¿Cómo ha evolucionado la prensa de Castilla-La Mancha en los últimos 40 años? ¿Los medios de comunicación han sido elemento cohesionador de la identidad autonómica? ¿Por qué es la primera región que ha dejado de editar periódicos convencionales en papel -salvo ‘La Tribuna de Albacete’-? ¿Y cuál es el papel de la prensa digital por la que han apostado las empresas periodísticas en la última década?
Son cuestiones sobre las que Belén Galletero Campos, profesora de ‘Periodismo audiovisual: Televisión’ en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Castilla-La-Mancha (UCLM), reflexiona con el diario Lanza. La docente ha investigado el florecimiento y decadencia de los medios escritos en Castilla-La Mancha desde la Transición, un marco histórico paralelo al desarrollo de la España de las Autonomías, cuyo contexto socioeconómico explica la corta vida de algunas cabeceras.
La evolución de los medios de comunicación en la región coincide, recuerda Galletero, con la “transformación” del sistema de prensa a nivel nacional en los años 80, tras dejar atrás la Prensa del Movimiento del régimen franquista y sus diferentes controles”. “Fue una prensa, señala, ligada a la construcción de la nueva autonomía”.
Los periódicos de la época siguieron de cerca este tiempo, de gran efervescencia política y social, conscientes del papel vertebrador que empezaron a asumir con la llegada de la democracia.
Destacaron las informaciones sobre la posición de rechazo de los partidos conservadores y la reticencia de Guadalajara a incorporarse al nuevo mapa castellano-manchego por sus lazos territoriales y económicos con Madrid, y de Albacete, históricamente apegada a Murcia.
Surgieron las primeras iniciativas privadas dentro de la eclosión de medios de esos años, aunque impulsadas por corporaciones con pies de barro, ya que fueron proyectos concebidos de manera territorial, con inversiones muy ajustadas, y al margen de una visión regional para las cinco provincias.
“A diferencia de otras autonomías similares a la nuestra en dispersión como Castilla y León o Extremadura, con arraigadas cabeceras e importantes cifras de lectores, Castilla-La Mancha no logró impulsar un gran medio referente y consolidado para toda la comunidad”, subraya la profesora.
Lo más parecido fue una edición de Diario 16 para la región y ya en los 90, el proyecto de un empresario ciudarrealeño con ‘Las noticias de Castilla La Mancha’, que apenas cuajaron por insuficiencia de recursos y personal, y ausencia de sentimiento regionalista.
Por el contrario, el modelo que triunfó en esa década y en la primera del siglo XXI, con gran profusión de medios, fue el encabezado por grupos con ediciones provinciales y locales, como el El Día y Promecal, centradas en la actualidad de proximidad.
¿Las razones? Según apunta la autora de ‘Ciudades sin periódico: auge y declive de la prensa provincial de Castilla-La Mancha’ se debe a un conjunto de circunstancias sociales, económicas y culturales.
Por un lado, el fracaso en el mantenimiento de la presencia de medios convencionales en el kiosko, tiene tintes sociológicos, como los altos índices de analfabetismo (en 1982 la región tenía una tasa de 121 analfabetos por 1.000 habitantes, frente a los 70 a nivel nacional), la baja inmersión educativa, sobre todo de población universitaria, la escasa cultura lectora, una sociedad muy rural con un mínimo consumo de prensa, un escaso tejido productivo y una incesante descapitalización demográfica.
Eran “divergencias importantes respecto a regiones del norte” que marcaron el inicio de partida de Castilla-La Mancha “en una situación de desventaja”.
Son condicionantes que hicieron que las apuestas mediáticas “no fueran rentables para las empresas periodísticas privadas”, y que desde finales de los 90 “hiciera irrevocable el plan de transición digital hacia la conversión a un nuevo modelo de negocio”.
Así, de la eclosión de medios de los años 80, pasó en los albores del siglo XXI a otro auge más debilitado que cayó más deprisa ante las dificultades que encontraron los empresarios para mantener vivos estos negocios.
La llegada del nuevo milenio supuso la inauguración de “la edad de oro para la profesión”, debido a la coyuntural pujanza económica (sobre todo por el boom de la construcción) y al aumento de inversión publicitaria, elementos que se sumaron a los efectos en positivo del autogobierno: dotación de estructuras educativas y comunicativas, y repunte del índice de población lectora de diarios.
El ámbito público, por su parte, ha ofrecido más fortaleza a la hora de impulsar corporaciones mediáticas, no tanto en el impulso y mantenimiento de los proyectos, como en su papel cohesionador de la región.
Es el caso de Castilla-La Mancha Media, el ente público de radio y televisión autonómico que ha vertebrado la autonomía desde su implantación en todas las provincias hace 20 años.
Como servicio público, la corporación audiovisual ha sabido aprovechar la capacidad que tiene de llegar a todos los rincones del territorio autonómico porque “cuenta con recursos suficientes, humanos y económicos”. Su mirada regional, explica Galletero, abarca la elaboración de unos contenidos -informativos y de entretenimiento- “que no son la suma de cinco provincias”. Se ha convertido en una herramienta de conciencia autonómica que está haciendo que los televidentes y escuchantes de una provincia “se identifiquen con los problemas de otra”.
CMM es “el medio que está haciendo más región”, sentencia la docente, al igual que otros digitales encastillalamancha.es o elespanol.com/eldigitalcastillalamancha/ también trabajan con una concepción regional.
La era de los digitales
La llegada de estos y otros medios por internet se produjo por el cambio ligado a la reestructuración del sector de la construcción, muy vinculado al auge periodístico en la década de los 90. La desaparición de cabeceras de papel convencionales (hay ediciones de La Tribuna gratuita y un semanario de Lanza también sin pago) -excepto La Tribuna de Albacete-, dejaron un espacio en el que ya reinan numerosos medios digitales, algunos “muy interesantes”.
Se trata de un nuevo modelo que desde el punto de vista de la pluralidad “es positivo” pero también necesitado de inversiones en profesionales, medios y equipamientos y con el desafío de atender las nuevas demandas de los consumidores de información.
“Que no haya prensa en papel no tiene que ser negativo si la prensa digital es buena”, al margen del perjuicio que ha podido suponer para los más mayores de la sociedad al quedarse “desinformados”, sostiene la profesora de la UCLM. “Hay ejemplos, agrega, de digitales nativos de calidad” u “otros modelos que se han transformado muy potentes”.
Según los datos del Observatorio de la Comunicación de MediaCOM (un proyecto de la Facultad de Comunicación para canalizar estudios sobre las transformaciones y el impacto de los medios de comunicación en la región), en 2009 había censados10 digitales, en 2015 se registraban 76 y en este 2022 hay 74.
Las cifras reflejan, según la profesora de Televisión, la superación de un periodo de florecimiento de cabeceras online, con un vaivén en el que abrían y cerraban en cortos espacios de tiempo, mientras que en la actualidad hay más estabilidad y se mantienen los ya consolidados en sus territorios.
El reto ahora es “cómo van a sobrevivir” porque “la información de calidad se tiene que pagar”.
Más allá del formato, incide Galletero, “el funcionamiento de cualquier medio conlleva unos gastos, sobre todo si tiene un compromiso con la actualidad, y trabaja con los profesionales que hacen información en el terreno, sin cortar y pegar”. El mantenimiento económico es una de las alertas que tiene encima de la mesa el periodismo de calidad en el entorno digital. “El debate no es si es mejor la prensa en papel o la digital, sino conseguir recursos para tener un medio solvente y referente, que pueda hacer frente a los pagos de sus periodistas y a sus recursos humanos y materiales”.
Es un reto en el que están inmersos los medios privados de Castilla-La Mancha, muy dependientes de la publicidad, todavía con un tejido industrial frágil, y gran ligazón a la los recursos públicos.
“Depender de la publicidad de las instituciones no es malo, opina la investigadora, si está bien regulada, y tiene sus controles y cauces para que no tenga un uso perverso para mantener a medios afines”.
En el camino está el pago por los contenidos digitales, que ya utilizan las grandes corporaciones, en Castilla-La Mancha apenas implantado. “Es hacia donde vamos, como en las principales cabeceras donde no puedes acceder de manera ilimitada a todas las noticias”.
La suscripción es una vía de ingresos que en la región podría consolidar el futuro de los periódicos digitales, mantener las plantillas y hacer “un periodismo diferente y reposado” que llegue a calar y a dejar posos identitarios en la sociedad castellano-manchega.
En este recorrido de cuatro décadas, destaca en positivo la profesionalización en las redacciones, hasta los años 80 frecuentemente habitadas por colaboradores y periodistas sin titulación. Igualmente, la llegada de la Facultad de Comunicación de la UCLM y de investigaciones sobre la materia han contribuido a dar una cierta estabilidad al colectivo.