La ausencia de un estudio, de un trabajo de investigación, que sacara a la luz quiénes fueron aquellos jornaleros del campo en la provincia de Ciudad Real que se jugaron la vida en la posguerra, llevó al escritor almadenense, Ángel Hernández Sobrino, a investigar sobre esa parte tan desconocida de nuestra historia, poniendo el foco en un colectivo, los jornaleros que vivían en el campo, al que las circunstancias pusieron en una situación extraordinariamente comprometida como lo prueba el hecho de que muchos de ellos acabaron fusilados, en la cárcel o desterrados.
El acoso que sufrieron tanto por efectivos de la Guardia Civil como por aquéllos que estaban huidos y se habían refugiado en la sierra para sobrevivir, queda recogido en “Entre la espada y la pared“, un libro que es el resultado de un importante trabajo de investigación en el que su autor no solo revisó los expedientes de más de 1.000 jornaleros ciudarrealeños sino que, también, conoció el sufrimiento de muchos de ellos a través de los testimonios aportados por sus propios hijos.
Los jornaleros del campo
Sobre los guerrilleros y los huidos a la sierra -maquis- han sido editados numerosos trabajos en los últimos años, pero se echaba en falta esa publicación en la que los protagonistas fueran los jornaleros del campo, unos hombres que sumaban a sus difíciles condiciones de trabajo el acoso sistemático de la Guardia Civil para conseguir información sobre los que vivían refugiados en la sierra y, también, la presión de éstos para evitar que desvelaran sus movimientos a los agentes de la Benemérita. Y todo ello, en plena posguerra española.
“Esta pobre gente acabó mal”, explica Ángel Hernández en conversación telefónica con este digital. “La realidad es que muchos de ellos fueron detenidos y encarcelados tras ser acusados de estar en connivencia con los huidos de la sierra”.
Las zonas de sierra de la provincia fueron las más proclives para este tipo de prácticas, especialmente las que van desde el norte al sur por el oeste. Generalmente coinciden con zonas de sierra, explica el Ángel Hernández, como la de los Montes, en el norte -Horcajo de los Montes, la zona de Cabañeros, Retuera del Bullaque- y por el oeste hacia el sur, en dirección a las sierras de Almadén y el Valle de Alcudia.
Sin embargo, también se registró una importante actividad en La Mancha, concretamente en Socuéllamos donde los jornaleros utilizaban las propias casas familiares y las fincas rústicas como refugio de la Guardia Civil.
Encarcelados y fusilados
Para sacar adelante este trabajo, que será presentado el jueves, 12 de diciembre, en la Casa de Cultura de Almadén, el también colaborador de este digital ( lanzadigital.com/blogs/cronicas-de-la-historia) consultó durante meses los numerosos expedientes llegados al Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real procedentes de la prisión de Herrera de la Mancha.
Además del trabajo de investigación propiamente dicho, fue necesario poner en práctica otro previo de organización de los expedientes llegados de la cárcel de máxima seguridad ya que aparecían mezclados y sin clasificar, circunstancias que dificultaron enormemente el trabajo investigador.
“Estaban mezclados los papeles sobre delitos comunes y políticos, pero había miles y miles de fichas por expedientes carcelarios; tuve que tener paciencia para buscar los que realmente me interesaban para la investigación”, recuerda ahora el autor.
Durante el proceso investigador que se prolongó durante varios meses, Hernández llegó a contabilizar más de mil jornaleros detenidos y encarcelados por la Guardia Civil algunos de ellos, incluso, fueron fusilados tras un juicio militar. En otros casos, sin embargo, fueron fusilados por los propios maquis al detectar algún tipo de connivencia con la Guardia Civil.
Lo más duro: Los testimonios
Hernández reconoce que los testimonios personales fue lo más duro del trabajo. “Los hijos de los jornaleros con los que hablé me contaron lo que habían sufrido, ellos y sus padres; fue muy triste ver desaparecer a tus progenitores y que con 8 o 10 años tengas que marchar a vivir con los abuelos porque tus padres estarán en la cárcel durante muchos años”. Además, el hambre y las dificultades agravadas por la ausencia del sostén familiar, complicaron aún más la existencia de los más pequeños de esta tragedia que forma parte de nuestra historia más reciente, de nuestra memoria colectiva.
En otros casos, sin embargo, el régimen optó por aplicarles el destierro en lugar del encarcelamiento. Sucedió con algunos vecinos de Almadén que fueron enviados a Villarrubia de los Ojos e, incluso, a otros lugares más alejados por el simple hecho de quitarles de en medio para evitar que pudieran ayudar a los que se mantenían en la sierra. “Hay testimonios, desde luego, desgarradores”, concluye.
Editado pro la BAM
“Entre la espada y la pared. Los jornaleros del campo de Ciudad Real en la posguerra” ha sido editado por la Biblioteca de Autores Manchegos y es el primer libro que nuestro autor publica con la editora de la Diputación de Ciudad Real. Además de Ángel Hernández como autor, figura Javier Vinagre, licenciado en Bellas Artes y profesor de dibujo en Córdoba como coautor, al igual que lo fue en un libro anterior, “Los reclusos mineros de Almadén”.
Hernández ha publicado 12 libros, generalmente sobre la historia de Almadén. “Los mineros del azogue” es el de mayor entidad con más de 500 paginas así como “Los esclavos del rey“, sobre la mano de obra forzada, esclava y condenada, entre otras publicaciones más.