Hace años, el entonces secretario general de los socialistas españoles, Alfredo Pérez Rubalcaba, propuso ya retirar de la circulación los billetes de quinientos euros. Unos billetes poco manejables para la vida diaria, con un valor nominal superior incluso a los ingresos de muchas familias de nuestra nación. Pues bien, hoy veintisiete de enero los bancos centrales dejarán de emitirlos, aunque los ya existentes seguirán circulando y manteniendo su valor monetario. Eso sí, billete que se entregue en cualquier oficina bancaria de la Unión Europea, billete que ya no será devuelto a ningún cliente, quedando retenido por la entidad financiera.
Comprendo el nerviosismo que tal iniciativa puede crear en aquellos ciudadanos que han venido coleccionado “cromos” tan valiosos en grandes cantidades durante estos pasados años de locura económica, que al fin y al cabo a todas las colecciones se les acaba teniendo mucho apego y cariño. Pero al mantenerse en circulación sus poseedores no deberán preocuparse pues sabido es que siempre existe una salida para solucionar todos los “problemas” de la vida, incluso aquellos mucho mayores que este, cambiándolos poco a poco por otros cromos mucho más manejables; que la ventaja de ese tipo de colecciones no estriba en el valor de cada pieza sino en el sumatorio que presenta toda la colección.
Evidente que la retirada de estos billetes de la circulación no supondrá para el gran público ningún problema pues su utilidad podemos considerarla nula. ¿Quién maneja en la vida diaria billetes no ya de quinientos, sino de doscientos o cien euros? Aparecer en la cola de los grandes almacenes, en un bar o un cine queriendo pagar la entrada con un billete de quinientos, suena parecido a querer limpiarse las narices con una sábana de matrimonio. Por otra parte ya sabemos que eso de comprarse fincas, yates o casas sacando de la faltriquera un fajo de billetes es cosa que forma parte del pasado. Luego la medida llega, creo, a toro bastante pasado.
Pocos años atrás España era el país que más billetes de quinientos euros tenía puestos en circulación, a saber el veintiséis por ciento del total en la eurozona y suponían el sesenta y cinco por ciento del total de dinero en circulación en nuestro país. Un porcentaje que tendría que haber colapsado la circulación monetaria, cosa que no ocurrió y es que circular, lo que se dice circular, circulaban muy poco, que estaban bien aparcados y no en los garajes precisamente.
La medida parece tiene que ver con las actividades poco o nada claras fiscalmente hablando o directamente delictivas. Bienvenida sea la medida, aunque el pobre billete en cuestión, pobre en sentido moral, claro, no tiene la culpa de que exista tanto ladrón.