La puerta del ‘cementerio civil’ de Almagro, cerrado, escondido y olvidado durante décadas del resto de tumbas y nichos, está abierta. Para ver su interior, donde en demasiadas ocasiones ha dominado la maleza, ya no hay que posar el ojo sobre la mirilla. La entrada es un continuo trasiego: hay personas que llevan carretillas, otras levantan tierra con la pala y algunas localizan restos humanos con un tamiz.
Almagro ha abierto la puerta a la memoria con la llegada del equipo de antropología y odontología forense de la Universidad Complutense de Madrid, en coordinación con el de Mapas de Memoria de la Uned, impulsado por la Diputación provincial, que en los últimos diez años ha localizado 53 fosas comunes y puesto nombre a las 3.457 personas asesinadas en la provincia de Ciudad Real por el Franquismo.
El pasado lunes comenzó la exhumación de las 26 personas represaliadas y ejecutadas en Almagro en los primeros años de la posguerra. Hasta ahora, es la fosa común más grande abierta en la provincia, aunque existen otras con cientos de personas. Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, en la fosa del cementerio de Ciudad Real hay 1.219 personas enterradas.
Empieza la excavación
María Benito, profesora de Ciencias Biomédicas y especialista en Antropología Forense que lidera el equipo de la UCM, explica a Lanza que cuando llegaron al ‘cementerio civil’ se encontraron “un espacio más o menos diáfano” completamente separado del resto del camposanto por muros de tapial. Allí no existía ninguna delimitación, ni calles, ni sepulturas, pero lo que sí había eran “tres cruces de forja y otra de mármol muy grande”.
Lo primero que realizaron fueron dos sondeos “para localizar la profundidad a la que se pueden encontrar los restos”. De hecho, en uno de ellos apareció el cadáver de un individuo adulto a un metro y diez centímetros de profundidad. Ahora su objetivo es bajar todo el terreno al mismo nivel para localizar las fosas, ya que puede haber una o varias. Una vez que encuentren un cadáver con signos de violencia tienen que dar parte a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
En principio, lo que esperan encontrar son los cuerpos de 26 personas, porque hace años exhumaron 2 cuerpos de los 28 que había en un principio, y también pueden aparecer otros individuos, según aparece en el registro del cementerio. Aquí enterraban, según explica Benito, “a personas que no tenían derecho a entrar en el cementerio católico”, como aquellas que “pudieron tener muertes violentas relacionadas con el suicidio”, aparte de “algunos infantes no bautizados”. De hecho, ya han encontrado restos óseos de menores.
De la localización de las fosas hasta la identificación de los restos
El periodo de excavación puede durar unas cuatro semanas, pero el proceso de exhumación es mucho más largo e incluye una larga investigación que llegará hasta finales de 2021. María Benito explica que “la primera etapa la hicieron los compañeros de Mapas de Memoria, al localizar las fosas y contactar con las familias”. La segunda fase es la exhumación con metodología arqueológica y, “siguiendo la cadena de custodia”, la tercera será en laboratorio.
El equipo de la Complutense realizará el estudio para la identificación y determinación de las circunstancias de la muerte de cada uno de los individuos en el laboratorio de antropología forense. “Presumiblemente todos fueron ejecutados, pero queremos ver esas lesiones”, señala, para así saber, por ejemplo, si hubo un fusilamiento a discreción o tiro de gracia. Incluso, en los restos pueden aparecer proyectiles.
De forma paralela llevarán a cabo el análisis genético. María Benito señala que van a cotejar “todas las muestras que nos proporcionen los familiares con las muestras óseas que nos encontremos aquí”. Si el cotejo da positivo, los familiares estarán identificados y se los devolverán a las familias para que los entierren donde consideren. Los que no sea posible, serán devueltos al cementerio para volver a ser inhumados.
Sin duda, la inexistencia de un programa de exhumación de las víctimas de la represión franquista por parte del Estado en las primeras décadas de la Democracia juega en contra de los científicos, que hoy sí están al frente de estos proyectos, más de un centenar en toda España, impulsados por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática y por administraciones como la Diputación de Ciudad Real.
En los últimos meses han aparecido muchas familias “y es muy buena señal”, pero María Benito reconoce que “el material genético es imprescindible” y que a veces el linaje familiar es tan largo, “ha pasado tanto tiempo”, que el ADN de los descendientes no se puede cotejar con los restos. Para una “identificación positiva” es necesario que los marcadores que estudian coincidan al 99,9 por ciento, si no, solo pueden hablar de “compatibilidad”.
Médicos, antropólogos, odontólogos, forenses, historiadores y restauradores forman parte del equipo, con experiencia en campañas de exhumación similares en la Comunidad Valenciana, en Castilla y León y en Castilla-La Mancha, en concreto, en Albacete. Mientras que trabajan en Almagro, donde de vez en cuando aparece algún vecino a curiosear, miran el centro de rosas rojas que dejaron vecinos de Pozuelo de Calatrava en el primero de mayo, porque “al fin y al cabo, no trabajamos para los desaparecidos, sino para las familias que los buscan”. Hasta hace bien poco, la única forma de llevarles flores era lanzarlas por encima de la pared.
Mapas de la Memoria anuncia que habrá un peritaje para saber el estado de todas las fosas
En la ciudad encajera, estas 28 personas no fueron las únicas asesinadas por el franquismo. Jorge Moreno, director de Mapas de Memoria, destaca que “sabemos que hubo 113 vecinos asesinados” y que en Almagro fueron ejecutadas “70 personas”, entre mayo de 1939 y junio de 1940. Había gente de Bolaños, de Moral de Calatrava, Calzada o Valenzuela.
Los represaliados fueron enterrados en dos lugares distintos. Por un lado, los que no se confesaron fueron enterrados “en el limbo”, mal llamado “cementerio civil”, porque, según explica, “también se referían a él como cuartillo, cuarto de los desgraciados o cuadra”. El resto, 42 personas, acabaron en una fosa común en el espacio sagrado, que debido a los movimientos de tierra del cementerio acabaron en el osario y será difícil llevar a cabo un proceso de identificación.
Para llevar hasta este punto, Mapas de Memoria ha tenido que realizar una profunda inmersión en archivos provinciales, municipales, militares y civiles, aparte de buscar familiares a través de las redes sociales y encontrar testimonios entre vecinos. Moreno recalca que “cuando se abre una fosa, se quita la tierra y la gente se abre a contar cosas que tenía muy guardadas dentro, por miedo y porque no había un contexto público en el que poder contar estas cuestiones”.
En Ciudad Real, “la mayor parte de los asesinados fueron enterrados cerca de cementerios” y sufrieron “procedimientos sumarísimos, una especie de farsa de juicio, en la que los asesinatos estuvieron encubiertos por un proceso aparentemente judicial”. Entre jornaleros de profesión, en la fosa de Almagro yacen por ejemplo los restos del que fue alcalde de Pozuelo de Calatrava, Sofío Alcaide.
La exhumación no es el único proceso abierto en la provincia, pues, según adelanta Jorge Moreno, “también está pendiente la exhumación de una de las fosas de Manzanares”, y aparte a través de la Secretaría de Estado “una antropóloga forense va a recorrer todas las fosas y va a hacer un análisis para saber cuáles se podrían abrir y cuáles no”.
En colaboración con la Diputación provincial, Mapas de Memoria además sigue con la señalización de todas las fosas. “La señalización quiere contribuir a la dignificación de todos los represaliados por el franquismo, haya o no petición de exhumación por parte de los familiares”, que son en definitiva los que impulsan el proceso.
La exclamación de las familias: “Ya venimos a por vosotros”
“Cuando empezó la exhumación no sentí ninguna emoción especial, pero cuando hallaron el primer cuerpo, vi el cráneo y los pies de un individuo, y pensé: venga, que ya estamos aquí, que ya venimos a por vosotros”. Son las palabras de José Barrios Labrador, sobrino nieto de José Barrios Córdoba, asesinado con 24 años en octubre de 1939 por el régimen franquista.
Hasta hace unos años no supo ni siquiera de la existencia del hermano de su abuelo. Cuenta a Lanza que encontró el nombre de su abuelo y de su tío en un listado de represaliados mientras que ayudaba a una amiga a buscar a su tío abuelo, también fusilado, y a su bisabuela, que acabó presa una cárcel de Tarragona.
Ahora sabe que su tío abuelo era anarcosindicalista, que militó en CNT y que a finales de septiembre se marchó como voluntario a las filas del ejército republicano, “en el batallón José Serrano, que se formó en esta provincia”. Del Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca ha recibido su carné de miliciano y “parece ser que estuvo en la Columna del Rosal”, añade.
El miedo perduró durante generaciones y en su casa nunca se habló de su tío, ni de su abuelo, que estuvo en la cárcel hasta mediados de los años 40 y que, a pesar de que estuvo condenado a muerte, consiguió esquivarla. Cuenta que su abuela materna siempre decía “que mejor no hablar ni recordar”, y sus padres siempre le han aconsejado, “tú no te señales, intenta pasar desapercibido”.
En las últimas jornadas, vive la exhumación con emoción. Las únicas que recuerdan a José son sus tías abuelas, “una con 90 años”, pero “están contentas y satisfechas”. “Creo que todas las personas tienen derecho a una sepultura digna, a que sus familiares les honren como estimen oportuno”, confiesa José Barrios, que considera que “sin la matanza fundacional sobre la que se asentó el régimen probablemente la dictadura en España no hubiera durado los casi 40 años que duró”.
Alemania supo dar ejemplo a la hora de “arreglar las cuentas con su pasado” y España, reflexiona José Barrios, “afortunadamente está avanzando”. “Esto es importante para las personas que tenemos familiares en una fosa o en una cuneta, y para las personas que no los tienen, porque permite cerrar una herida que todavía está abierta, que de alguna manera nos afecta a todos y que nos va a permitir como sociedad poder mirar al pasado con los ojos de la serenidad”, concluye José Barrios.
Mapas de Memoria busca en la actualidad a las familias de: José María Almansa Camacho (Bolaños), Juan Francisco Bermejo Montero (Bolaños), José Antonio Carrillo Cañizares (Almagro), José María Fernández Cabrera (Almagro), Fernando García Martinez (Almagro), José López Bermejo (Almagro), José Montero González (Almagro), Lucrecio Pradas Martín (Calzada de Calatrava), José María Puentes Puentes (Bolaños de Calatrava), y Miguel Velasco Ruiz (Moral de Calatrava).