Hay gente que acostumbra a montar un discurso interminable sobre temas que no necesitan tanto considerando. Sobre todo porque lo lógico es mostrar la opinión de forma escueta: nos gusta que gane el Los Ángeles Lakers, porque sí; preferimos la 5ª Sinfonía a la 9ª, o la pintura de Antonio López a los grafitis, o si se es aficionado al motociclismo se prefiere a Jorge Martín que a Francesco Bagnaia o probablemente lo contrario si el aficionado es italiano.
Todos estos gustos, sentimientos u opiniones se despachan en un suspiro, pero ahora casi nada se resuelve así. Veamos algunos otros ejemplos de lo que se dice: De vez en cuando se produce una DANA, pero ya se sabe, ocurre de vez en cuando, no hay razón para darle entidad al fenómeno. Durante la Dictadura se atajaban estos fenómenos y ahora se fomentan. Se pregona la maldad de las vacunas, pero si a usted no le gusta que le pongan inyecciones, dígalo tranquilamente, no se enzarce a discursos pretenciosos sobre si las inyecciones se convierten en vacunas y acaban perjudicando la salud, cuando Vd. no tiene ni idea de lo que es un virus, ni la polio, ni la viruela, ni la tosferina, ni la difteria, el tétanos o el sarampión, porque han desaparecido. Pues dígalo “no me gusta que me pinchen”,
Confiese que la ciencia le desborda, tanto, tanto, que apenas le da pie para un minuto de conversación con otro experto como Vd. a no ser que se trate de pseudociencia, divulgada por un autor anónimo con bata blanca, sentado cerca de un microscopio aunque esté hablando de rocas o volcanes, que no son precisamente microscópicos.
Todo esto, sería una pérdida de tiempo, lo cual ya es una lástima, pero no es solo eso, los Negacionistas, parapetados en explicaciones baldías o mentirosas, manipulan y desfiguran la verdad para confundir, producir miedo o agobiar a la población con precauciones innecesarias y causar desconfianza hacia la autenticidad, lo exacto, lo demostrado, y la opinión compartida por los científicos de todo el mundo.
¿Lo hacen por jugar? No ¡qué va! Obtienen ventajas materiales sutiles multiplicando el número de mensajes puestos a disposición de las conocidas plataformas digitales, para favorecer el control ciudadano, perjudique a quien perjudique. Porque la información se trasmite mediante redes, pero también los perjuicios sociales se extienden como una telaraña. La sociedad no es un tablero de parchís, es un puzle. Terminaría diciendo que “no tiene nada que ver el tocino con la velocidad” la verdad con la posverdad o la mentira, ni la desinformación con la obstrucción de las soluciones económicas, sociales o políticas; pero no lo hago para que no me contradiga algún negacionista