Al margen de los valores arquitectónicos o estéticos de este centro y reconociendo que el área de exposición necesitaba una actualización, la asociación conservacionista ha considerado, en una nota, que su demolición «ha dejado huérfanos los posibles actos de celebración que hubieran podido desarrollarse allí con motivo del quincuagésimo aniversario de la declaración de Las Tablas de Daimiel como parque nacional, que se conmemora en este año 2023».
Para esta asociación, de la que forman parte investigadores, científicos y conservacionistas, «la lógica sigue ausente en la dirección del parque y del propio Organismo Autónomo de Parques Nacionales, pues no parece haberse elegido con buen juicio el inicio de las obras en un año tan señalado ni, por supuesto, en plena época de reproducción de la fauna».
Así, denuncian que, en este último mes, los visitantes del parque nacional, en lugar de disfrutar del canto de las aves o de los anfibios, «lo han hecho del estridente ruido de máquinas excavadoras y taladradoras, llenando tan emblemático espacio protegido de polvo y ruido, desconcertando a los turistas y visitantes».
Además consideran que esta actuación posiblemente es sancionable administrativamente, pues la legislación de conservación de especies impide las molestias de especies protegidas, vulnerables o en peligro de extinción, durante la época de reproducción y, por ello, «los sancionados deberían ser los propios gestores del parque».
Para Ojos del Guadiana Vivos, esta obra de destrucción del centro de visitantes es continuación del «salvaje dragado de la zona de las pasarelas realizado el año pasado con la complicidad del CSIC, la construcción de un aparcamiento que transgrede las más elementales precauciones en un espacio protegido del rango de Las Tablas o la construcción repetida de infraestructuras de dudoso fin como la sucesión de embalses llamados eufemísticamente dispositivos hidráulicos por sus gestores».
Esta asociación ha señalado que la obra del centro de visitantes inicialmente era una obra de renovación, que finalmente se ha convertido en «una de destrucción con cargo a los fondos Next Generation», que va a suponer una inversión de tres millones de euros.
A juicio del colectivo conservacionista, se trata de obras de «dudosa oportunidad, desproporcionadas y que no figuran en el ránking de lo verdaderamente importante o urgente para Las Tablas de Daimiel».
Y han agregado que da la sensación de que la dirección del parque nacional y el director del Organismo Autónomo de Parques Nacionales «están más preocupados en justificar el movimiento de dinero, el mantenimiento de negocios y el enriquecimiento de personas o corporaciones como la empresa pública Tragsa, que en invertir en la recuperación y la conservación de la naturaleza».
Por último, han concluido que «lo paradigmático es observar que mientras hay millones de euros para gastar en camiones, excavadoras y hormigón, los visitantes del Parque Nacional carecen de lo mínimo, como puede ser el folleto que hasta hace meses informaba a los visitantes de este espacio protegido».