Por una vez y sin que sirva para justificar su excesiva continuidad, me gustaría que el Dr. Presidente cambiase de opinión o pensara mejor, por sí mismo o través de sus asesores más cultivados, en el concepto de regeneración. Ha planteado esa cuestión estas últimas semanas, tras un meditado descanso imaginativo. En mi opinión lo que necesita nuestro Gobierno, y también nuestra democracia, no es una regeneración, es una metamorfosis.
Regeneración y metamorfosis son dos procesos biológicos aplicables por semejanza a cualquier actividad de nuestra vida y, por supuesto, a los sistemas de gobierno, que implican cambios en la forma y función de las entidades y en sus células estructurales. El resultado han de ser diferencias significativas en términos de mecanismos, propósitos y resultados. La regeneración es la capacidad de un organismo, para reparar o reconstituir partes dañadas o perdidas de sus componentes. En este caso, de los elementos que forman el sistema de gobierno.
Al parecer, lo que pretende el Dr. Presidente es cambiar o silenciar funcionalmente las células o componentes de instituciones que no le gustan; sin aportar células madre, tales como elementos políticos, judiciales, ministeriales, asesores, etc., con impulso y conocimientos objetivos, capaces de hacer fértil y aceptable el tejido que hoy es tóxico y domina en el soma institucional, con intensos signos degenerativos.
Ello permite que el tejido degenerado y destructivo termine con la fase de funcionalidad y supervivencia, sin posibilidad de reparación de instituciones y órganos, pues se está produciendo una lesión democrática crónica durante las últimas legislaturas. Lesión que será parcial o completa, según el tipo de organismo y el tejido funcional afectado. Se trata de una necrosis que puede ocurrir ya en cualquier momento de la vida de las instituciones democráticas, si no se reconoce y trata a tiempo.
La metamorfosis es otro proceso biológico en el que un organismo experimenta un cambio significativo en su estructura y forma durante su desarrollo, generalmente desde una etapa larval a una etapa adulta; por ejemplo, la transformación de una oruga en mariposa o de un renacuajo en rana. En política, tan deseable metamorfosis supondría que un fanático se convirtiera en comprensivo, un mitómano en sincero, un falso en auténtico, lo ilegal en legal, el egoísmo en solidaridad, la mentira en verdad, el separador en unificador, lo vulgar en refinado…
Acarrearía semejante proceso la eliminación del odio, una adecuada interpretación y asunción de la historia y el pasado, la igualdad de los ciudadanos sin acepción de ideologías o creencias, y aceptar que sentir no es lo mismo que ser. En definitiva, impeler a que la sociedad se adapte a diferentes maneras, ideológicas y espirituales, durante su ciclo vital, facilitando la transición y el progreso entre las diferentes etapas de la vida, optimizando la supervivencia y la reproducción en cada una de ellas. Un proceso programado y generalmente irreversible, aunque modificable según cuál sea la fase en que se considere inadecuado. Implica cambios drásticos y complejos en formas, función y comportamiento.
Generalmente ocurre cuando fracasa la imagen deseada. Imagen que se basa en etapas definidas, como podrían ser escuela primaria, formación social y tecnológica, experiencia profesional y estrategia, capacidad… destreza y arte para formar una nueva estructura capaz de regenerar el perjuicio causado. La metamorfosis es un proceso de desarrollo programado, mientras que la regeneración es una respuesta a una lesión o pérdida de una parte de la estructura de que se trate.
La metamorfosis ocurre en momentos específicos del ciclo de vida del organismo, por ejemplo, nuestra situación democrática; mientras que la degeneración puede ocurrir en cualquier momento después… Por ejemplo, tras una pérdida parlamentaria o de confianza, o por fallo de los componentes de las instituciones, que muestran degeneración congénita ocultada, pero que se revela en su participación parlamentaria.
La metamorfosis estaría orientada a la transición entre etapas democráticas. La regeneración, a la reparación y mantenimiento del sillón. Estas diferencias subrayan la diversidad de mecanismos que los organismos e instituciones democráticos pueden utilizar para sobrevivir, cuando se dan las circunstancias como las que hoy viven nuestras instituciones y Comunidades Autónomas.
*Es catedrático emérito de la Universidad de Zaragoza