Una de las recomendaciones es rezar por todos, también por los dirigentes del Imperio, desde el emperador hasta los gobernadores de las provincias. La paz es buena para el hombre y buena para la fe.
No eran precisamente creyentes en Jesús los reyes y gobernadores de aquella época. ¿Cuál es la razón por la que Pablo pide oraciones por ellos? “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. El mensaje cristiano es universal de raíz, aunque aún hubiera llegado a muy pocas personas. El Dios único del judaísmo había enviado a su Hijo para abrir las puertas de la elección y la gracia a todas sus criaturas: este era el mensaje del Evangelio por el que Pablo vivió y entregó su vida.
El mensaje de Pablo es lo contrario a una secta: no se salvan un conjunto de privilegiados o escogidos, un grupo de personas perfectas y puras. La voluntad de Dios es clara: quiere que todos los hombres se salven y conozcan a su Hijo, conozcan sus planes, tengan experiencia de su amor. La palabra de la fe debe llegar a todos.
Voluntad salvífica universal
Existe una razón aún que fundamenta esta voluntad salvífica universal de Dios: Dios es uno solo y su Hijo es el único mediador entre Dios y los hombres. La primera afirmación es compartida por muchos, tal vez también por muchos no creyentes: Dios, de existir, debe ser único; es evidente que, en caso contrario, no sería Dios.
Más difícil de aceptar es la segunda afirmación de la frase: “Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres”. Esta idea no es de Pablo de Tarso, el fariseo converso, también está recogida en el resto de los escritos cristianos primitivos. En concreto, el evangelio de san Juan, testimonio del discípulo amado, afirma una y otra vez que Jesús es el camino, el único camino: “Nadie va al Padre sino por mí”.
El cristianismo no puede renunciar a esta convicción que cimienta su fe. Podrá ser aceptada o negada, podrá ser considerada verdad o mentira, pero no se puede eliminar y querer seguir conservando el cristianismo. Ser cristianos es aceptar a Jesús de Nazaret como el Hijo único, como el Logos de Dios, como el Mediador único y el Salvador de todos.
Universalidad del mensaje
La universalidad del mensaje cristiano se suele aceptar con facilidad; es más, son muchos católicos convencidos los que suelen tener dificultades para aceptar esta universalidad del Dios misericordioso. Pero suele pasarse por alto el fundamento de esta universalidad, tanto por los ateos como por algunos católicos muy convencidos: el cristianismo es universal porque brota del Hijo único de Dios. La universalidad está fundada en la unidad, en la verdad de las pretensiones de Jesús. Todos somos cristuras porque hay un solo Creador; todos estamos llamados a ser hijos porque hay un solo Padre, todos podemos ser salvados porque hay un solo Salvador.
Parafraseando la famosa frase de Los Mosqueteros, si el Dios único es para todos, todos estamos llamados a ser para Uno, para él. Fuera de él no somos: no hay filiación, no hay salvación, no hay futuro.
Podemos rezar por nuestros políticos, debemos hacerlo; Pablo de Tarso nos sigue invitando a ello. Necesitamos paz, tranquilidad. Necesitamos, sobre todo, creer en las posibilidades de Jesús: todos, lo sepan o no, están esperando su mensaje y su abrazo.