Nadie puede pensar ya que es casual la aparición de los partidos de ultraderecha en Europa o los gobiernos presidencialistas que se extienden por América. Tal vez, como se afirma, sean consecuencia de una crisis financiera y económica que desde hace dos décadas se ha ido llevando la realidad y los ideales de aquel estado de bienestar al que nos acostumbramos -si, nos “bienacostumbramos”-. Pero ni siquiera esas crisis sucesivas fueron casuales y cumplieron todos sus objetivos: recortar los derechos sociales, remover las calles durante un tiempo al grito de un liderazgo casi siempre desconocido que terminó por desmovilizar, conseguir el descrédito de los partidos que gestionaron y crecieron con ese estado de bonanza y defendieron el avance de los derechos ciudadanos; desarbolar y destruir la representatividad de los movimientos sindicales organizados …
Vivimos la segunda parte de esa nueva gran cruzada de los poderes económicos destinada a secar el pacto firmado en la postguerra europea entre el capital y la sociedad, del que nacería eso que llamamos socialdemocracia como idea, tan significativa como difícil ya de definir a estas alturas.
El retorno del toro negro
En este segundo tiempo, el nuevo objetivo es evitar que sea contestado por la ciudadanía el segundo ajuste, el de conseguir la rentabilidad a cualquier precio. Se banalizan los hechos, se restringe la libertad de expresión, se convierte la información en espectáculo para acostumbrarnos a la desdicha de otros, se presenta la acción política como un fenómeno chusco y se concentra el poder sobre los medios cerrando vías de información a las que sólo tienen acceso los que permite el guión predeterminado.
Así nace VOX en Andalucía después de su campaña de gestación con personajes renombres y equívocos, medios dispuestos a hablar de ellos como noticia y servirlos en la bandeja de la propaganda pura y dura. El nuevo partido es un viejo partido que se diluyó por conveniencia en el seno del PP y que ha resurgido porque la guerra interna del PP estalló entre Aznar y Rajoy y porque serviría para hacerse un lugar en un escenario político donde el populismo de toda índole obtenía alguna cosecha.
Romper el PP desde dentro
Pero VOX no ha nacido en un solo día. Es cierto que alguno de sus dirigentes más visibles ha caminado por la cuneta liberal del Partido Popular, la más enfrentada a la falsa “Primavera popular” de Mariano Rajoy -como si eso importara mucho-, o que se haya financiado desde la misma “cajas B” que alimentó las cuentas corrientes de otros dirigentes populares. Lo trascendente es que VOX ha roto al PP desde dentro, donde más podía dolerle: en la urna de votar.
El juego entre PP y VOX en Andalucía es el primero de un combate a dos asaltos: el gobierno andaluz y las elecciones del mes de mayo. La derecha franquista (con chaqueta aristocrática o mono de trabajo) ha roto el cordón que Manuel Fraga también quiso dejar atado y bien atado y ha recuperado nombres, blasones y jerséis de Cortefiel para decir NO a todo.
Expertos habrá que nos dirán cuántas de las propuestas de VOX, las que plantean ahora para dar su apoyo en Andalucía, son hijas de las leyes franquistas, esas que llamamos anticonstitucionales. Los españoles no tenemos grabados en la memoria los artículos de la Constitución, aunque los intuimos. Lo que sí sabemos a ciencia cierta cuál es ese país que VOX quiere recuperar. Su relación de ideas suena mal ahora, pero es peor aún la realidad que quieren volver a establecer.
El PP quiso vender una piel de tigre ajena antes de cazarlo, para demostrar que la suya es de un cordero de centro-derecha. Sin embargo, el devaneo del contrincante le ha situado en el mismo carro, le ha descubierto las vergüenzas políticas que una parte del PP quiso ir limando, y basta con escuchar al PP gallego o vasco, sin renunciar a su espacio ideológico. Ahora puede gobernar con el apoyo de VOX, pero ese gobierno lleva dentro una alta dosis de cianuro.
Hoy por hoy, hay una presidenta ganadora y ausente, probablemente ensimismada en su crisis interna; un candidato que no ha ganado pero puede gobernar a lomos del toro de Osborne, y un partido que no es rojo ni limón que ha cazado una pieza antes de salir al campo. Todo es anecdótico. El futuro no se juega ya en Andalucía, salvo que se repitan las elecciones pero sólo VOX lo desea, aunque haya aplazado su ímpetu. En Sevilla, España siempre está a la vuelta de la esquina, mano a mano, y en Madrid y mayo se peleará a cara de perro por esa tierra reconquistada.
*Aurelio Romero Serrano (Ciudad Real, 1951) es periodista y escritor.