Según diversas biografías, fue un monje cristiano-católico, fundador del movimiento eremítico. Nació el 12 de enero de 251 d. C., en el pueblo de Comas, cerca de Heracleópolis Magna, Egipto. Falleció el 17 de enero del año 356 d. C., en Monte Colzim, Tebaida, también en Egipto. Además de venerarse por los católicos le rinden culto las iglesias ortodoxa y ortodoxa oriental y la iglesia anglicana.
Digno de imitar es su ejemplo, pues huérfano, a los veinte años decide vender todas sus posesiones, entregando el dinero a los necesitados y yéndose a vivir a una comunidad local ascética, durmiendo en un sepulcro vacío. Años después, según diversos autores, vive ayudando a otros ermitaños a dirigir su vida espiritual; pero aún deseaba la meditación a través de la total soledad. Buscándola se internó en el desierto para vivir en absoluto aislamiento. Según narran san Atanasio y san Jerónimo, La Leyenda dorada que escribió en el s. XIII el dominico genovés Santiago de la Vorágine, dice que san Antón fue tentado por el demonio en el desierto.
Su fama de asceta atrajo a numerosos discípulos a los que organizó como grupo de ermitaños en dos lugares: montañas de Pispir y en Arsínoe: antigua ciudad ubicada en el extremo norte del golfo de Heroopolite (Golfo de Suéz). Por su virtuosa vida se le considera el fundador de la tradición monacal cristiana. Retiro que dejó en el año 311 para ir a Alejandría y predicar contra el arrianismo.
Otros datos sobre su vida la sabemos a través de los testimonios de sus discípulos; pues según cuenta Jerónimo de Estridón en el texto titulado: Vida de Pablo el Simple (éste último era un famoso decano de los anacoretas de Tebaida), narra que san Antón fue a visitarlo en su edad madura y, además, lo dirigió cristianamente en la vida monástica. También narra que, “el cuervo, según la leyenda, que alimentaba diariamente a Pablo entregándole una hogaza de pan, dio la bienvenida a san Antón suministrando dos hogazas”. A la muerte de Pablo, Antonio lo enterró con la ayuda de dos leones y otros animales; de ahí su patronato sobre los sepultureros y los animales.
Otros datos nos permiten saber que, en una ocasión, se le acercó a san Antón una jabalina con sus jabatos (que estaban ciegos), en actitud de súplica. Y, sin dudarlo, el monje curó la ceguera de los jabalines y “desde entonces la madre no se separó de él y lo defendió de cualquier alimaña que se acercara”. Pero aquella acción, con el tiempo “y por la idea de que el cerdo era un animal impuro” se empezó a representar dominando la impureza y por esto le colocaban un cerdo domado a los pies: “porque era vencedor de la impureza”.
La Ermita de san Antón de Argamasilla de Alba
Es el historiador Inocente Inocente Hervás y Buendía uno de los primeros investigadores que relata la creencia existente en Argamasilla de Alba, asociada a la ermita de la Santa Faz por las predicaciones del dominico san Vicente Ferrer. Predicador que, en el año 1399, se dedicó al ministerio de dar a conocer, recorriendo caminos, pueblos y ciudades, la palabra de Dios como legado de parte de Cristo; pues él mismo testifica en una carta enviada al antipapa Benedicto XIII, haber recibido del mismo Jesucristo dicho encargo.
En cuanto a lo que narra Hervás y Buendía, textualmente dice era: Ermita dedicada a San Vicente Ferrer. Dichas aseveraciones han sido las que, distintos investigadores e historiadores y, dado que no se habían hallado otros documentos, utilizaron para los trabajos históricos realizados sobre la ermita de la Santa Cara de Dios, Santa Faz, ahora de San Antón, dando a entender que la mencionada capilla ya estaba construida en el s. XIV.
Respecto al edificio actual diremos que, a mediados del s. XVIII, la llamada actualmente Plaza de la Constitución, era conocida como Placeta de la Santa Cara de Dios. Tan interesante nombre, según testimonio del Catastro del Marqués de la Ensenada (1752), le había sido designado por encontrarse en ella la capilla conocida popularmente, ya lo hemos comentado, como de la Santa Faz: lienzo pintado con el rostro del Señor; pintura que había sido llevada por un fraile al Convento de Mercedarios Descalzos de Argamasilla de Alba por creer “sudaba el Divino Rostro”. En cuanto a la capilla era obra de un devoto que fabricó a sus propias expensas un “humilladero” para culto de san Vicente Ferrer, intramuros de la citada villa.
Pasados los años, según explica Hervás y Buendía, el estado de ruina y deterioro obliga, en 1740, a cerrarla al culto, trasladando las imágenes de san Vicente, también la pintura de la Santa Faz, ya de mucha veneración, con todo lo demás que guardaba, a la iglesia parroquial. Pero, al parecer, popularmente creció el número de donantes para restauración de aquel pequeño Humilladero, solicitando al Gran Prior de San Juan, en esas fechas don Pedro Carlos de Borbón, otorgara licencia para las obras. Licencia que fue concedida en 1785, nombrando a don Francisco Antonio Parra recaudador para la recogida de limosnas y legados: en 1772 este señor era Regidor del Municipio.
Años más tarde, 16/05/1796, con autorización del Cardenal Lorenzana, Arzobispo de Toledo y Vicario de Consuegra y de Alcázar, se concede permiso para inaugurar de nuevo la ermita por medio de bendición, por el doctor Frey don Antonio Sánchez Liaño, Prior de la iglesia parroquial de Argamasilla de Alba. El mismo día se procedió a realizar procesión general para la traslación de las imágenes de san Vicente Ferrer y pintura de la Santa Cara de Dios.
Posteriormente, dado que en aquel tiempo la Ermita había sido dotada de un pórtico cubierto; pórtico que servía de albergue a transeúntes, fue el sacerdote don Pedro José Menchén, en aquellos años párroco de Argamasilla, el que, en 1908, realizó reparos que la capilla necesitaba, cerrando, a su vez el pórtico; pues era “teatro de graves profanaciones”.
La Fiesta de san Antón
En cuanto a que se dedicara al Santo Patrón de los animales, hemos de remontarnos, según explica en un artículo (1991) José Díaz-Pintado Carretón, titulado: “Curiosidades sobre la ermita de San Antón” a los años anteriores a la Guerra Civil de 1936. También hay, aunque mínimas, referencias respecto haber sido dedicado a San Antón en 1908; que fué cuando se arregló y cerró el pórtico.
Fuera una fecha u otra, era en la víspera, igual que ahora, cuando se quemaban las hogueras, que aunque casi se han perdido debido al asfaltado de las calles, la noche previa a san Antón, además de las hogueras, se tenía costumbre en muchas casas y por los hombres, tirar salvas al aire, es decir: tiros de escopeta.
El día de san Antón, por la mañana, desde la Parroquia (se hacía así desde que se compró la carroza; pero antiguamente, para la procesión, la imagen de san Antón se colocaba sobre unas andas de las Cofradías de Semana Santa: la Imagen iba a hombros de los labradores y salía la procesión desde la ermita). En ambos casos se celebraba la Santa Misa y después la procesión. Detrás de la imagen iban las caballerías –sobre todo mulas-. Una vez estaba la procesión delante de la ermita, las caballerías, acompañadas de sus dueños, previa bendición, desfilaban delante de san Antón.
Después se subastaban las roscas. (Las roscas, ya sabemos eran unos dulces hechos en las tahonas parecidos al actual roscón de reyes). En muchos casos, igual que afirma Díaz-Pintado, las roscas eran ofrecidas a san Antón por haber sanado alguna mula enferma. Otras, simplemente por el gusto de ofrecerla al santo. Si quedaban roscas sin subastar o algunas no se subastaban por cualquier causa, se hacían trozos. Por cada pedazo se entregaba una limosna y los dueños de mulas u otras caballerías se llevaban los trozos para darlos a los animales y que estos no enfermasen.
Por la tarde, los novios que tenían “arreglada la boda” salían juntos a “santonearse”.
El día de san Antón, por la calle de La Solana: era la vía por donde se “santoneaba” el vecindario, por la tarde se paseaban caballistas. Y el labrador que tenía una buena yunta las ataviaba con los mejores arreos y la mostraba al público para que la viesen.
En cuanto a la costumbre popular de la compra de un cerdo. El último cerdo que anduvo por las calles fue cuando era párroco de la localidad D. Francisco Alberca, en los años 1957 y siguientes aproximadamente.
Estos son a grandes rasgos los datos actuales que tenemos sobre la popular ermita y la fiesta celebrada a san Antón. Ermita que ha sido utilizada recientemente, previa autorización eclesiástica, para ceremonias religiosas de los fieles cristianos ortodoxos.
También tenemos noticia que, la imagen del santo protector de los animales, la restauró Vicente Gómez Catalán; pues durante la contienda (1936) fue parcialmente destruida; sobre todo el cerdo, por lo que la familia Gómez, cuando acabó dicha contienda (también se ha ocupado de restaurar la imagen posteriormente), rehabilitó la talla de san Antón y mando hacer, de nuevo, el “gorrinillo”, regalando la imagen a la Iglesia para su culto.
Otro detalle importante lo tenemos en el lienzo de la Santa Faz, pintura que fue donada por Antonia Gómez Catalán, viuda de Vicente Serrano Hernán. El lienzo fue bordado por Sor Antonia, religiosa de las Hijas de Nuestra Señora de Luján, monja natural de Argentina, licenciada en Bellas Artes, que era una de las tres religiosas que habían inaugurado, por medio del Ayuntamiento, una Casa de Reposo y Caridad para atención de los ancianos, situada en la calle Alcázar, conocida popularmente por el Hospital. En esas fechas era el Párroco don Francisco Alberca Muñoz.
Respecto a la puerta de hierro que da entrada a la ermita, dibujo que representa una cruz, fue diseñado por Manuel Lanzarote Serrano, Hermano Mayor, en aquellas fechas, de la Cofradía de Nuestra Señora de Peñarroya.
Para terminar diremos que, actualmente, el párroco de Argamasilla de Alba, don Ángel Moreno, dado el gran deterioro de la ermita por humedades, tiene previsto sea rehabilitada; asimismo tiene la idea de darle un nuevo uso para que pueda ser visitada por los devotos con más frecuencia. Laus Deo.