La Universidad de Castilla-La Mancha trajo a Ciudad Real hace unos días al escritor inglés Chris Stewart para dar una charla en la que repasó su vida llena de avatares, de cambios, de viajes, de búsquedas. Hay muchas razones para aplaudir la existencia de nuestra universidad, y una de ellas es la oportunidad de escuchar a personajes tan singulares como este británico afincado en Granada y enemigo declarado del ‘brexit’.
Siendo apenas un adolescente, Stewart fue uno de los miembros fundadores del grupo Genesis, con el que llegó a grabar un par de singles a los mandos de la batería. Sin embargo, la aventura musical duró poco: lo expulsaron del grupo por su escasa maestría con las baquetas. Él mismo reconoce que “tocaba fatal” y que, en realidad, lo que quería era ser guitarrista.
Naturalmente, es imposible saber cómo habría transcurrido su vida de no haber sido apeado a las primeras de cambio de un grupo que en pocos años se convirtió en uno de los más exitosos de la historia de la música: ¿Se habría convertido en una megaestrella del rock como Peter Gabriel, su compañero en Genesis, o como Phil Collins, su definitivo sucesor en la batería? ¿O habría terminado por abandonar ese camino para buscar el suyo propio como finalmente hizo?
Lo que sí sabemos es lo que hicieron otros que pasaron por el mismo trance, como Pete Best, el primer batería de los Beatles, que también fue expulsado del grupo poco antes de la explosión que los impulsó en una ascensión fulgurante hasta la gloria eterna. Best siguió en el mundo de la música, explotando su pasado como miembro del mejor grupo de la historia e intentando arañar unas migajas de la fama de sus excompañeros. Los títulos de algunos de sus discos (juegos de palabras tan lamentables como ‘Best of The Beatles’ o confesiones autocompasivas del tipo ‘The Beatle that Time Forgot’) dan una triste idea de cómo ha sido su vida, aunque hay que reconocer que ser despedido de los Beatles a las puertas del paraíso es una faena de las gordas y nadie puede reprocharle que haya querido tener –aunque ínfimamente– su parte del pastel.
Para Best la experiencia culminante de su vida fue su breve y fracasada estancia en los Beatles y en torno a ella ha hecho girar toda su existencia. Chris Stewart, sin embargo, no se detuvo a lamerse las heridas y siguió adelante. Mientras Génesis ascendía a los cielos, él fue pastor de ovejas, esquilador, trabajó en un circo y viajó mucho. En uno de esos viajes llegó a España, conoció las Alpujarras granadinas y allí se quedó. Desde entonces ha desarrollado un interesante trabajo como escritor y, sobre todo, ha conseguido crear junto a su esposa un placentero estilo de vida –según sus palabras “pobre” pero digno de los “dioses”– en contacto con la naturaleza, con unas pocas ovejas y rodeados de naranjos.
Stewart dice que su vida ha sido un constante viaje en busca de “su” don y que todos deberíamos hacer lo mismo si queremos ser felices o, al menos, vivir soportando menos frustraciones. Cuando era joven creyó que su don era la música pero a los 45 años descubrió que en realidad era la escritura y cuenta la felicidad que siente cuando atina a construir una frase bonita en español, un idioma que no es el suyo.
La historia de Chris Stewart está llena de moralejas: aprender a levantarse después de un fracaso porque quizá el destino tiene reservado para ti un triunfo si no desistes en su búsqueda; y, sobre todo, las satisfacciones y hasta el placer que procuran las pequeñas cosas cuando descubres la belleza que esconden, como ver crecer los naranjos que tú mismo has plantado.
Fernando Savater repite que él no aspira a la felicidad, sino a algo menos ambicioso: sólo quiere estar contento, porque eso, al final de todo, significa que has pasado por el mundo con algo de alegría, sin resentimientos y sin arrastrar la terrible sensación de haber malgastado el tiempo. Stewart asegura que él y su mujer viven “no solo contentos, sino eufóricos”, y ahora, pasados más de cincuenta años desde su fallida aventura en Genesis, estaría bien poder medir el nivel de plenitud y de satisfacción que han alcanzado en sus vidas los famosísimos y multimillonarios miembros del grupo y compararlo con el de este hombre sencillo que dedica su tiempo a escribir, a cuidar ovejas y a plantar naranjos en una finca de las Alpujarras.