Arturo Saúco Jiménez, bisnieto y bibliógrafo de Ceferino Saúco Díez (1851-1915), ha celebrado la herencia de su antepasado como ilustre farmacéutico, político y escritor de entresiglos, sobre todo en la etapa en la que, como alcalde de la capital (1909-1912), modernizó Ciudad Real.
Saúco Jiménez lleva años visibilizando la figura y trayectoria de su polifacético y célebre familiar, cuyo legado sigue vivo a través de dos libros, ‘Ceferino Saúco Díez 1851-1915’, escrito hace 10 años por Saúco Jiménez y sus primos Jorge Jesús Saúco Ruiz y Francisca Palacios Ruiz, y ‘Ceferino Sáuco Díez (1851-1915). Su paso por las reales academias’, de edición propia del biógrafo que esta tarde se ha presentado en Ciudad Real en un acto organizado por la Asociación Amigos del Museo de Ciudad Real-Convento de La Merced.
Se trata de una recopilación de documentos históricos, obtenidos de las fuentes originales, del paso del intelectual de la segunda mitad del siglo XIX por tres reales academias (Farmacia, Bellas Artes de San Fernando e Historia) y por la Orden de la Beneficencia, entre otras instituciones.
Estas y otras pertenencias del inquieto intelectual ciudarrealeño que destacó por “la solidaridad con los más necesitados” desde las más altas instituciones de la época, y también como regidor, conforman el legado recogido en el nuevo libro, cuyo autor ha valorado para volver a reivindicar un espacio público en su memoria. “Su tierra tendría que acordarse de Ceferino porque no hay otro alcalde que en 3 años hiciera tantas cosas por Ciudad Real como él”, ha señalado, a la vez que ha reclamado su acción vital como una fuente inagotable de información. “Es una investigación eterna”, ha indicado.
En la misma línea, Julio Chocano, delegado territorial en Castilla-La Mancha de la asociación Hispania Nostra, para la defensa del patrimonio cultural, ha calificado la figura de quien fuera gobernador civil de Tarragona, Gerona, Zamora y Santander, como hombre “renacentista”.
Tras acercarse a la persona y al personaje, el historiador también ve la necesidad de reconocer su legado con la nominación de un espacio municipal, “incluso con una estatua”. A su juicio es una de las personas “más ilustres que ha dado Ciudad Real”, en base a todos los cargos políticos y profesionales que exitosamente desempeñó, y que tras más de un siglo merecen “un reconocimiento”.
El nuevo libro
Tras una introducción, el nuevo libro recoge dibujos, fotografías, expedientes y otros documentos oficiales de Saúco Díez como farmacéutico y miembro de la Real Academia de Farmacia. Es el primer capítulo y muestra recortes de periódicos ‘La farmacia española’ y ‘El restaurador farmacéutico’ sobre la intervención del ciudarrrealeño en campañas de recaudación para ayudar a los afectados de las inundaciones de Consuegra (Toledo), del traspaso de su botica en la calle Cuchillería, número 1, o de los productos que vendía.
Le siguen las páginas dedicadas a su condecoración con la Cruz de primera clase de la Orden de la Beneficencia en 1887 por los servicios prestados en Ciudad Real y otros pueblos durante la epidemia de cólera de 1885. En este caso, son varios los recortes de periódicos que lo atestiguan, como el propio El Labriego (1877-1926), del que era fundador y director.
El tercer capítulo se centra en la incorporación de Saúco Diez en la Academia de la Historia en 1891, donde ingresó gracias al padre Fidel Fita y Colomer, su mentor, tras haber obtenido el primer premio literario con su obra ‘La batalla de Alarcos’. Como cronista histórico, Saúco Díez también prologó ‘Oretanas’ del prestigioso autor manchego Rafael López de Haro.
Respecto al paso del político decimonónico por la Academia de Bellas Artes de San Fernando, según su biógrafo, llegó a formar parte por haber sido miembro de su homóloga de Historia, por lo que participó en las comisiones provinciales de monumentos históricos y artísticos.
Igualmente, en quinto apartado el bisnieto recoge el nombramiento de Ceferino como jefe superior de la Administración Civil del Estado con tratamiento de usía ilustrísima, tal y como lo recogieron periódicos como El Eco del Magisterio.
El paso de Saúco Díez por la alcaldía fue muy fructífero, como se demuestra en las páginas del sexto capítulo, por los proyectos que impulsó como la Escuela de Artes, el nuevo mercado, la remodelación del Paseo del Prado y la Plaza Mayor, o la renovación del acerado y el alumbrado.
Estas acciones y otras más solidarias con los colectivos vulnerables le valieron diversos reconocimientos como el de hijo adoptivo (1911) y predilecto (1914) de Ciudad Real.
Saúco Díez también ingresó en la Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén por su papel en la epidemia del cólera del último cuarto del siglo XIX, en la que participó “dando traslado al cementerio de los cadáveres que se encontraban tirados en la calle”.
El alcalde cumplió los exigentes requisitos para ingresar en esta orden, como acreditar servicios hospitalarios a la población tener limpieza de sangre (hasta el tercer grado), haber sido nombrado concejal al menos dos veces (él lo fue por Alcázar y Ciudad Real).
Uno de los dos capítulos finales, está dedicado al tatarabuelo de Saúco Jiménez y padre de Ceferino, Pedro Ruiz-Saúco López-Brieba, “también un ilustre manchego de su época (1825-1889)”. Fue gobernador civil de Ciudad Real y caballero de la Orden de Carlos III, de la que recibió la gran Cruz, por los servicios que prestó a la Corona.