos eléctricos conectados en espera. El único nexo de unión es la acción inequívoca de la apropiación de la energía de otros.
La idea me vino al pensar en lo harto complicadas que resultan las relaciones humanas, mucho más si el tema se reduce a la amistad o, en su defecto, a las relaciones cotidianas con gente conocida y del entorno.
Recuerdo que mi progenitor solía decir con frecuencia que “el mejor amigo es un duro en el bolsillo” y, aunque no le faltaba razón, no comparto totalmente su idea. Confieso que tengo un concepto muy exigente sobre el afecto desinteresado que supone la palabra amigo. Será por eso que me abruma y me descoloca la valoración que ahora se tienen en las redes sociales como Facebook, Twitter o Tuenti sobre la amistad. Aunque no descarto esta nueva forma de comunicación, si de amistad se trata, prefiero la calidad a la cantidad y siempre, la distancia corta.
Quizás sea ahí, en la proximidad, donde mejor se aprecia el efecto pernicioso de relacionarte con un vampiro de energía. Aunque nos moveremos sobre un tema difuso que discurre entre el ocultismo y lo paranormal, hay bastante información sobre la materia. La definición básica sobre los vampiros de energía es que son personas que transmiten y contagian negatividad en su relación con los demás. Ellos, ante la carencia de energía propia, suelen refugiarse en la melancolía con tendencia a la depresión y, aunque aparentan normalidad, inconscientemente inician un proceso para captar el ánimo y la vitalidad del más próximo.
Cuántas veces hemos observado que, después de habernos relacionado con determinadas personas, notamos un ploff, de repente nos sentimos débiles, cansados, notamos un bajón de energía por el esfuerzo realizado, quizás simplemente por mantener el diálogo, otra veces por aguantar su lastimero y penoso discurso.
Si tienen la curiosidad suficiente pueden comprobar que los vampiros de energía o vampiros emocionales están muy bien definidos y catalogados en la Red. Los hay Antisociales, Histriónicos, Narcisistas, Obsesivos -Compulsivos y Paranoicos.
Es posible que en algún momento de la vida todos tengamos la necesidad de succionar la energía del semejante, por eso, de vez en cuando, surge la duda sobre si alguien de tu entorno será uno de estos ejemplares negativos.
No sé, no sé….pero adivino comportamientos de algunos elementos que me avivan esas dudas. Estos personajes cercanos en un principio, parecían ser individuos brillantes, abiertos, extrovertidos, accesibles y simpáticos. Se podrían catalogar perfectamente dentro del grupo de los Histriónicos, admito que era muy difícil resistirse a su atracción. Más tarde, una vez que caes en sus redes, de repente se vuelven enigmáticos, reservados, reclaman tu atención para lo suyo y a la vez tratan de chupar la mayor información de tus asuntos. Evidentemente sus necesidades priman sobre las tuyas.
Ahora, una vez descubiertos, creo haber adivinado la forma de resistir a sus embates, no necesito ni ajos, cruces o exorcismos. Lo poco o mucho que dicen siempre lo pongo en cuarentena y, ante sus intentos seductores, practico la indiferencia como una vacuna eficaz.
Los tiempos actuales invitan a no perder el tiempo con protagonistas de semejante calaña, por eso hay que estar atentos para evitar que nos roben la poca o mucha energía de la que disponemos.
No sé si mi admirado cantautor Pedro Guerra se inspiró en el comportamiento de los vampiros de energía cuando escribió esta canción para su trabajo “El mono espabilado”, pero la excelente y satírica letra de “Gente Tóxica” me viene al pelo para cerrar este intrigante artículo.
Gente tóxica/ armada de una mente fláccida/ que anidan en miradas diáfanas/ e incuban intenciones sórdidas.
Gente tóxica/ cargadas de una luz anómala/ que exprimen a las almas cántaras; con manipulación acróbata.
Gente tóxica/ que abrigan sensaciones ásperas/ y presos de su propia fábula/ despliegan su presión incómoda.
Gente tóxica/ que acaban de perder la cáscara/ y tras el velo de una lágrima/ nos muestran su ilusión alcohólica.
Gente tóxica/ que dejan decepciones bárbaras/ esclavos en su torpe cápsula/ revientan en su fría pólvora.