Francisco Amaya, el joven de Daimiel de 30 años que estuvo nueve meses huido para evitar ingresar en prisión para cumplir una abultada de condena por violencia de género e inmerso en diversas causas, entre ellas amenazas, acaba de ser condenado a cuatro años más de cárcel por tráfico de drogas.
La sección segunda de la Audiencia de Ciudad Real, que juzgó el caso junio, considera probado que mientras estuvo huido de la justicia se ocultó en una vivienda de Daimiel en la que con ayuda de un hermano y su expareja, se ocultó de las fuerzas de seguridad, al tiempo que trapicheaba con drogas, cocaína y heroína, y lo condena ahora por delito contra la salud pública.
La sala estima probado que “desde el mes de abril de 2019, en el domicilio de Daimiel ocupado por Francisco y su entonces pareja E.I.D., colaborando con ellos el hermano del primero, J.A.A.”, en esa casa entran y salen consumidores de estupefacientes en “incesante trasiego”, mientras sus moradores adoptan estrictas medidas de seguridad para detectar posibles seguimientos o vigilancias.
Cocaína y heroína en la casa
Esas vigilancias y seguimientos culminan en una entrada y registro en junio en la que las fuerzas de seguridad encuentra cocaína, heroína (en pequeñas dosis), moneda fraccionada y otros indicios del tráfico ilegal de drogas. Para el tribunal la participación del acusado en el trapicheo en esta vivienda “no ofrece duda de ningún tipo”, dice textualmente la sentencia que acaba de hacer pública.
A E.I.D y J.A.A. la sala los condena a tres años y medio y tres años de prisión, respectivamente. También les impone multa de 7.500 euros a cada uno y el pago de las costas procesales.
Todo empezó en noviembre de 2018
Huido de la justicia desde noviembre de 2018, cuando no se presentó a la vista en la que la fiscalía pedía su ingreso en prisión por su peligrosidad, Policía Nacional y Guardia Civil siguieron la pista de ‘El Cano’ en esos meses hasta Daimiel, población en la que seguía deambulando en 2019, pese a ser público que estaba en rebeldía.
La Policía Nacional lo localizó en abril en Ciudad Real, y lo siguieron, pero en el último momento se escabulló en una casa del barrio de El Alto, de su núcleo familiar, que la Guardia Civil empezó a vigilar porque siempre pensó que no se había ido de Daimiel.
Esos seguimientos dieron como resultado su detención el 7 de junio de 2019 en un despliegue de unos 200 agentes de los grupos especializados Usecic y GRS de la Guardia Civil, del que esa vez no se pudo zafar.