Con 242 localidades a la venta, el Teatro Municipal está situado en la calle de San Agustín, 14, y dispone de coqueto patio de butacas y plateas, y otras 3 plantas de pisos y plateas. Se trata de un edificio proyectado por el arquitecto Cirilo Vara y Soria en 1861. La frustrante pérdida de capitalidad y de protagonismo de Almagro -ya agravada anteriormente con la supresión de su Universidad- frente al creciente poder que adquiere Ciudad Real en 1837, sólo se ve aliviada por la llegada del ferrocarril, que permite la conexión con el mundo exterior y proporciona una enérgica sacudida a su histórico ostracismo.
Desde el siglo XVI y hasta finales del XVIII, la actividad cultural y de ocio de Almagro se centra en los espacios que ofrecen la Plaza Mayor y el Corral de Comedias. Pero las representaciones ya estaban mermadas en número, como consecuencia de la Orden de Felipe II, que trataba de evitar la alteración de la vida estudiantil en aquellas ciudades que contasen con Universidad. Tras muchas discusiones sobre su ubicación, ya que el arquitecto prefería orientar su fachada hacia la Plaza, se decide la construcción del Teatro en la calle de San Agustín o del Buen Suceso.
Un eje que une el paseo de la estación con la Plaza Mayor, y en donde pocos años después se situará el Casino, ocupando la manzana número 17. El Teatro -inspirado por deseo expreso del arquitecto, en el de Carlos III de El Escorial- comenzó a servir de escaparate, para que las mujeres de la época lucieran sus sofisticadas ropas y modas exquisitas. Sobre todo los encajes y blondas -que eran considerados desde París más finos que los belgas-, y de los cuales Eugenia de Montijo sería una gran divulgadora.
Así comenzaron a llegar Compañías de Teatro de Madrid. Más tarde llegaría la luz eléctrica, y el teatro deslumbraría a sus gentes con sesiones para todos los gustos y edades. Zarzuelas, revistas, dramas… o autos sacramentales coincidiendo con las fiestas de los Santos. Por allí pasaron las Compañías de la Tubau, de Carmen Díaz, de José Rubio, de Borrás, de Frégoli, de Rambal, de Enrique Guitart, de Los 4 Ases, de Francisco Pierrá y Amparo Martí, la de Carlos Lemos… Allí le sorprendió a Lemos la fecha del 18 de julio de 1936, y le obligó a pasar prácticamente toda la guerra civil en Almagro.
Todo tiene su fin
Más tarde vinieron los espectáculos aflamencados del Príncipe Gitano, de Juanito Valderrama y de Coslada y sus Chicas. Pero la llegada del cine le asestó un duro golpe al teatro, aunque no había más remedio que alternar ambas artes. Cinematógrafo y Teatro eran los dos usos alternativos del local.Algunas voces, fuertes y claras, se alzan para protestar por este lamentable abandono. Entre ellas, la de Francisco Nieva, manchego, teatrero y universal, y uno de los miembros Asesores del Festival Internacional de Teatro Clásico.
Finalmente, las protestas tienen su eco y llegan hasta las instituciones locales y regionales que, por fortuna, se apresuran a impedir la total destrucción del teatro “a la italiana” corazón de Almagro durante tantos años. Y también llegaron las obras de remodelación, largas, delicadas y caras, que han conseguido que el teatro se alce enhiesto otra vez, para goce y disfrute de los almagreños, y también del creciente número de visitantes.
Reinauguración
La reinauguración del Teatro Municipal se produjo el 12 de octubre de 1988, con la obra de Jacinto Benavente ACarta de mujeres y otras palabras. Representación de lujo que contó con un cartel formado por Aurora Redondo, María Isbert, Mari Carmen Prendes, Aurora Bautista y Asunción Sancho. Asistieron las más altas autoridades, y la recaudación íntegra fue a parar a la Residencia de Ancianos Nuestra Señora de las Mercedes, de Almagro.