Creo que este título, ‘Reinar después de morir’ (1635), del drama histórico de Luis Vélez de Guevara, le gustaría a la que ya es mi amiga, Emilia Pardo Bazán, tras estas tres columnas que le he dedicado durante el mes de mayo.
Desde la fecha del centenario de su muerte (12 de mayo) la he acompañado hasta la entrada a la Biblioteca Nacional de España, el 9 de junio. No dejen de ver la magnífica exposición sobre ella, recién inaugurada. Y simbólicamente la he acompañado hasta la Real Academia de la Lengua Española, donde se han rasgados las vestiduras, entonando el mea culpa a su triple negativa a que fuera académica en vida. Este es el yo confieso del ex director de la Academia y experto en Pardo Bazán, Darío Villanueva: el mayor error que la RAE ha cometido en sus trecientos largos años fue en 1853 responder a Gertrudis Gómez de Avellaneda que no podía entrar en la Academia porque los estatutos no lo permitían, y repetirlo en 1914 con la escritora gallega. Fue un error interesado para cerrarle la puerta. Si hubiera entrado en la RAE, la Academia hubiera sido diferente de lo que fue.
En mi opinión, Pardo Bazán sería, aún hoy, demasiado para la RAE, una institución donde el poder oculto (el poder más eficaz) la antigua cooptación como sistema de acceso, la dominación masculina, han sido y son la norma. En las altas esferas, la lucha por el poder es implacable (que lo diga Rosa Montero que lo intentó sin éxito). Esta es una ley de hierro, con excepciones de un goteo de mujeres admitidas para legitimarse. En La Excelencia Científica (hombres y mujeres en las Reales Academias) investigación sociológica que dirigí, publicada por el Inst. de la Mujer (2005), hay suficientes pruebas y documentación de lo dicho, no solo para la RAE, sino para todas las Academias.
Una primavera con Pardo Bazán
Sí, toda una primavera con Emilia Pardo Bazán y con la obra magnífica y voluminosa sobre ella, de la historiadora Isabel Burdiel, viajándola de allá para acá, en lectura apasionada.
También me he nutrido de la corriente arrolladora de documentación en prensa que cada día se publica sobre nuestra escritora, convertida ya en una especie de invitada permanente de nuestra actualidad. ¿Por qué será?
Su Centenario, tiene mucho de brillo, pero también de expiación del establishment cultural, y bastante de exhibición de ejemplar de feria. ¿Por qué no va a ser una mujer una intelectual de primera? Pardo Bazán tuvo los grandes recursos de una élite. No obstante, su autodidactismo es encomiable. ¿Qué hay bajo este centenario que tanto nos interesa e interroga?
La triple ocultación de Emilia Pardo Bazán
Digo ocultación, pero puedo decir manipulación, alienación, cosificación, filtraje, mistificación y tantos otros términos que podríamos aplicar al hecho de no habernos presentado a la escritora en su totalidad, en su unidad, en su singularidad como escritora y persona humana. Emilia Pardo Bazán ha sido objeto de todo tipo de olvido y distorsiones a manos de muy distintas instancias.
Pardo Bazán es mucho literariamente y como persona, pero también es un test excelente, una piedra de toque, para repensar mucho del pasado / mucho de la actualidad. Reflexionar sobre ese largo proceso, ese hilo conductor desde su muerte hasta hoy, su centenario, es lo que me propongo, a través de tres vertientes en las que ha sido obviada, escamoteada tanto persona y obra.
¿Por qué el franquismo redujo y acartonó a la escritora?
¿Por qué el canon cultural no la reconoció?
¿Por qué el feminismo la obvió, y no la incluyó en su genealogía de mujeres ejemplares?
Emilia Pardo Bazán bajo el franquismo
El Régimen hizo una apropiación de todos los símbolos, de toda la Historia. Acartonó a Isabel la Católica, acartonó a Teresa de Ávila, acartonó y momificó a Pardo Bazán. La redujo a escritora regionalista, galleguista, con sus Pazos de Ulloa. Eso es lo que nos llegaba filtrado a las en las aulas de bachillerato de la larga posguerra. Silenció totalmente su feminismo, su ser libre de mujer.
La cultura española, el canon no la reconoció. Y la envidió. Por fin, se habla con palabras claras, la rechazó por el hecho de ser una mujer libre y más.
El feminismo tuvo todos los prejuicios que el dogmatismo de izquierdas arrastra, a salvo excepciones. Una mujer rica, cristiana, ultramoderna, es manjar indigerible, aún ahora. Además, libre e insobornable, es demasiado para la gente de dogma y partido.
Las derechas no podían tolerar su feminismo, libertad, apasionamiento. Su deseo rey está fuera de la sumisión femenil, con la que la mirada masculina construye a las mujeres. Es ella la activa, la que seduce a los hombres (Insolación). Tiene una mirada y una escritura anticanon, digo bajo el franquismo, pero su sombra alargada llega casi hasta la actualidad en este asunto que es Pardo Bazán. Contrariamente a la norma, a lo que he llamado en mi obra sociológica ‘Cabeza moderna / Corazón patriarcal (diagnóstico social de género)’, Pardo Bazán tenía una cabeza moderna y un corazón moderno. Una feminista de la quinta ola, a la que aún no hemos llegado. Una escritora que encarna lo que me gusta llamar lo salvaje de las mujeres, que apuntala un nuevo canon literario, anticanónico, en construcción hoy, sin mujeres domadas ni ahormadas, como ella era. Pardo Bazán, vive hoy, es nuestra contemporánea.
Su Centenario es una espoleta que dispara la reflexión sobre ella, pero también sobre nosotros. Es el tema clave de la recepción de un autor y su obra, de quién era, pero, significativamente, de quiénes somos.
Amorismo
De todos los ismos que cultivó (carlismo, naturalismo, feminismo…) el que deseo llamar amorismo, es el que nos enseña sus tiernas entrañas. El amor a su padre fue el alto horno en que se forjó el acero, de su yo combativo y dulce a la vez.
Su pasión amorosa e intelectual con Galdós fue inefable, como se ve en sus cartas: amado compañero, dulce vidiña, amigo del alma, felicidad mía, cariño mío, mi dulce bien. Y se despedía: te besa un millón de veces el pelo, los ojos, la boca. Soy tu ratita que te ama. Soy tu siempre enamorada. Adiós, ratoncito. En cuantique te vea te como. (Miquiño mío, carta 11).
Le hemos hecho la mamola al mundo necio que prohíbe estas cosas.
Al fin, querida Emilia, tu tiempo ha llegado.