Cinco siglos después de que subiera por primera vez a las tablas, parece mentira que todavía una comedia del Siglo de Oro pueda sorprender. La compañía Teatro Libre de Bogotá lo consiguió en el Festival de Teatro Clásico de Almagro y lo hizo después de poner en escena con soltura, ritmo y algo de descaro ‘Amo y criado, ¡donde hay agravios no hay celos’ de Francisco Rojas Zorrilla.
“Amo y criado, no tienes fortuna, no tienes remedio. Amo y criado si tienes la duda vete a tu pueblo”. Al ritmo de este son de cumbia colombiana delante de un lienzo de la calle de Alcalá empezó una historia clásica de ‘don juanes’, amores no correspondidos, atentados al honor y luchas de florete muy vistosas en la Antigua Universidad Renacentista (Aurea).

En la historia, amo y criado hacen un trueque de papeles para resolver intrigas que traen aún más intrigas, en esta comedia de capa y espada que aborda los límites de la clase social, en cuestiones de amor, honor y modales. Según el director, Eduardo Vasco, esta obra forma parte de “la última expresión de la comedia nueva antes de echarse a perder del todo víctima de las influencias francesas”.
¡Qué tan agradable es escuchar las letras de Cervantes con la dicción de los que vienen del otro lado del charco! Los ocho actores resolvieron con destreza la adaptación de Yolanda Pallín, con escenario de atrezo sencillo, vestuario de la época y pequeñas intervenciones de flauta y percusión, aparte de la cantaleta inaugural.
Pese a que las claves de la historia de Don Juan, Doña Inés y Sancho no son nuevas, fue imposible no carcajearse con la versión del “novio de contrabando” o del caballero “corto de valentía”. El actor Diego Barragán se metió al público en el bolsillo con un papel pícaro y burlón, junto a Fabián Velandia, Alejandra Guarín, Juan Sebastián Rincón, Carlos Martínez, María José Delgado, Katheryn Martínez y Fabián Martínez.
Todo el público levantado

Pero si esta comedia descarada lo tenía todo para dejar un buen sabor de boca por su agilidad, no lo pudo hacer mejor con su giro inesperado al final, donde las mujeres miraron frente a frente al público para demostrarle que en estos tiempos hay muchas formas de releer el teatro del Siglo de Oro. La respuesta no pudo ser mejor, pues este sábado cerraron el espacio Aurea con un aplauso de varios minutos y todo el público levantado.