El geógrafo climatólogo castellano-manchego Jonathan Gómez Cantero asegura que “el cambio climático existe y afecta a Castilla-La Mancha”, tal y como han verificado de manera transversal profesionales de universidades, centros de investigación, instituciones sanitarias, empresas o medios de comunicación, a través de sus análisis sectoriales en el segundo informe sobre ‘Efectos Constatados y Percepción de este fenómeno en el Medio Rural de Castilla-La Mancha, Propuestas de Medidas de Adaptación’ que ha coordinado Gómez de forma principal, junto a Alfonso Rodríguez, Eduardo Bustillo y Pablo Rodríguez.
Los cambios producidos por la alteración del clima, señalan en una de las conclusiones del informe de casi 500 páginas, “son cada vez más evidentes” en la región castellano-manchega por las peculiaridades de su climatología.
La subida en 1,4 grados centígrados de la temperatura media regional entre 1981 y 2016 y la notable pérdida de precipitación en estos casi últimos cuarenta años que han constatado “están dejando marcas cada vez más reconocibles en nuestra geografía, tanto física como humana”.
Por estaciones, los meses de verano -junio, julio y agosto- son cada vez más cálidos, con “el calentamiento más marcado” en la comunidad, y un alza de 2,27ºC en sus valores medios, al haber pasado, según las mediciones, de un promedio de 21ºC a, en algunos casos, más de 25ºC.
No sólo la subida de las temperaturas en las provincias de la región durante todo el año “es una realidad”, sino que “haya 21 días más de verano respecto al verano de nuestros abuelos”.
Para los meses de marzo, abril y mayo han cotejado un calentamiento general de 1,8ºC en el periodo medido, al igual que en otoño (septiembre, octubre y noviembre) ha registrado un promedio de subida de 0,05ºC por año, hasta un incremento medio del 1,84ºC.
Por su parte, el invierno -diciembre, enero y febrero- es la estación “que más lentamente sube su temperatura”, con un aumento térmico generalizado de 0,56ºC.
“En conclusión, señala Gómez, podemos establecer que además de crecer el número de días cálidos, está descendiendo la cifra de días que registran heladas”.
En cuanto a precipitaciones, “los años secos tienden a ser más secos” en Castilla-La Mancha, mientras que, en los húmedos, las lluvias se manifiestan en forma de tormenta o mucho volumen de agua que suman varios litros en un día, como por ejemplo el paso de frentes atlánticos.
Ciudad Real
Ciudad Real es una de las provincias que registra “a un ritmo más débil” la escalada general de la temperatura, con 1,35 grados centígrados más en global y un 0,037ºC de subida anual. El año más frío fue 1984 con una temperatura media de 14,1ºC, y 2015 el más cálido, con 16,7ºC.
Según los cálculos de Gómez, ha incrementado en 17 los días por encima de 30 grados centígrados, y ha disminuido en 15 los protagonizados por heladas.
Igualmente, la provincia ciudarrealeña “muestra una variabilidad interanual muy fuerte”, con una alternancia de años muy secos (2005), con húmedos (2010).
Adelanto de la vendimia y floraciones tempranas
Estos datos ponen en evidencia “la gravedad” de un fenómeno que, en palabras de Gómez Cantero, “tiene impactos en la agricultura y ganadería, y en el riesgo de incendios forestales”. A su juicio, “no se puede ignorar desde un punto de vista político, social, económico y, por supuesto, medioambiental”.
Algunos de los efectos del calentamiento generalizado en el campo castellano-manchego son “el adelanto de la temporada de vendimia, el incremento de las floraciones tempranas o el acortamiento de los ciclos fenológicos de muchos de nuestros cultivos agrícolas”.
“Son signos más que evidentes y fácilmente observables para los profesionales del campo” que, en su opinión, “deben adaptar sus calendarios de actividad para hacer sostenibles sus explotaciones”.
“Lo positivo”, según declaraciones del geógrafo a El Campo, es que la percepción del calentamiento global es reconocida como un problema importante por el 51 % de los castellano-manchegos, y por tanto, “ha llegado a la ciudadanía”.
El desafío que representa el cambio climático ante sus efectos sobre el medio ambiente, la economía global, la salud y el bienestar social “ha pasado del nivel científico al social”, asegura Gómez, una traslación que “representa un paso enorme”.
Al parecer, con una sociedad sensibilizada, la población será más consciente de que es preciso realizar “prácticas sostenibles” como “coger menos el coche, apagar la luz, o comprar en el mercado de cercanía”.
“Vivimos en un sistema capitalista, advierte el climatólogo, donde hay mucho consumismo”, y cuyos excesos hacen que “estemos comiendo espárragos en bote que vienen de China o Perú”, o que “haya fresas en el mercado en enero”. Estos impulsivos hábitos de consumo conllevan “un gasto de transporte y un exceso de contaminación”.
El primer informe (Castro, 2007) “se basó en los resultados de escenarios regionales disponibles en ese momento”, en función “de los escenarios más plausibles de incremento de gases de efecto invernadero”, mientras que el actual describe los efectos previstos en Castilla-La Mancha.
Recursos hídricos
En el apartado de los recursos hídricos, -Antonio García Pastrana, de Aquona Gestión de Aguas en Ciudad Real, señala que ante un escenario con menos caudal por el efecto del cambio climático, “es importante incluir políticas agrarias que incentiven los cultivos de menor requerimiento de agua (en 2014 el uso para cultivos herbáceos supuso un 65% del total), tratando de que esto no suponga una merma en la rentabilidad del sector agrario”.
Apunta que además de reducir otras pérdidas por evapotranspiración, “es importante la correcta elección de cultivos y eficientes técnicas de riego”.
El estudio también aborcda los efectos climáticos en la ganadería, en la fisiologia reproductiva, en la viticultura, en cultivos como el pistachero, ajo, y almendro, además de su impactos en el turismo rural y en la despoblación .
El informe completo se puede consultar en la página web de www.castillalamancha.es