Vaya por delante que las opiniones sobre la amnistía son absolutamente respetables, y que las críticas a como se ha llegado a la presente situación son dignas de tomarse en cuenta. Nada que objetar a las opiniones y a las críticas. Pero los ataques furibundos, y los insultos improcedentes, son repudiables de principio a fin. No confundamos churras con merinas. Puede no gustar la amnistía, -a mí tampoco-, pero de ahí a decir que es una traición a España y un ataque a la democracia va un buen trecho; un trecho de un tránsito peligroso y que pone en el disparadero a los violentos, a los fascistas que están deseando de encontrar la situación para actuar.
Así se empieza: “el socialismo tradicional se ha sustituido por una alianza de radicales, populistas, independentistas y herederos del terror de ETA”; y se termina con actos violentos frente a las sedes del PSOE, y con violencia verbal como la de Pérez Reverte: “Sánchez es fascinante como personaje amoral de una novela; es un aventurero de la política, un pistolero, un asesino, que no ha leído un libro en su vida, sin escrúpulos; me tiene fascinado; si fuera buena persona sería ya la leche”. Violencia física y verbal a la que llegan los oportunistas.
Pero estos oportunistas tienen que encontrar el campo abonado para su siembra. Y ahí es donde deberíamos poner el máximo cuidado, la máxima precaución. La derecha moderada no asalta el Capitolio en Estados Unidos, ni intervienen en el hormiguero con la anuencia del presentador; lo hacen los exaltados que encuentran la siembra cuando oyen que gobierna quien ha perdido, que la democracia está en peligro, que se está traicionando a la patria, que estamos gobernados por Puigdemont y Otegi. Esa es la semilla del fruto que recogeremos después.
Por ello me gustaría que España tuviera una derecha, desligada de la ultraderecha, y utilizando su estrategia con moderación, lealtad y respeto. Y no lo veo. La sustitución de Gamarra por Tellado, y la recuperación de Sergio Sayas, Cayetana Álvarez y Rafael Hernando, no son la mejor tarjeta de presentación, para una legislatura que se avecina complicada. El partido de Feijóo tiene la necesidad imperiosa de forjar un partido que respete la legitimidad del adversario, que se oponga con dureza pero sin falsas alarmas, y con propuestas que mejoren a las del Gobierno.