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29 marzo 2024
ACTUALIZADO 07:25
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      Imagen de archivo del juego de 'Las caras' de Calzada de Calatrava / Vox
      Ricardo Chamorro, Milagros Calahorra y Emilia Martín, hermano mayor de la Flagelación
      • Cofrades y fieles en el templo / J. M. B.
      • LA Virgen del Mayor Dolor / J. M. B.
      • El Cristo estaba preparado /J. M. B.
      • Se realizó el Viacucis en el templo / J. M. B.
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      El presidente de la Diputación -c- con la Hermandad del Ecce Homo (Pilatos)
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      Los fieles acudieron a orar al Nazareno / Elena Rosa
      El Guardapasos se llenó de fieles este Jueves Santo / Elena Rosa
      La Hermandad de la flagelación tampoco pudo salir en procesión / Elena Rosa
      Hermanas del Silencio que iban a acompañar a la Virgen / J.M. Beldad
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Si Franco levantara la cabeza

PABLITO
Dicho esto, los perdedores de la primera vuelta tenían asegurado el triunfo en la segunda, asegura Aurelio Romero en este artículo/ PP
Aurelio Romero Serrano / BILBAO
No, el congreso de sucesión de Rajoy no ha sido un congreso al uso. Nadie ha tenido interés en hacer las cuentas, saber cómo se sustituyó la falta de ingresos de los cientos de miles de asociados falsos por dinero real, porque los ingresos si que se habían dado por realizados. Si no pagaron los afiliados, porque no existían o no pagaban, ¿de dónde salió ese dinero que fue de un capítulo contable a otro? ¿quién realizó esa operación? ¿quién o quiénes la conocían y la autorizaron?, preguntas que nadie va a responder

Nos vamos acostumbrando. Este juego a dos de política y medios de comunicación no conseguirá echar a Donald Trump de su trono rubio de bote, pero terminará por acostumbrarnos a todos los demás ciudadanos a que la mentira, aliada con los altavoces y los portavoces, transforme la realidad en otra cosa, que los nombres de los hechos hayan perdido la condición de pecado mortal en algunas ocasiones y que ni siquiera haya infierno, condena pública, imprescindible para que haya dolor de contrición por esos pecados.

En un comentario anterior afirmé que las elecciones primarias del Partido Popular no eran muy diferentes en líneas generales a las que celebran otros partidos políticos españoles. Sinceramente, pequé de ingenuo porque sí que han sido diferentes, y lo hemos ido comprobando hasta el acto final, el de la elección del nuevo presidente de ese partido. No eran diferentes, es cierto, en cuanto a la pugna soterrada que se gesta durante un par de años antes; la inquina de las palabras en el calentamiento electoral, o en la descalificación directa del contrario en los discursos que desde el atril del triunfador aparentemente invitan a la “unidad conmigo”

Afirmaba también que eran las primeras primarias del Partido Popular, lo que parecía un hecho noticiable en sí mismo y podrían permitirnos una cierta condescendencia con algunos fallos posibles que habían comenzado a aparecer. En realidad, el PP ha aprovechado el eco de su debacle moral y política y el ruido y expectativas sobre una moción de censura que inesperadamente triunfa para hacer de su capa de primarias un sayo, el que nos han enseñado al final con trompas y trombones.

Dejamos pasar por alto el dato falso de afiliación que se había dicho públicamente (¿recuerdan lo de “el mayor partido de España”?) y caímos en el error de creer que si bien la verdadera cifra de afiliados era de un diez por ciento sobre lo que se había contado siempre, el índice de participación que podría ser suficientemente representativo. Por eso tampoco dimos demasiada importancia a las caras de circunstancias de quienes nos contaron que había existido un error al calcular cuantos afiliados votaron o, sobre todo, qué pasó con las cifras de ingresos que se declaraban como aportaciones de los afiliados para la financiación del partido. El error no fue del PP, sino del resto de la humanidad porque nadie tuvo interés en hacer las cuentas, saber cómo se sustituyó esa falta de ingresos, porque los ingresos si que se habían dado por realizados.

 

Por qué nadie habla

¿Si no pagaron los afiliados, porque no existían o no pagaban, ¿de dónde salió ese dinero que fue de un capítulo contable a otro? ¿quién realizó esa operación? ¿quién o quiénes la conocían y la autorizaron??

De pronto se hizo un silencio absoluto en torno a ese hecho. Nadie actuó para aclararlo, porque nadie se sintió perjudicado. Un silencio no menos grave que el que se guardó cuando los partidos independentistas catalanes forzaron las normas de su Parlament para declarar (o no, quién sabe ya) una independencia sin mayoría. Entonces, con alguna timidez alguien habló de golpe parlamentario, pero sonaba demasiado fuerte. Otro tanto ha ocurrido con los cuentos de los afiliados del PP y las cuentas resultantes. Podríamos buscarle un nombre a lo ocurrido, si es que el PP ha dejado un sitio libre en el lenguaje del Código Penal. Incluso señalar un nombre propio, el de quien fue responsable del desaguisado orgánico y la financiación irregular: su secretaria general, hoy derrotada en las primarias pero destinada a tutelar al ganador, sin ningún prejuicio por ambas partes.

 

La segunda vuelta

Si. La segunda vuelta de las votaciones congresuales se ha convertido (y parece que fue hace un año) en la panacea de la limpieza, el honor restaurado tras el error sobre afiliación. Después de todo, los afiliados (cuantos fuesen) iban a elegir a los compromisarios que, finalmente, votarían directamente al presidente/a del Partido Popular. Burla burlando, el fiasco del número de afiliados no iba a interferir en el resultado de quien era elegido compromisario. Las listas estaban hechas y distribuidas. No había tiempo para repetir las primarias primeras con una lista de afiliados verdadera.

Dicho esto, los perdedores de la primera vuelta tenían asegurado el triunfo en la segunda: compromisarios, cargos públicos de todo tipo y región, que borrarían la sonrisa de una vicepresidenta sin gobierno ni poder interno en el partido, y elegirían a un aparato intacto al que se añade gente nueva de edad y muy vieja de ideas.

 

El  valle del silencio

El método de silenciar el murmullo con un grito es una vieja técnica en la comunicación humana. El deseo (veremos) de trasladar los restos físicos de Francisco Franco a un lugar apropiado, pero alejado de las víctimas enterradas en el Valle de los Caídos o de quienes el régimen enterró para confundir las almas después de la guerra, ha llevado la atención de todos a ese punto de atención que siempre consiguen la utilización o la necesidad de noticias. Del borroso recuerdo de los afiliados del PP y su congreso hemos pasado, casi sin darnos cuenta, a poner a Franco en el púlpito de la información.

Al mismo tiempo, pasaba también casi de puntillas el discurso del ganador del congreso del Partido Popular. No hubiera necesitado advertir que él no cogía el testigo de los años y gobiernos de José María Aznar. Es cierto. Él ha dado el salto hasta los orígenes del Partido Popular, no ya el que llegó por la senda de la UCD autodestruida, sino de la poderosa máquina multiservicios de AP, que sigue engrasando al Partido Popular.

Tal vez (tal vez) veamos pasar los restos de Franco camino de algún lugar respetable para él y para todos. No necesitará levantar la cabeza. El presidente popular volverá a las esencias, pondrá las ideas en la calle y activará eso que los independentistas han descubierto ahora con sus cruces amarillas: la acción política. Rajoy, aparentemente, no está ya, y Aznar no necesita volver, aunque sea para no encontrarse en los pasillos. Pero la finca está bien guardada.

 

Aurelio Romero Serrano (Ciudad Real, 1951), es periodista y escritor.

 

 

 

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