Este sábado el equipo de Gobierno de Almadén celebraba una jornada de puertas abiertas para conocer por dentro el proyecto del ‘recinto ferial fallido’, uno de tantos cuantos nacieron empujados por la fiebre del ladrillo antes del 2008 y que el tiempo y una economía escarmentada, acabó por escombrar, dejando tiritando a quienes tuvieron algo que ver en todo aquello, en una réplica de lo que ha sucedido a lo largo y ancho de toda España.
El encuentro, afirma la alcaldesa Raquel Jurado en declaraciones a Lanza, “despertó mucha expectación en el pueblo de Almadén, porque pocas personas habían tenido la ocasión de ver por dentro este recinto”.
Los visitantes, dice, “se sorprendieron bastante, porque la verdad es que son unas instalaciones fabulosas, acorde evidentemente al coste que tuvieron”, porque es más lo que puede intuirse en ellas, que lo que realmente son en estos momentos, con más de una década de obsolescencia y vandalismo de por medio.
El objetivo principal con el que se programó la jornada, era el de “buscar una solución y una salida a ese espacio”. Para ello, desde el Gobierno municipal se presentan dos caminos, que parten de un mismo punto común “el Ayuntamiento no tiene capacidad para ‘rematar’ esa obra, porque hoy en día, con el tiempo de desuso que ha tenido, ha hecho que desgraciadamente muchas cosas hayan sido vandalizadas”.
“Aunque alguna administración aportase el presupuesto necesario para ponerlo en funcionamiento, que sería el primero de los caminos, es también indudable que el Ayuntamiento de Almadén no puede correr con los gastos de mantenimiento. Por tanto, cuando algunos vecinos dicen que podríamos darle un uso para ferias, para conciertos, tenemos que ser realistas. Este tipo de proyecto para el Ayuntamiento de Almadén es inviable”.
El segundo de los caminos, subraya la edil como “el objetivo principal en el día de ayer”, “es mostrar estas instalaciones que tenemos y confiar en que, por qué no, pueda haber algún inversor privado que tenga en mente realizar algún tipo de inversión o poner en marcha algún tipo de negocio, y que necesite realizar una inversión importante”. Se estima que acabar la obra supondría invertir unos 3 millones de euros.
“Dado que gran parte de la inversión ya está realizada en ese espacio, probablemente le fuese rentable con una inversión menor ponerlo en funcionamiento. Y nosotros, por parte del Ayuntamiento, lo que haríamos sería facilitar la puesta en marcha de ese negocio, siempre y cuando suponga una repercusión económica para el municipio, principalmente en la forma de creación de puestos de trabajo”, apunta la regidora.
Jurado concluye diciendo que “nosotros hemos dado este primer paso. A partir de ahora esperamos, confiamos, ojalá, en que alguien teniendo conocimiento de esas importantes instalaciones, contacte con el Ayuntamiento”.
No obstante, asegura, “desde el Ayuntamiento también vamos a iniciar una serie de contactos”, esperando que por fin, Almadén reciba el empujón que les haga soñar con un futuro estable que desde el cierre de las minas, su principal motor económico, siempre ha vivido pendiente del ‘ya veremos’.
El pabellón fallido de Almadén
El recinto ferial fue uno de esos proyectos faraónicos que la crisis del ladrillo se llevó por delante. En el caso de Almadén, el proyecto quedó en standby en el año 2010, cuando faltaba parte del proyecto por ejecutar. Pese a la paralización, la constructora mantuvo durante un tiempo la vigilancia, que al desaparecer, dejó el camino libro para que los vándalos iniciasen el proceso de expolio y aceleración del degradado.
Según cálculos municipales, este recinto ferial sin uso, cuesta a las arcas públicas 53.330 euros al mes en concepto de retenciones de Hacienda, que se arrastrarán hasta el año 2050, en lo que supone una hucha rota para un Ayuntamiento cuyas arcas se sostienen con alfileres.
La obra, tal como se explicaba en este medio el pasado viernes, estuvo subvencionada con fondos del Ministerio de Industria y del Gobierno de Castilla-La Mancha. No se terminó en su momento, porque “no llegó la última anualidad de la inversión prevista de la Junta”. La empresa constructora dejó de cobrar, denunció al Ayuntamiento, hubo que pagarle, “y además ha habido que devolver las subvenciones”.
El resultado, más de una década después, es que el Ayuntamiento de Almadén tiene unas instalaciones “tremendas y muy espectaculares, aunque sin terminar”.