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24 abril 2024
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Recordando a Pablo García Baena y al grupo Cántico

Con PABLO en el MUseo de los Molinos.
Pablo García Baena y Joaquín Brotóns, en el Museo de los Molinos de Gregorio Prieto/Foto facilitado por Brotons
Joaquín Brotóns Peñasco / VALDEPEÑAS
A estas alturas del siglo XXI, cuando la poesía de Pablo García Baena ya está traducida a varios idiomas y su obra permanecerá por siglos, no es necesario que yo diga que dicho autor era uno de los mejores, si no el mejor, poeta en lengua española

Conocí la obra de Pablo García Baena antes que al autor, ya que en 1982 adquirí en una librería de Madrid un ejemplar de su “Poesía completa 1940-1980”, que editó la conocida editorial Visor con un magnífico estudio introductorio de nuestro común amigo el prestigioso poeta, escritor y crítico literario Luis Antonio de Villena (Premio de la Crítica, entre otros muchos).

He de confesar que me sorprendió la poesía de García Baena, dada su riqueza verbal con  acento gongorino y de gran sensualidad, junto a  su lenguaje barroco, lujoso, esteticista, brillante…, unido a su vitalismo, comparable a la vida y la obra García Lorca o su admirado maestro Luis Cernuda, pero a P. García Baena no lo conocí personalmente  y lo traté hasta 1983, poco tiempo antes de que le fuera concedido tan merecidamente el prestigiado “Premio Príncipe de Asturias de las Letras”, que cambió su vida totalmente, ya que pasó de ser un vate de culto en su tierra, pero casi olvidado, ignorado, marginado, ninguneando, en el resto del país, como todos sus compañeros poetas que crearon el “Grupo Cántico” y la revista del mismo nombre, que fueron: Juan Bernier, Pablo García Baena, Ricardo Molina, Julio Aumente, Mario López  y los pintores Miguel del Moral y Ginés Liébana -el único que queda vivo-, que, en una Córdoba  represora, reprimida y falta de libertades -como toda España- por el régimen del dictador Francisco Franco, se atrevieron a crear la citada revista en 1947, que publicó a poetas que estaban vetados en el país, como el citado Cernuda, exiliado en Méjico y al que dedicaron un número extraordinario, que el poeta de Sevilla agradeció mucho, dado el olvido premeditado a que era sometido en aquella España gris, que vestía de negro y todavía pasaba hambre.

Dos etapas en la revista

Dicha revista tuvo dos etapas: 1947-1949 y 1954-1957, pero que, ante tanta desidia dejaron de publicar y la mayoría de sus miembros también, y se marcharon a otras ciudades a vivir, donde se dedicaron a diversos oficios y empleos muy diferentes, aunque García Baena se instaló en Torremolinos y abrió una tienda de antigüedades, que se llamaba “El Baúl”, en el edificio de “La Nogalera”, actualmente zona gay y con un ambiente tan  diferente al de los años 80.

Al citado comercio -donde por información de un amigo y venciendo mi natural e innata timidez-, me acerqué una mañana a conocerle personalmente y llevarle un ejemplar de su poesía completa, que me dedicó muy complacido con la siguiente dedicatoria: “Mi Poesía Completa (1940-1980) para Joaquín Brotóns, entre la poesía y la tierra roja de su Valdepeñas, hoy aquí, junto al Mediterráneo andaluz. Con un abrazo, P. García Baena”; lo que hizo don Pablo, tras dejar de leer el libro “Bomarzo”, que tenía entre las manos y  empezar a charlar conmigo largo tiempo sobre nuestras ambas obras poéticas, aunque él era muy recatado y poco dado a comentar la suya, ya que era un hombre sencillo, humilde, nada pedante, entrañable, educado, culto, fino, exquisito y muy amigo de sus amigos, como me demostró a lo largo de nuestra larga relación de amistad de casi 35 años, en  los que me escribió varios textos sobre mi obra y colaboró en  nº 14, monográfico que me dedicó la revista literaria “El Cardo de Bronce”, escritos, que pueden leer en el apartado “Críticas y Opiniones”, en mi página: www.joaquinbrotons.com

También me presentó en el “Centro Cultural de la Generación del 27”, en Málaga (acto que organizó el Área de Cultura de  la Diputación de esta provincia  y que publicó un precioso cuaderno con un magnífico prólogo de Luis Antonio de Villena y 6 poemas míos inéditos), y mantuvimos una cálida amistad, dado que todos los veranos yo pasaba el mes de septiembre en Torremolinos -cuando era llamada “La ciudad del pecado”-, lo que hacía que cenáramos todas las noches en un restaurante de la playa de “La Carihuela”, junto a Pepíto de Miguel -paisano, amigo y socio en la tienda de antigüedades-, Rafael Medina -extraordinario pintor-restaurador y hombre simpático en extremo-, Rafael Pérez Estrada -excelente persona, abogado, mejor escritor, dibujante y muy bien humorado- y  el “enloquecido” Noble, Carlos Ruiz Padilla -“Conde de Casa Padilla”-, poeta, pintor y personaje único e irrepetible, que me apodó “El Cavafis de La Mancha”, grupo que, después de la cena nos marchábamos a tomar copas y ligar a los bares de ambiente: La Rosa Negra, Arcos, La buba, Potros… y tantos otros donde abundaban los muchachos venales: árabes,  portugueses, brasileños, españoles…

El gran poeta Vicente Núñez

A Pablo le debo, entre otras tantas cosas, haber conocido al gran poeta Vicente Núñez (Premio de la Crítica), que vivía alejado del mundillo literario -que detestaba-  en su pueblo natal: Aguilar de la Frontera (Córdoba), íntimo amigo de García Baena, que me habló de él y me lo presentó, diciéndonos: “Seguro que os entendéis muy bien”, pronóstico que fue cierto y muy acertado, ya que se convirtió en uno de mis mejores amigos y escritores andaluces, hasta el extremo de que todos los años a la vuelta de  mis vacaciones en Málaga, iba a visitarlo y pasar un par de días con él.

No he conocido a un ser más entrañable, cálido, inteligente, fino, exquisito, culto y con un extraordinario sentido del humor,  que compartía el vino y la amistad igualmente con jornaleros, que con los ricachones del pueblo, y que convirtió la tragedia de su vida, el fracaso… en una comedia, en la que la ”Risoterapia” -como él decía- eran imprescindible, acompañada con unas copas de Montilla-Moriles en la taberna de “El Tuta”, en la preciosa plaza ochavada de su amado pueblo: Aguilar, que, tras otorgarle el Premio de la Crítica, le puso su nombre a la calle donde vivía y lo nombró “Hijo Predilecto”, pero cuyo trato fue muy distinto antes del citado galardón, que no le tenían tanta estima… En aquella mítica taberna de “El Tuta”, que era su oficina, la tarde en la que ya regresaba yo a Valdepeñas,  me regaló un ejemplar de su libro “Ocaso en Poley”, que fue por el que le concedieron el Premio de la Crítica; poemario en el que me escribió: “Mi Ocaso en Poley, para Joaquín Brotóns, a quien descubro y quiero ya mucho en nuestro Poley de llanto y risas”. Vicente.

J.B y V. Núñez en la taberna El Tuta 1986.
En la imagen Joaquín Brotóns y Vicente Núñez/ Facilitada por el autor

Asimismo, Pablo me puso en contacto con Juan Bernier, que ya estaba en una Residencia de Ancianos de Córdoba, donde fui a visitarlo en 1985 y le regalé un ejemplar dedicado de mi antología: “La desnudez cómplice de los dioses”,  y él  me envío, poco tiempo después, su última Antología Poética, en la que escribió la dedicatoria: “A Joaquín Brotóns, poeta y amigo, con mi agradecimiento por su estupenda y valiente antología. Un abrazo, Juan Bernier, 1986, Agosto”.  También Bernier era un magnífico prosista y  poeta, hombre bonachón, muy culto y experto en Arqueología,  pero de aspecto más rudo, más rural que P.G.B. y  V. Núñez.

Por aquellas fechas, también conocí al poeta y refinado editor, Rafael Inglada, que solíamos encontrarnos en una discoteca de ambiente gay, que abría ya a altas horas de la noche, en Torremolinos, pero cuyo nombre no recuerdo. Inglada también colaboró en el número extraordinario que me dedicó la revista literaria “El Cardo de Bronce”, donde envío un original texto, titulado: “Oda Rota Para Joaquín Brotóns”, en el que me llamaba “Príncipe de los Lagares”, algo que molestó a algunos amigos míos, pero que a mí me encantó, ya que era cierto…

Poeta del grupo Cántico

Poco tiempo después, Luis Antonio de Villena me presentó una noche, en el bar de ambiente gay “Blanco y Negro” a otro soberbio y original poeta del “Grupo Cántico”, Julio Aumente, abogado, buena persona, genealogista, anticuario y hombre cultísimo, que también odiaba el mundillo literario y estaba muy relacionado con la nobleza española-,  pero, a la vez, con jóvenes marginales, dado su  amor por estos muchachos venales, que solían ser de familias pobres y de barriadas alejadas de Madrid.

He de confesar que por una tontería quedé mal con Aumente, que no volvió a dirigirme la palabra nunca más, pero cuando murió escribí una afectuosa necrológica, que me agradecieron mucho García Baena y Villena, que sabían lo que había pasado entre nosotros.

Así que conocí a todos los poetas de Cántico, menos a Ricardo Molina, que ya había fallecido, y a Mario López, que era heterosexual y vivía en su pueblo: Bujalance, dedicado a sus fincas, ya que era un gran propietario de tierras andaluzas y el único casado con una mujer e hijos, dado que todos los demás fueron solteros eternos…, ya que eran homosexuales y en aquellos tiempos no existía el matrimonio entre personas del mismo sexo, aunque aseguraría que ninguno de los citados se hubiera casado, dado que eran hombres de otra generación diferente a la actual, que entendían el amor… de forma más libre y más apasionados de la belleza masculina, pero sin ataduras…

El triunfo de García Baena

A estas alturas del siglo XXI, cuando la poesía de Pablo García Baena ya está traducida a varios idiomas y su obra permanecerá por siglos, no es necesario que yo diga que dicho autor era uno de los mejores, si no el mejor, poeta en lengua española, aunque el reconocimiento le llegó tarde, pero en vida, tras su jubilación como anticuario.

También ha tenido la suerte de vivir una vejez estupenda hasta los 96 años lúcidos, rodeado de amigos y cuidado por una sobrina, y premiado con todos los galardones, distinciones y honores más prestigiosos, salvo el Cervantes y el Nobel, ya que obtuvo desde 1984 los siguientes: “Premio Príncipe de Asturias de las Letras”, “Medalla de Oro de la Ciudad de Córdoba”, “Hijo Predilecto de Andalucía”, “Premio Andalucía de las Letras”, “Medalla de Oro de la Provincia de Málaga”,“Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana”, “Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca”,”Doctor Honoris Causa de la Universidad de Córdoba” y “Autor del año de Andalucía”…

 

Su magistral obra la forman: 12 poemarios, 6 antologías, 8 libros en prosa y 3 ediciones de su poesía completa, publicadas por Visor y con espléndidos textos introductorios de nuestro común amigo el ponderado Luis Antonio de Villena, que  escribe en uno de ellos: “He aquí un poeta puro. Un poeta entregado intelectualmente tan sólo a su misión. Un poeta que concibe clásicamente la poesía como un rapto. Como una exaltación. Un poeta mago que transmuta en metal precioso cuanto toca. P. García Baena es uno de los más grandes poetas de su generación y el mejor, sin duda, en su estilo”.

Y el  preclaro crítico y escritor, Guillermo Carnero -que junto a Villena rescataron del olvido, la marginación  y el silencio al antes nombrado “Grupo Cántico” y sus poetas, que llevaban entre 15 y 20 años sin escribir nada, dedicados a vivir intensamente la vida…-, redactó: “Pablo García Baena es un poeta de obligado estudio en cualquier panorama de la poesía española de posguerra; su maestría en el manejo del verso y de la palabra lo ponen a la altura de los más grandes poetas españoles  del siglo XX; es uno de los más claros vehículos de transmisión a las actuales promociones de la lección de la Generación del 27”.

También el Premio Nobel, Vicente Aleixandre, se expresó con estas palabras, tras conocer la noticia de la concesión del: “Premio Príncipe de Asturias” al poeta de Córdoba: “García Baena es uno de los  mayores poetas andaluces actuales”.

Un amigo al que quise mucho

Poco puedo yo añadir a tan insignes escritores, poetas, críticos y estudiosos de su obra, salvo decir que fue un amigo al que quise mucho, dado que fue para mí como un padre, siempre aconsejándome, apoyándome, siendo un fiel y sincero amigo, cuando yo no era nadie en el mundo de la literatura, él supo que yo era un poeta verdadero, como dijo de mí, en 1983, Luis Antonio de Villena, cuando me presentó en Madrid, en la Casa de La Mancha, mi libro “El espejo de la belleza”, que en su brillante intervención dijo: “Joaquín Brotóns es verdaderamente un poeta, cosa frecuente de nombre y rarísima en la realidad”.

De las muchas y cálidas e íntimas dedicatorias que tengo de Pablo en sus libros, que me regaló y dedicó (y que conservo como oro en paño en  mi archivo, junto a su amplia correspondencia: cartas manuscritas, telegramas, felicitaciones de Navidad realizadas por él, etc),  cabe destacar la que escribió en su libro: “Lectivo”: “Para Joaquín Brotóns, poeta y amigo, en estos días septembrinos, víspera de la clausura… Con un abrazo, PABLO, 12 Septiembre, 1984.

 

 

Igualmente en su libro: “Prehistoria”, me redactó: “Querido Joaquín, venturosos (y “aventuros”), días gratos y soleados bajo el amor, (que sea errante), felicidad, locura, pasión…Pero la cabeza en su sitio… Un abrazo desde el 95, de PABLO”., aunque de todas ellas, yo prefiero la me hizo en el libro de: “Firmas de Honor” de las bodegas familiares de mi padre y mis tíos Matías y Joaquín, que fundó mi abuelo Joaquín Brotóns Fenoll, en 1920, bajo el nombre de: “Bodegas Santa Pola”, pasando por varias denominaciones, hasta terminar, en 1967 en sociedad anónima familiar, cuya razón social era: “Bodegas Matías Brotóns, S. A”, y cuyos últimos administradores y socios cuando se cerró la bodega, en 1992, fueron mis queridos primos-hermanos: Antonio y Matías- hijos de mi tío Matías-, que conservan el citado libro de firmas, en el  que Pablo escribió: “Para Joaquín Brotóns el vino es carne y sangre en Valdepeñas. En los carros pasan en triunfo, entre risas y pámpanos, los jóvenes cuerpo. Y corre el vino en fáustico derroche…Pablo García Baena, 18 Mayo, 1985.

Sirvan estás líneas de amistad y reconocimiento a un poeta que quise mucho y al que tanto debo, pero también a todos los componentes del “Grupo Cántico”, que en plena posguerra del franquismo inquisitorial publicaron una revista y unos poetas que estaban marginados, ya que nada tenían que ver con la poesía de los vates del Régimen, ni con los poetas sociales…, tan enaltecidos en aquellos tiempos, pero que hoy están muchos de ellos olvidados, ignorados, aunque hubo grandes aedos, entre ellos, como: José Hierro (Premio Cervantes), Celaya o Blas de Otero, entre otros que harían interminable el artículo, pero también aprovecharon la situación política para coger cierto nombre, siendo algunos de ellos, auténticos poetastros, de cuyos nombres no quiero acordarme.

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