La historia geológica surca los tiempos en búsqueda de los orígenes de esta tierra de piedras negruzcas, fuentes de agua agria y baños termales. Volcanes, maares y coladas moldean el paisaje desde hace millones de años en esta provincia de contrastes naturales que es mucho más que una mancha llana en el mapa de la Península Ibérica.
En el noreste de Ciudad Real, donde los campos de cereal se funden con los montes de retamas, encinas, pinos, alcornoques y castaños, el volcán de la Arzollosa rompe en el horizonte y crea las mayores coladas, el edificio volcánico de mayores dimensiones que existe en todo el Campo de Calatrava.
El profesor Rafael Becerra, integrante del Grupo de Investigación Geovol (Geomorfología, Territorio y Paisaje en Regiones Volcánicas) del Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Castilla-La Mancha, capitanea el viaje a la génesis vulcanológica de Piedrabuena.
Para entender los orígenes del vulcanismo calatravo hay que echar la mirada a la Orogenia Hercínica. “Hace 300 millones de años la colisión de las placas tectónicas africana y euroasiática provocó que la corteza se abombara y surgieron fallas por las que el magma ascendía a la superficie”, explica el profesor. Así surgieron las cordilleras y el fenómeno volcánico, pero para determinar el origen de los cráteres del Campo de Calatrava hay que parar mucho después.
El volcán más antiguo de la provincia datado hasta la fecha es el Morrón de Villamayor, con 8 millones de años de historia, sin embargo, la mayoría de los que existen por Ciudad Real son posteriores, tienen entre 4,5 y 1,5 millones de años -entre el Plioceno y Pleistoceno-. No existen datos exactos sobre los volcanes de Piedrabuena, pero cabe pensar que tienen “entre 3 y 4 millones de años”, como Cabezo de Moro y Juan de la Puerta de Alcolea de Calatrava.
De la Arzollosa al maar del Lucianego
Espacio natural protegido, el volcán de la Arzollosa, llamado así porque en sus flancos nacen arzollos, permite conocer dos de las erupciones típicas del Campo de Calatrava. Rafael Becerra explica que tuvo una erupción magmática de tipo “efusivo o hawaiana”, con grandes cantidades de lava y escorias, y otra erupción estromboliana “más explosiva y que lanzó a la atmósfera trozos de lava incandescente –piroclastos-”, que permitió la construcción del cono volcánico.
Los efectos de estas dos erupciones consiguieron que hoy en día, en palabras de Rafael Becerra, “el volcán de la Arzollosa sea uno de los más espectaculares por la emisión de coladas de lava que existen en toda la provincia”. Las coladas del volcán llegaron hasta 4 kilómetros de longitud y en algunas zonas tuvieron una potencia de hasta 20 metros de espesor: solo hay que subir a las laderas para contemplar cómo la lava configuró el paisaje del municipio.
Más de 350 volcanes están documentados en el Campo de Calatrava y en el término municipal de Piedrabuena los expertos calculan que hay entre diez y quince. En el entorno urbano también está La Chaparra y el maar del Lucianego, un cráter fruto de una explosión hidromagmática, una tercera tipología. El profesor señala que cuando el magma encuentra un acuífero origina una explosión, que a su vez provoca una “morfología depresiva”, es decir un hundimiento del terreno, que normalmente acaba lleno de agua hasta formar una laguna de poca profundidad.
A vista de pájaro, El Pozuelo y El Castaño destacan por su interés paisajístico dentro de la sierra, frente a otros más erosionados como El Junquillo y El Berrueco en dirección a Luciana. Cerca de Río Frío llama la atención el volcán de Valdelapedriza, en el kilómetro 24 de la carretera CR-721 que va desde Piedrabuena a Arroba de los Montes. De gran interés para visitas geoturísticas y acceso público, Rafael Becerra advierte que “tiene características paisajísticas reseñables, por su alto grado de conservación”, pues ha permanecido casi “intacto” con toda su belleza a lo largo del tiempo y es “uno de los pocos que no se han visto afectados por labores extractivas y excavadoras”.
En el lado contrario del término municipal, por donde surca la Cañada Real Segoviana, el profesor hace referencia a los tres pequeños volcanes de La Encebra, localizados en la sierra que separa Piedrabuena de Picón. Una de las rutas de la Diputación pasa por esta Zona de Especial Conservación donde divisar más coladas de lava entre restos arqueológicos de la Edad de Bronce.
Vulcanismo en el Campo de Calatrava
Todos los volcanes de Piedrabuena tienen características similares a los del Campo de Calatrava, en cuanto a “tipología eruptiva, génesis, forma y tipo de magma: basáltico”. De hecho, Rafael Becerra explica que la vulcanología incluye en el Campo de Calatrava a todos los volcanes de la provincia, porque la mayoría están situados en esta comarca histórico-cultural, pese a que también hay en los montes de Ciudad Real y en el Valle de Alcudia. Algunos autores también hablan de la Región Volcánica Central o del Vulcanismo de Ciudad Real. En la provincia, el profesor señala que la última actividad eruptiva datada hasta la fecha fue hace 5.500 años en el volcán Columba de Granátula de Calatrava.
Miles de años han pasado desde que la lava corrió por estas tierras, pero las manifestaciones de gas son solo una muestra de que el subsuelo sigue vivo y en constante cambio. El último chorro o géiser que apareció en la provincia fue hace un año en Almagro y han sido constantes en el tiempo: en el entorno de la ciudad encajera aparecieron dos en 2013 y en marzo de 2011 hubo uno en Granátula de Calatrava. Todavía recuerdan las gentes de la zona el famoso chorro de Granátula del año 2000 que, según apunta el profesor, “llegó a 60 metros de altura y duró 6 meses”.
El profesor explica que el chorro surge cuando “en época de intensas lluvias, los manantiales se llenan y entonces el gas del subsuelo busca una salida precipitada al exterior”. Aparte, científicos han detectado aumentos súbitos de temperatura en algunos pozos del entorno de Ciudad Real capital, en Las Casas y Valenzuela de Calatrava. En los meses de invierno, algunos de los pozos registraron entre 2006 y 2007 “hasta 26 grados centígrados” en sus aguas, cuando la temperatura normal para la fecha es de tan solo 12 grados.
Menos llamativos son los hervideros y las fuentes de agua agria, aunque también están directamente relacionados con la actividad volcánica. En el paraje de San Isidro, la Fuente Agria de Piedrabuena resulta del encuentro del gas con el agua de un acuífero antes de salir a la superficie. El color es rojizo y sabe a hierro, material que existe en la zona. Becerra señala que el agua agria siempre ha estado asociada a “propiedades curativas”, porque “elimina las bacterias del intestino”.
El profesor tampoco olvida hacer referencia a los Baños de Santa María, donde cualquiera puede observar las burbujas del agua debido al ascenso de gases del subsuelo, aunque la temperatura no es demasiado elevada.
Zona volcánica activa
La estación de medición geoquímica de La Sima de Granátula de Calatrava y la red de vigilancia sísmica creada por el Instituto Geográfico Nacional hace un par de años controlan la evolución geológica del Campo de Calatrava, considerada “zona volcánica activa” a nivel internacional.
Becerra señala que “las manifestaciones actuales en el Campo de Calatrava están relacionadas con la emisión de gas”, y hace referencia a las emisiones importantes de dióxido de carbono detectadas en lugares como La Sima de Granátula de Calatrava, que es la única fumarola volcánica de la Península Ibérica -en este lugar incluso han aparecido animales como ovejas y búhos muertos-.
Desde la estación química, que funciona desde el curso 2011-2012 impulsada desde el proyecto Geovol de la Universidad de Castilla-La Mancha, con la participación de Rafael Becerra, aparte de Rafael Ubaldo y Elena González Cárdenas, en coordinación con el Instituto Geográfico Nacional y el Involcan de Canarias, existen mediciones “a todas horas, todos los días del año”, aparte de los sismómetros dispuestos también en Valenzuela de Calatrava. Pese a las manifestaciones gaseosas o térmicas, existe tranquilidad absoluta desde el punto de vista geológico, y mucho tiene que cambiar la situación para vivir explosiones de lava en los próximos siglos.
El potencial turístico
Más de 3,5 millones de visitas al año registra el Parque Nacional del Teide en Tenerife y cerca de 2 millones las Montañas de Fuego y la Caldera del Corazoncillo del parque de Timanfaya en Las Palmas de Gran Canaria. El fenómeno volcánico genera un enorme interés en el mundo por su espectacularidad eruptiva, pero también por los paisajes que configura, la singularidad de las fuentes y los baños termales que genera. Incluso las lagunas surgidas en los maares crean “ecosistemas específicos ligados al agua”, que conservar, proteger y promocionar como recurso turístico.
Rafael Becerra insiste en que en un contexto marcado por la explosión del turismo de interior, Piedrabuena tiene margen para explotar el entorno natural y urbano ligado a la historia volcánica en esta provincia que es uno de los mejores ejemplos de actividad eruptiva de la Península Ibérica, junto a otros espacios como Cabo de Gata en Almería.