El pasado día 28 de septiembre falleció en Madrid, quedamente, nuestro querido padre Antonio Barba Prado, nacido el 25 de septiembre de 1936 en su querida Ciudad Real, de una familia oriunda de Pozuelo de Calatrava. Tenía 88 años recién cumplidos. Se fue así un gran manchego orgulloso de serlo, vecino desde hace desde hace décadas de la capital, tras un periplo vital que le llevó primero a Barcelona, no sin antes hacer una larga mili de la época en Marruecos. Mi padre tuvo que emigrar de su Mancha, como sus hermanos, que fueron recalando y buscándose la vida en sitios tan distantes como Venezuela o Suiza, para acabar todos reunidos con mis abuelos en la capital. En Madrid se afincó y aquí pasó su vida laboral, conoció a mi madre, fundó una familia, hizo su vida, pero nunca, nunca, se olvidó de su amada Ciudad Real. A su ciudad fuimos de visita con él en varias ocasiones, porque él siempre la tuvo muy presente en su corazón, y visitamos las calles en las que su familia vivió: Sancho Panza, Toledo, Ángel.
Se consideraba manchego antes que nada -tocado con ese tan particular sentido del humor de la tierra-, y siempre se alegraba muchísimo cuando los avatares de la vida le hacían coincidir con algún compatrioto -como diría Cervantes en El Quijote- de aquella tierra de vino, queso y buena gente.
Mantuvo su amor por La Mancha toda la vida y algo de ese amor nos lo contagió también a sus hijos. “Los nenes” les apodaban en su época en Ciudad Real a mi padre y a sus hermanos -Petra, Fermín, Eusebio-: unos “nenes” amantes y añorantes de su tierra, personas que, como tantos españoles de su generación, trabajaron para legarnos un país mejor y a quienes, con estas letras, quería rendir un pequeño y afectuoso homenaje.
Antonio Barba Gómez
DNI 50180747Z