La pandemia ha dado un vuelco en la vida de ciudadanos de todo el mundo, aunque los que más saben de eso son los que han sufrido en sus propias carnes el coronavirus. A Ángel Borrás, electricista en una brigada de alta tensión de 38 años y concejal en el Ayuntamiento de Piedrabuena, este tiempo le ha servido para aprender a cuidarse.
Quién iba a dar que aquel malestar que empezó a tener en la primera semana del confinamiento domiciliario iba a ser aquel ‘virus chino’ del que hasta hace bien poco nadie sabía nada. En aquellos días la orden era “si no estás muy malo quédate en casa”, y así se sucedió el dolor de garganta, la fiebre baja, el cansancio, los problemas respiratorios.
Casi dos semanas estuvo hasta que no aguantó más. En su casa aparecieron aquellos sanitarios con EPI, que parecían sacados de la serie de televisión ‘Chernobyl’ y que entonces causaron tanta expectación. Fue directo a la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Ciudad Real, donde estuvo un día o dos. “Perdí la noción del tiempo”, cuenta.
Las semanas que cambiaron su vida
Miedo. Eso era lo que recuerda que sentía. “En la UCI no sabía que iba a pasar, pero es que, en planta, los primeros días, estaba viéndolas venir”, dice Ángel Borras. Entonces no había prácticamente información, “los tratamientos no sabían si eran efectivos, si iban a tener efectos secundarios”. Todo fue “caótico”.
Aquellas tres semanas que pasó en el hospital de la capital cambiaron su vida. Desde entonces Ángel Borras ha perdido “unos 40 kilos”, ya no tiene ni sobrepeso, ni hipertensión, ni azúcar, y encima ahora hace deporte a diario, sobre todo, ciclismo y senderismo. “Era algo que tenía que hacer, pero no tomaba la decisión nunca”, confiesa.
Con paseos en solitario y aislado en la pequeña habitación del hospital empezó su afición por el deporte. Una enfermera le recomendó andar por el entorno de su cama, porque los corticoides que servían para frenar el Covid-19 le subían mucho el azúcar y por eso no le daban el alta.
Después llegó “el circuito de casa”, por el interior y el patio, y la bicicleta estática. Al principio le costaba mucho, “porque estaba muy bajo de forma física”. Hoy, en cambio, “una parte de mi tiempo libre, sí o sí, es para hacer deporte”, indica. Hasta ha conseguido una cinta de marcha para su casa.
Antes nunca hubiera imaginado que llegaría a hacer una ruta en bicicleta de 60 kilómetros. De momento es la más larga que ha hecho, desde Piedrabuena, por la carretera de Arroba, hasta El Robledo, y luego Porzuna hasta llegar de nuevo a Piedrabuena para dar la vuelta al río Bullaque.
El camino para ser un gran chef
Su alimentación, por otra parte, “ha cambiado al 100 por cien”. Además, la cuarentena que tuvo que guardar tras recibir el alta le sirvió para ser hoy un gran chef. El piedrabuenero explica que tras salir del hospital empezó a comer sano y menos cantidad, “mucha verdura, pescado, nada de dulces y el McDonalds prácticamente no lo he visitado”.
En aquellas semanas de la ‘primera ola’, todavía en proceso de recuperación, cuenta que “veía muchas recetas y mi tiempo libre lo dedicaba a ver programas de cocina”. Así empezó a cocinar más platos, con la vista puesta en el domingo, día para el que se preparaba “algo especial”, “un pequeño homenaje”.
Lo peor en todo este tiempo no ha sido el aprender nuevas rutinas, sino reducir su actividad en las asociaciones y el distanciamiento con sus padres, con los que vivía. En cuanto empezaron los rumores de la pandemia, sus padres se fueron a vivir al campo, y desde entonces redujo las visitas, siempre con distancia y con mascarilla.
Integrante de Protección Civil, la Asociación Juvenil Somos Así Destayike, el motoclub, de una peña de carnaval e infinidad de proyectos más, Borrás tiene miedo de que en la vuelta a la normalidad se pierda el asociacionismo, a su juicio, “tan importante en los pueblos pequeños”, donde para los consistorios es muy difícil organizar eventos.
“Cuidar el planeta”
Con preocupación ha vivido el concejal piedrabuenero la ‘tercera ola’, que desea al menos la pandemia “nos sirva para darnos cuenta de que tenemos que cuidarnos y cuidar el planeta”.
“Deberíamos valorar más las cosas que tenemos”, dice este manchego para el que sus prioridades “han cambiado” y que celebra que “la gente haya vuelto a dar paseos por el campo, a disfrutar de la naturaleza”. “En Piedrabuena tenemos río, monte, y lo tenemos que apreciar”, concluye.