ANÍBAL B.C.
CIUDAD REAL
Los vecinos del El Robledo, municipio situado en el entorno del Parque Nacional de Cabañeros, en la provincia de Ciudad Real, cumplieron este jueves la tradición de despedir el año dándose un baño en las aguas del río Bullaque, desafiando así las bajas temperaturas invernales.
Veintiún años después de que en 1995, por primera vez, tomaran la iniciativa de bañarse en el río Bullaque, los vecinos de este municipio han vuelto a protagonizar esta original iniciativa el día de San Silvestre.
Lo han vuelto a hacer, como comentó Benito Garrido, el que fuera alcalde cuando comenzó a celebrarse el baño y uno de los fieles a esta cita anual, con el mismo fin que ya lo hicieron entonces, para festejar que el cauce del río, que entonces se quedó seco tras la importante sequía de los años 90, volvía a llevar agua.
Garrido recordó que lo que empezó como «una locura o una atrevida iniciativa», se ha convertido en una tradición que ha logrado echar raíces y, lo más importante, «sirvió para movilizar a la gente de la comarca y concienciarla de la importancia de que el río corriera siempre, y desde entonces, su cauce no ha dejado de llevar agua».
Este año el río Bullaque sigue llevando agua, y una gran pancarta situada sobre uno de los puentes que lo cruzan, recuerda que el río Bullaque es un río de vida.
La alcaldesa de El Robledo, Elena Tamurejo, explicó que eso es lo que los vecinos de El Robledo y de la comarca quieren para el río, que siga siendo un río con vida y no volver a pasar por la situación que se vivió en los años 90.
Más de un millar de personas volvieron a acudir a la convocatoria del baño y más de una treintena de ellos se zambulló en el agua.
Un día gris y lluvioso acompañó a los atrevidos bañistas que desafiaron tanto los 10 grados de temperatura que registra el agua en la zona de baño, como los 12 grados de temperatura ambiental que la Agencia Estatal de Meteorología registraba en El Robledo.
Nada de esto impidió que los más fieles a este baño vuelvan un año más a despedir el año remojarse en las agua del río Bullaque.
Este fue el caso de Martina Alonso, una mujer de 71 años que desde hace dieciocho años tiene marcado este día en su calendario particular como una cita importante.
Ella es, de todos los bañistas, la de mayor edad que se sigue bañando en el río, sin importarle el frío o la ausencia de sol, porque como comentó, mientras la salud se lo permita y el río siga llevando agua, seguirá haciéndolo cada año.
Junto a los vecinos de El Robledo este año también se bañaron algunos otros llegados desde otros lugares, como el caso de Juan de Dios Jiménez y Marcelino Mayorga, dos vecinos de Membrilla que junto a sus familias habían decidido pasar la Nochevieja en una casa rural de la comarca y que aprovecharon el momento para despedir el año con un baño.
Ambos aseguraron que para ellos ha sido toda una experiencia el bañarse en pleno invierno, algo impensable hace tiempo, pero que ahora piensan que podrían volver a repetir.
Desde Londres este año volvió también para bañarse María Teresa García, una joven que ahora vive en Inglaterra y que no desaprovecha cada oportunidad que tiene para volver a disfrutar de su río, aunque sea en plena época invernal.
Son muchos los bañistas que coinciden en asegurar que el río Bullaque es uno de los espacios naturales más «apreciados y queridos» por los habitantes de su comarca por conservar importantes valores ambientales que le han llevado a ser considerado lugar de interés comunitario, hasta ser incluido en la Red Natura 2000 y en la Red de Áreas Protegidas de Castilla-La Mancha.
Estos valores, unidos a la fuerte vinculación cultural y social que el río tiene con la población local, es lo que les lleva a seguir defendiéndolo de cualquier amenaza, incluida la temida sequía que ya le afectó en la primera parte de la década de los noventa,
El río Bullaque, que forma parte de la Red Natura 2000, tiene 102 kilómetros de recorrido desde que nace en Retuerta del Bullaque hasta su desembocadura en el río Guadiana, en el término municipal de Luciana.
Este río, uno de los mejor conservados de la provincia de Ciudad Real, está considerado Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y Zona de Especial Protección para la Aves (ZEPA) por la Unión Europea, por albergar formaciones vegetales de gran importancia y cobijar poblaciones de especies como la nutria, el galápago europeo y leproso, el sapillo pintojo o la cigüeña negra, entre otras.