Como muchas de las cosas que suceden en la vida, el destino de la protagonista de esta historia estuvo dictado por la casualidad. Por la de contar con un Centro de Tecnificación Gastronómica (CTG) del máximo nivel en Almagro, por la de disponer de tiempo para realizar un curso y por la de sentirse atraída por un curso que llevaba por título «Perfeccionamiento de Técnicas Culinarias«.
Ahí comenzó esta aventura que ahora tiene acento francés y que entremezcla culturas, gastronomías y formas de entender la cocina.
En el caso de Alba Moreno, la cocina es una pasión que le viene de cuna. «Desde pequeña me he criado entre fogones, viendo a mis padres trabajar en el negocio familiar. Siempre me ha gustado aprender con ellos y quería hacer de la cocina mi forma de vida».
Pese a la posibilidad de seguir con el negocio de la familia, la juventud es una causa que empuja a ser valiente para descubrir nuevos territorios y que te pide enfrentar tus miedos y sumar experiencias de vida.
«En mi caso, tengo la suerte de poder volver y seguir con el restaurante de mis padres; pero de momento, quiero formarme y sumar experiencias».
Que el CTG cuente con el respaldo y con los formadores procedentes del Basque Culinary Center vasco, hizo que esta joven ciudadrealeña diese el paso para formar parte de la primera promoción de estudiantes del Centro que hace unas semanas recibían su acreditación como preámbulo de un futuro por conquistar.
Durante los primeros días de clases y sartenes, destaca, «los profesores -Alberto, Gema y José Ramón- nos invitaban a formar parte de una gran comunidad y de generar contactos». Fruto de estas nuevas relaciones soportadas por las redes sociales, «conocí esta oportunidad de trabajo en Francia. Pregunté y decidí apostar por esta aventura sin saber muy bien dónde iba», aunque su idea, confiesa, «siempre había sido la de irme a trabajar al norte, porque me encanta esa gastronomía y esa forma de entender la cocina».

La única barrera ha sido el idioma
Hasta el momento, la única barrera para Alba Moreno en Los Alpes ha sido la idiomática. «Lo más difícil ha sido adaptarme al francés; el resto lo he asimilado muy bien y la verdad, es que estoy muy contenta».
Allí, en «Les flocons«, alojamiento hotelero en Courchevel, capital mundial del ski, lleva trabajando desde hace algo más de un mes. «Siempre había trabajado en restaurante y tenía mucho interés en saber cómo se funciona en las cocinas de un hotel de este nivel».
«Está siendo una oportunidad muy gratificante y estoy segura que va a ayudarme a crecer mucho tanto a nivel personal como a nivel profesional», algo a lo que también ha contribuido la formación en el CTG de Almagro.»Los que ya hemos tenido ocasión de formarnos en estas instalaciones, sabemos de la calidad que se va a ofertar».
Sobre ella, destaca, «la gran inversión económica en materias primas de primera calidad», así como «la maquinaria de la que se han dotado las cocinas». Si a eso se suman profesores del máximo nivel, lo lógico es que el resultado sea más que satisfactorio y suficiente para marcarse horizontes sin techos.
Formarse en el CTG, dice, «es una experiencia que recomendaría siempre. Yo he tenido la oportunidad de dar un vuelco a mi vida en cuestión de un mes y medio. Entrar en los cursos no sólo me ha permitido mejorar en algunas destrezas, sino también para conocer a muchos profesionales del sector».
La cocina manchega como referente
Uno de los objetivos con los que abrió el Centro en Almagro es el de poner en valor la cocina manchega como referente y utilizar su poder como atractivo turístico, uniendo conceptos de la cocina tradicional, con las últimas tendencias gastronómicas, porque avanzar no siempre está reñido con dejar de lado la idiosincrasia y el carácter que tiene sello propio.

En ese camino del conocimiento de la cocina francesa, Alba Moreno ha aterrizado en Los Alpes, teniendo claro que «la cocina de la que quiero aprender, tiene que ver con los platos tradicionales, en los que se emplean muchas horas y mucho cariño para que todo salga muy bueno».
«Los clientes saben valorar cuando un plato tiene dedicación y está cuidado; y eso es justo lo que quiero hacer».
Sobre ser cocinero y seguir formándose, concluye, «da igual la edad. La clave de los que somos cocineros es el amor a nuestra profesión. Da igual que tengas 18, 40 o 50 años», por eso, es fácil que en las aulas del CTG estas cifras sean solo un número que no define el tipo de alumno que forman parte ya de un Centro que aspira a situar a Almagro en lo más alto de la cocina europea.