Icono del sitio

¿Quién quiere tumbar a Goliat?

areas aceite0

Algo se han calmado las aguas, pero sigue sin cerrarse la batalla comercial que se abrió, nuevamente, durante los tres últimos meses en el sector del aceite español. Batalla porque las dimensiones de unos y otros ya no dan pie para hablar de guerra. Tal vez sea sólo una batalla comercial más, pero destaca porque los adversarios compiten en terrenos diferentes del mismo mercado, el del aceite de oliva, y sorprende la vuelta de la tensión a este importante sector de la economía española.

Lo aparente: el enfado de una serie de cooperativas de Jaén, molestas con la principal cooperativa española agroalimentaria y en la que no quisieron integrarse, Dcoop, dedicada fundamentalmente a producir y comprar aceite que vende a las grandes distribuidoras nacionales internacionales, que lo comercializan en gran parte del mundo y que superó en 2017 los 2.080 millones de euros de facturación.

Incluso podría entenderse como una simple escaramuza más entre grandes grupos del sector aparentemente complementarios; Dcoop y Deoleo fueron socios, compartieron actividad y mantienen diferencias y recelos. Sin embargo, algo más se mueve en este caso. Desde las cercanías a algunas cooperativas de Jaén, se están usando armas que sólo los grandes de anteriores grandes guerras usaron: la reputación, la imagen del contrincante en la sociedad, en este caso en el mercado del aceite de oliva virgen, para entendernos, y no es una apreciación baladí. Todo ello, cuando la política de Donald Trump sobre las importaciones procedentes del sector olivarero español han colocado una espada de Damocles que recorre hoy las vías legales estadounidenses, y amenaza con otra denuncia similar para 2019.

En este escenario, el nombre de los protagonistas es conocido: de una parte, Dcoop, la mayor cooperativa agroalimentaria española y que está extendiendo su presencia a nivel internacional, abriendo nuevas líneas de producción y comercialización y ascendiendo en el duro mercado estadounidense. Antes de que acabase el mes de agosto Dcoop compró el 20% de Bell-Carter, la principal empresa estadounidense comercializadora de aceituna de mesa (aceituna negra, objeto de la denuncia contra las exportaciones españolas). Anteriormente, había adquirido el 50% de “Pompeian”, la principal empresa americana distribuidora de aceite  en aquel país y propietarios de la principal marca de aceite. Ambas operaciones estaban destinadas a crecer en el país americano y dar salida a la producción de aceite de oliva español que llega a Dcoop a través de sus 75 cooperativas en toda España, aunque también le van a servir para escapar de los ataques proteccionistas del gobierno americano y las empresas competidoras. Podría ser considerado como el Goliat de esta batalla, aunque ellos dicen ser varios David unidos.

De otra parte están las mencionadas cooperativas jienenses, que aparecen como razón de la crisis con Dcoop, pero solo son una parte del total. Dichas cooperativas, también aceituneras, venden el aceite de sus olivos a la gran empresa distribuidora española Deoleo, comercializadora de marcas conocidas como Carbonell, Koype y Hojiblanca. Es un gran cliente para los productores. Tan así, que también Dcoop fue en su momento proveedor de aceite para esa multinacional y socio minoritario, hasta que decidió dedicarse en exclusiva a la producción y establecer una red de distribución con marcas propias.

Un mercado para las multinacionales

El sector aceitero español ha sido una riqueza traída y llevada a lo largo de sus historia como el mercado y las grandes multinacionales creyeron oportuno, y como el gobierno español dejó hacer. Una veces por imposibilidad, dada la falta de preparación del campo español, y otras por dejación interesada.

Esta trasciende a otros anteriores en importancia por el afán de una parte en cuestionar la seguridad sobre la calidad del aceite que produce la otra aunque en ese viaje ponga en riesgo la imagen de la mayor producción de aceite de oliva virgen de todo el país. Ya sería suficiente esa valoración para dudar del acierto de la estrategia en lo que no es sino una guerra comercial y, según se dice, por el precio de compra del producto. Pero hay más.

Con esos cambios accionariales e inversiones en el sector, luchan dos grupos multinacionales, uno americano y otro inglés, que tienen una parte de la propiedad de los grupos, Dcoop y Deoleo, pero esa lucha está centrada en la expansión del mercado de aceite de oliva español en Estados Unidos. A Goliat se le ha acusado en estos meses de comprar aceite en Marruecos para bajar el precio de compra y, con ello, la calidad general del producto que lleva hasta los mercados. No aclaran que la calidad del aceite de oliva marroquí puede competir con lo mejor del aceite español. La multinacional comercializadora, Deoleo, basa su estrategia en la calidad, pero se lame las viejas heridas de su divorcio con quien fue su principal proveedor de aceite, Dcoop, que decidió vender su parte minoritaria, volcarse en la producción y abandonar la comercialización directa y la gestión que Deoleo dirigía gracias a su mayoría accionarial.

Un equipo asesor e intereses concretos se mueven en torno a dichas cooperativas y establece el plan de acción: asaltar la imagen del Goliat de la producción en España que es Dcoop, rezar para que la cuota de mercado de la comercializadora Deoleo en Estados Unidos no aumente ese 6% que ya se ha dejado por el camino, y esperar a que la Bolsa traiga nuevos aires que calmen la inquietud de sus accionistas. Especialmente la del fondo de riesgo británico CVC Capital Partners, su accionista mayoritario.

*Aurelio Romero Serrano (Ciudad Real, 1951) es periodista y escritor

Salir de la versión móvil