Lleva cuatro años como capellán en el Hospital General La Mancha Centro, en Alcázar de San Juan, y afronta, también él, un nuevo escenario en su desempeño diario. Atender a los enfermos y a sus familias, en este caso desde la distancia.
El trabajo de Ambrosio León, como el del resto de capellanes de los diferentes hospitales de la provincia de Ciudad Real, tampoco tiene descanso en estos días. Su labor sigue siendo la de ofrecer apoyo espiritual, consuelo y escucha sobre todo a los familiares de los enfermos, y fallecidos, que lo solicitan en estos duros momentos, familias que están rotas por el dolor, que están “desgarradas”, indica.
Añade que la situación la está viviendo “con mucho dramatismo”, con más de 200 personas ingresadas en este hospital contagiadas. “El hospital está a tope, en estado de emergencia”, asegura.
Recuerda que, en circunstancias normales, el capellán puede pasar por las habitaciones a presentarse, hablar y ofrecer sus servicios espirituales. Sin embargo, la situación hoy es muy distinta a causa de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, ahora deben ser los familiares quienes avisen a los sacerdotes.
“El acceso a las plantas donde están los enfermos por coronavirus está restringido y solo podemos pasar a las habitaciones para administrar el sacramento de la Unción de Enfermos si lo pide el enfermo, o en su caso la familia si él no está en condiciones de hacerlo, siempre tomando todas las precauciones y medidas necesarias”, explica.
Un importante apoyo para las familias
Ambrosio León afirma que está al servicio de las familias que, en estos días, afrontan una situación terrible como es la de no poder acompañar a sus seres queridos en sus últimos momentos. “Es muy duro no poder despedirte de quien tanto quieres, ni coger su mano; es una situación dramática para las familias”, añade.
“El consuelo en estos momentos es difícil, es inevitable contagiarse de la tristeza y el dolor que atraviesan las familias, pero intento animarlas y consolarlas en la fe y en la Resurrección de Jesucristo, la oración es una fuente de consuelo, de fortaleza e infunde paz. Esta terrible pandemia está acercando a la gente a Dios”, afirma.
Ambrosio León busca la forma más adecuada de que la Eucaristía esté presente. En su caso, todos los días celebra la misa, a puerta cerrada, en la que pide por todos y cada uno de los enfermos, y la ofrece por los fallecidos que, comenta, son muchos a diario.
El último adiós
También es un momento muy duro, explica el capellán del Hospital General La Mancha Centro, enterrar a tus seres queridos prácticamente en soledad y guardando, también, una distancia de seguridad entre los pocos que pueden estar presentes en ese momento. “No se puede celebrar la misa funeral y todo se limita a un responso en la puerta del campo santo”, explica.
A diario son tres o cuatro veces la que este sacerdote acude al cementerio de Alcázar de San Juan para dar sepultura a los fallecidos. “Las familias sufren también por tener que despedir de esta manera a sus seres queridos. Yo les traslado palabras de aliento y de pésame y ofrezco la misa diaria por el eterno descanso de su alma”, indica.
Por último, añade que, cuando todo esto pase, celebrará en su parroquia un gran funeral por todos los fallecidos que ya descansan en paz en la morada eterna.