Si los votos de la izquierda o centro-izquierda socialista no se hubieran quedado en casa en ese alto porcentaje de votos, VOX no hubiese conseguido 16 escaños en el Parlamento de Andalucía. No hace falta incidir en el dato, pero es necesario recordarlo para entender lo que está ocurriendo con la formación del gobierno PP/Cs/VOX que se avecina para echar al PSOE de Susana Díaz. Y remarco las palabras para orientar mejor.
Cada hora queda más claro que los escaños de la ultraderecha en las elecciones de hace apenas un mes fue un premio gordo en una lotería electoral que no esperaban. Ni ellos mismos. Andalucía era su laboratorio y les ha explotado por sobrecarga. Vemos por eso que han ido cambiando la estrategia sobre la marcha, con una habilidad de comunicación que ni la de Podemos en sus mejores tiempos pasados.
De alguna manera, VOX quiere presentar su poder en la tierra de María Santísima a la manera en que lo hizo el PSOE desde las primeras elecciones democráticas: “Desde Andalucía, para España”. Más allá del saco de votos que los andaluces otorgan a un partido nacional, lo demás es una excusa: Andalucía es el estandarte para la marcha hasta la Moncloa. Cuando se pueda. Pero ¿la marcha de quién?
Madrigueras o salas de espera
En estas semanas todo es apariencia y VOX ha sacado a los demás partidos políticos de su ensimismamiento y los ha ido convirtiendo en madrigueras, tanto a la izquierda como a la derecha. La dificultad de formar una mayoría que asegure la elección de un presidente o presidenta, y después su gobierno, la está manejando VOX porque los demás partidos son incapaces de tan siquiera plantearse una vía sin VOX. Y ahí es donde radica el verdadero problema político en Andalucía y, también, en la España inmediata de mayo y sus elecciones municipales y autonómicas.
En esa madriguera temerosa está Podemos/Adelante Andalucía, con su propuesta de una candidatura independiente a la Presidencia de la Junta. No la hubieran hecho si no temiesen que, con o sin Susana Díaz, el PSOE puede terminar en la mesa negociando con Ciudadanos y el propio PP si VOX seguía insultando al sentir común. Ha sido “una cana al aire” del partido andaluz proporcionalmente más dañado por el rechazo de sus bases y votantes, pese al supuesto cansancio de los años de gobierno socialista en esa tierra.
El desierto hasta las municipales
Lo del PSOE va de soberbia capitana e incapacidad para moverse, decidir, actuar en un escenario invisible, aunque la sociedad que les votaba y la que les votó se preguntan dónde está, dónde estuvo ese PSOE. ¿Quizás esperando un fracaso de las negociaciones de las tres derechas para verse las caras con media sonrisa? La expresidenta anticipó las elecciones por falta de cintura, pero su socio nato fue y volvería a ser Ciudadanos. Pero -¡ay!- en España no hay una derecha digna de sentarse con ella a negociar una coalición de tres sin que nos estallen las venas del cerebro. Cuarenta años desde la transición no han sido capaces de generar una derecha que se pueda codear con la europea sin producir sarpullidos.
Ciudadanos seguirá diciendo que la ultraderecha no es su aliada en la combinación de Gobierno. La elección de “su” presidenta del Parlamento, de CS, era el objetivo primero porque ya era intocable salvo que se convocaran nuevas elecciones. Mientras, sigue con la cabeza asomada en su madriguera gritando que VOX no va con ellos o viceversa.
En realidad, en Ciudadanos saben que ellos sólo son un adversario electoral para el partido ultraderechista. El verdadero enemigo de VOX es el Partido Popular. Carne de su propia carne, VOX (también sus electores) conocen el sabor de la sangre que recorre las venas del PP, densa y oscura. Son hijos del mismo viaje histórico que Manuel Fraga culminó metiendo a la derecha franquista de Alianza Popular en el seno del Partido Popular, del que fue expulsando a todos los demás grupos más tibios surgidos a la muerte del dictador. VOX y el José María Aznar que le sopla al oído no están en una simple batalla territorial. Incluso hubo días en que parecía que no la iban a dar y que dejarían al PP desnortado en medio de la plaza y sin opción alguna de gobierno, salvo el de intentar un acercamiento al PSOE que odian.
En el centro de la arena, VOX juega a la charlotada con el toro ganador, lo marea con siete enanos saltando a su alrededor y le clavará las banderillas en un alarde. Seguramente se formará ese gobierno. Llevará colgando el programa más franquista de nuestra reciente historia y, si pretende deshacerse de ella, dejará de gobernar.
Así concluye la historia respecto de Andalucía, que tiene un plazo fijo y sólo era un primer escalón en la “reconquista de España”.
*Aurelio Romero Serrano (Ciudad Real, 1951) es periodista y escritor.