Un 26 de septiembre hace 40 años el pueblo de Almagro se engalanaba y salía a la calle para recibir la visita de la Reina Doña Sofía, encargada de inaugurar oficialmente el parador.
Este establecimiento de la red de Paradores se ubica en un convento franciscano. Los patrones del convento de santa Catalina fueron Catalina de Sanabria y Jerónimo Dávila que formaban la familia Dávila de la Cueva, estirpe pudiente de Almagro. A la muerte de Catalina, tras solo 5 años de matrimonio, dejó escrito en su testamento que todos sus bienes se destinaran a fines sociales, por lo que su marido Gerónimo decido plantear la construcción de un Convento en 1.596. Para ello se puso en contacto con la Orden Franciscana de Toledo. Durante la construcción, que tardó 30 años, los monjes vivieron en la ermita de Santa Ana. El convento sufrió dos ampliaciones en los siglos XVIII y XIX cuando se construyeron nuevas naves idénticas a las primeras y se adosaron nuevas capillas a la iglesia, éstas ya claramente barrocas.
A lo largo de su historia, el edificio en el cual se ubica el actual parador ha tenido diversos usos hasta que en 1878 fue ocupado nuevamente por los franciscanos misioneros. El Ministerio de Información y Turismo lo recuperó de la ruina encargándole el proyecto a Juan Palazuelo y Ramón Melgarejo para su rehabilitación y adaptación a parador. La obra respetó los espacios originales de la sacristía, la sala capitular, escalera y una pequeña bodega, ampliándose considerablemente la primitiva fábrica del edificio para incorporar 14 nuevos patios, lonjas, plazuelas y un huerto. Tras siete años de obras, los arquitectos convirtieron este convento en un parador con 55 habitaciones, comedor, salones, bodega y piscina. Valentín Soria Capafons sería su primer administrador -nombre que recibían los directores de paradores en aquella época- y el precio de una habitación en temporada alta era de 2.725 pesetas; el desayuno costaba 160 pesetas y almorzar o cenar en el parador 625 pesetas.
El parador hoy
En la actualidad el Parador de Almagro es un establecimiento moderno, adaptado a las nuevas exigencias del turista actual que ha sabido conservar la esencia conventual haciendo de él un lugar ideal para el descanso.
En su interior, el visitante encuentra 54 habitaciones -algunas de ellas ubicadas en las antiguas celdas de los monjes- y un salón de desayunos construido como recreación del antiguo refectorio del convento con un púlpito y un artesonado originarios de la antigua universidad renacentista de Almagro.
Recorriendo sus instalaciones, el visitante puede disfrutar de la tranquilidad que rezuman siete de los 14 patios de su construcción primitiva, todos ellos diferentes y con líneas renacentistas.
La gastronomía merece un punto y aparte. En el restaurante del Parador de Almagro se sirve una cocina regional elaborada con productos locales de calidad, donde se han recuperado antiguas recetas de la mano su equipo de Cocina. Durante todo el año el parador organiza cenas fusión con bodegas de la zona y en el mes de julio, coincidiendo con el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, celebra jornadas gastronómicas y menús especiales como el servido este año basado en recetas de Sor Juana Inés de la Cruz donde se fusionaba la cocina mexicana con la manchega.
También en la bodega, donde se ubica la actual cafetería, se encuentra el Salón de las Tinajas, espacio donde se sirve un delicioso cocido los fines de semana de invierno. La bodega cuenta con una decoración tradicional de La Mancha con grandes tinajas de barro, maderas y cavas de vino.