De los precios de los alquileres modernos lo sabemos casi todo. Muchos son abusivos, inmorales y antisociales, ajenos a las características de un domicilio tradicional, inadecuados al servicio que deben prestar, y les honran tantas características negativas, que aparecen en todas las encuestas del sector como la primera preocupación social de los padres, los hijos y hasta los nietos.
Este texto lo escribo para hablarles de ese casi que muchos lectores no sabrán de los alquileres de viviendas para migrantes. La negativa de algunos propietarios, interpretada por las inmobiliarias, suele ser fulminante: porque los migrantes quitan lustre al barrio, porque no tienen contrato o se les acabará si lo tienen, porque sus características físicas son distintas, porque se dice que sus conductas tienen mucho que desear… aunque si atornillas al interlocutor, no sabe dónde lo ha oído, ni quién lo ha dicho, ni si había pruebas, pero lo comenta con el vecino.
Si todos estos detalles son malos, los hay peores. Hay constructores que emplean a extranjeros y no les pagan o no les pagan los salarios legales, con la promesa de habitar en alguna de las viviendas de su empresa; y que esto será con alquileres bajos o incluso sin pagar alquiler. La tentación es invencible sobre todo si tienes la experiencia de haber dormido en la calle. La vivienda aparece como estaba prometido, y hasta algo amueblada y el interesado la ocupa. La sorpresa o mejor el chantaje es que el casero les prohíbe darse de alta en el censo con la advertencia de que si lo hacen los echará de la casa. Si el constructor tiene conexiones con alguna inmobiliaria, el caso anterior contado en singular se convierte en un caso plural que se va propagando como una mancha de aceite. Aplicando los datos que figuran en internet, hay familias que si estuvieran empadronadas en el municipio donde viven, podían haber cobrado algo más de mil euros mensuales durante los últimos años desde que se implantó el Ingreso Mínimo Vital en el 2020.
El lector se preguntará dónde esta la esperanza anunciada en el título, aunque solo fuera una gota. Está en la denuncia ante quien lo debe saber y debe tomar medidas. Las instituciones más conocidas para recibir denuncias (o quizá las únicas) son la policía, el juzgado de guardia o la Inspección de Trabajo y por supuesto cualquier comisaría. Se pueden hacer presencialmente, por teléfono, o por internet en sus respectivas oficinas virtuales. Las denuncias pueden ser anónimas, pero en caso de ir identificadas, la Administración Pública tiene la obligación de conservar oculta la información. ¿No creen Vds. que es hora de denunciar, no por nosotros que no arriesgamos nada, sino en favor de los emigrantes que si se movieran perderían lo poco que tienen?
Hay quienes valoran mucho los pequeños detalles y cito algunos. Los mismos migrantes dicen a los conocidos hable bien de mí, no sabe Vd. lo que duele oír que soy un delincuente y que lo oigan mis hijos: nunca he robado, aunque siempre he sido pobre. Hagámoslo.
Hay pequeñas organizaciones, o grupos de amigos simplemente, que se sientan en un banco de un lugar público, estilo Hyde Park en Londres, y leen escritos sobre la verdadera situación (ni mejor, ni peor) de los migrantes.
Y por último citaré una pequeña acción, suscitada por un comentario de un amigo no creyente ¿pero es que los cristianos no vais a hacer nada en Semana Santa? Esta pregunta se ha convertido en un cartel puesto en un balcón que dice yo amo a los emigrantes escrito encima de una patera saturada de personas.
La imaginación, puede ayudar a poner de manifiesto los problemas.