Este año se cumple el 25 aniversario de alternativa de Aníbal Ruiz, la cual tuvo lugar en Ciudad Real el 3 de julio de 1998 junto a Jesulín de Ubrique y Víctor Puerto, con toros de Samuel Flores (uno de los cuales, de nombre Bizcochazo, resultó indultado). Y para conmemorar la cifra el torero alcazareño ha decidido tomar parte en algunos festivales, y quien sabe si en algún otro festejo de mayor relieve. Todo dependerá, nos da la impresión, de cómo se encuentre en los citados eventos menores.
De momento, Aníbal ha empezado a hacer campo, y nosotros le acompañamos en una de estas ocasiones. Fue, concretamente, el pasado domingo, a un tentadero celebrado en la finca Riego, en Vilches (Jaén), donde pastaban las reses de Juan Pablo Jiménez Pasquau. Y decimos “pastaban” porque el tentadero al que hacemos referencia fue el penúltimo celebrado en la coqueta placita de tientas de la finca, toda vez que las cabezas se han trasladado a una magnífica explotación cercana.
En tentadero fue exigente. Las becerras que le correspondieron a Aníbal tuvieron una movilidad incansable. Suficiente para sacarle el aire a un torero que hubiera andado algo despistado o falto de preparación.
No fue el caso de Aníbal Ruiz, quien aún se encuentra en proceso de recuperación total de una operación de hernia y, por tanto, todavía no en el nivel físico que él busca. Sin embargo el de Alcázar de San Juan dio réplica a las codiciosas acometidas de las becerras de Pasquau, a las que hubo que conducir con técnica y someter con poderío.
También las hubo de clase exquisita, en concreto una, pero no correspondió al ciudarrealeño. Y fue una pena porque, nos da la impresión, ese tipo de embestidas son con las que se quiere encontrar este torero en este momento, lejos ya la necesidad imperiosa de cortar orejas. Ahora le toca disfrutar. Y a nosotros también.