El profesor de Historia Contemporánea José María Barreda Fontes ha atrapado el interés del numeroso público que esta mañana ha asistido a su ingreso al Instituto de Estudios Manchegos (IEM), con la detallada semblanza sobre el político liberal ciudarrealeño Diego Medrano y Treviño (1784-1853), una ilustre figura “que vivió entre dos siglos”, y que fue el principal impulsor de las cajas de ahorro y del cuerpo de ingenieros.
La condición de pariente lejano de este personaje, ha servido al también ex presidente de Castilla-La Mancha como un vínculo para contextualizar la conferencia ‘Diego Medrano y Triviño, de súbdito a ciudadano’, que ha pronunciado en un abarrotado acto de investidura, encabezado por el presidente del IEM, Alfonso Caballero Klink, y celebrado en el salón de plenos de la Diputación provincial, al que no han faltado las principales autoridades locales, provinciales y regionales, como el propio presidente regional, Emiliano García-Page.
El recipiendario ha recibido los atributos del nuevo cargo, diploma y medalla, en un solemne momento, en el que han ejercido de padrinos los también profesores universitarios y corporativos del IEM, Manuel Espadas Burgos y Francisco Alía Miranda. Espadas, director de la tesis de Barreda, ha sido el encargado de pronunciar la laudatio del nuevo consejero de número.
Tras la lectura del acta que recoge la nueva elección, su protagonista ha abordado la figura del político decimonónico con la alusión al ‘Libro Becerro de los mayorazgos, vínculos, patronatos, capellanías y derechos de la familia Medrano y Treviño’. Se trata de un manuscrito que Diego Medrano escribió en 1825 cuando estaba preso en casa de su hermano, coincidiendo con los 9 años de represalias que sufrió por el absolutismo de Fernando VII.
Fue un personaje “cercano” que a Barreda atrajo desde recién licenciado, según ha declarado, cuando investigaba sobre las sociedades económicas de amigos del país para su tesis doctoral ‘Caciques y electores’. De la misma manera, durante su etapa como político se cruzaron las reflexiones y el legado del militar en su gestión. Fue una época en la que Barreda vivió “con más implicación el presente que la explicación del pasado”, dado que, sin transición, “pasé de aprendiz de historiador a aprendiz de gobernante”.
Igualmente, ya de senador leyó un libro que Medrano había dedicado a esa cámara, y como diputado consultó, ha recordado, su expediente y sus intervenciones en el Congreso.
De la misma manera, guarda un ejemplar de ‘Consideraciones sobre el estado económico, moral y político de la provincia de Ciudad Real’, en el que se pueden leer, para Barreda, interesantes reflexiones sobre las diferencias sociales de la época. Apreciaciones como que “eran muy pocos los padres que se hallaban con suficientes bienes de fortuna para sostener a los estudiantes en las universidades y colegios que se encontraban muy lejos de sus domicilios” inspiraron a Barreda, tal y como ha confesado, cuando negociaba con el Gobierno nacional la creación de la Universidad de Castilla-Mancha. “No podíamos consentir la injusticia de discriminar la inteligencia de los jóvenes cuyas familias no podían pagar los estudios”, ha razonado.
Contribución intelectual, política, económica y social
Precisamente, la contribución intelectual, política, económica y social de quien fuera heredero “del moderado Medrano y el progresista Mendizábal, dos almas del liberalismo español decimonónico”, fue el legado que sedujo a Barreda a la hora de preparar su ingreso en el IEM.
El objetivo de Barreda con su discurso ha sido “seguir la vida y la obra del personaje”, en paralelo a una aproximación a España y a La Mancha. Fue una figura histórica, ha dicho, que transicionó entre dos siglos, al nacer “súbdito a finales del siglo XVIII” y morir “ciudadano a mediados del XIX”.
La vida de Medrano “estuvo marcada por la guerra y por los inestables e inciertos periodos postbélicos”, en unos “umbrales imprecisos” en los que, según ha destacado Barreda, hizo política moderada de la mano de Martínez de la Rosa. No en vano, Medrano fraguó una sólida relación con este líder del Partido Moderado desde su época de estudiante en Granada.
Familia
Ciudarrealeño por vía paterna y de origen almagreño por parte de madre, Diego Medrano nació en una familia terrateniente de la oligarquía provincial, que poseía un importante patrimonio en diez pueblos. Como hijo de su tiempo “estuvo al servicio del orden con libertad”, y defendió a los propietarios “como los miembros más útiles de una nación”.
Por su condición de clase accedió al cuerpo militar y participó en la Guerra de la Independencia contra los franceses, incluso al final de la contienda estuvo a las órdenes del duque de Wellington al sur de Francia. Fue su oposición a los Cien Mil Hijos de San Luis en la posterior invasión francesa (1823) la que lo confinó a un arresto domiciliario durante nueve años en Ciudad Real.
Como hombre inquieto, aprovechó este periodo para escribir el libro que guarda Barreda y otros estudios sobre la justicia.
Previamente, durante el Trienio Liberal (1820-1823), asumió otras responsabilidades políticas al lado de Martínez de la Rosa, y fue diputado para las Cortes por La Mancha, y jefe político de Castellón y Jaén.
Tras purgar su pena, en 1833 fue subdelegado de Fomento, y tras ganar las elecciones como moderado a procurador en Cortes, inició unos de los periodos más valiosos para el desarrollo socioeconómico de España, al ser nombrado ministro de Interior.
Su aportación más importante fue la creación de las Cajas de Ahorros por una orden de 3 de abril de 1835, a tenor de su preocupación por la incierta situación financiera de los agricultores, y como respuesta al debate impulsado por las Sociedades Económicas de Amigos del País.
El político ciudarrealeño, tal y como ha recordado Barreda, también creó el Cuerpo de Ingenieros Civiles, y promovió la apertura de las escuelas de ingenieros de Minas, Geógrafos y de Bosques.
Diego Medrano dimitió como ministro el 13 de junio de 1835, pero siguió como procurador en Cortes, así como en 1837 fue elegido senador por Castellón de la Plana y en 1840 diputado por Ciudad Real, dentro de la candidatura de los antiguos liberales moderados.
En 1843 fue nombrado senador por designación real y a partir de 1845 continuó como senador vitalicio, ocupando en 1850 una de las vicepresidencias del Senado. En 1852 se retiró a Ciudad Real, donde falleció a los sesenta y ocho años.
Barreda, tras esta semblanza ha sido largamente aplaudido y ha recibido el diploma del instituto por el presidente García-Page, el presidente de la Diputación Provincial, José Manuel Caballero, y la alcaldesa de Ciudad Real, Pilar Zamora.
Compromiso con Castilla-La Mancha
Previamente, Espadas Burgos, ha repasado la biografía de Barreda, centrada en sus cargos políticos como presidente de Castilla La Mancha, presidente de las Cortes de Castilla La Mancha, vicepresidente de Castilla La Mancha, consejero de Educación y Cultura, diputado en el Congreso y senador.
Su trayectoria, ha recalcado el prestigiosos historiador, sobre todo desde que en 2004 fue elegido presidente de la región, ha estado plagada de “años de mucho trabajo”, en los que, según Espadas, aprovechó “su conocimiento del pasado, del presente y su gran sensibilidad y equilibrio para atender el espacio en el que se desenvolvió”.
Fue un tiempo ha agregado, “en el que sirvió a Castilla-La Mancha y se implicó en el compromiso” con el territorio, con hitos como la creación de la Universidad de Castilla-La Mancha, la Biblioteca regional, el impulso a las redes de bibliotecas y casas de cultura, la celebración del IV Centenario de la publicación de Don Quijote de la Mancha o la llegada de la alta velocidad en el desarrollo económico y social.
Barreda, para Espadas, “nunca rompió el cordón umbilical con la Universidad”, un aspecto que, entre otras aportaciones, contribuyó de manera positiva a ampliar “el progreso de nuestras ciudades y pueblos”. Y ahora, desde el IEM y con su labor docente, seguirá manteniendo “el interés y dedicación a nuestra tierra, a nuestra cultura y a nuestras gentes”.
Al acto también han acudido entre otras, la consejera de Educación y Cultura, Rosa Ana Rodríguez, y su homóloga de Igualdad y portavoz del Gobierno, Blanca Fernández.