Durante la última década han sido capaces de dotar a sus elaborados de un aire de frescura e innovación, siempre con un toque femenino para alumbrar unos vinos diferentes, sinceros, francos y equilibrados. Todo ello sin olvidar las tradiciones de sus antepasados.
La personalidad propia de Bodegas Cañaveras, situada dentro del término municipal de Santa Cruz de Mudela, dentro del recinto de una casona centenaria donde conviven en perfecta armonía el tradicional jaraíz con la tecnología más avanzada en vinificación, se cimenta en una cuidada selección de aquellas variedades de uva que resultan más adecuadas al vino que se quiere elaborar en cada momento.
Plenamente conocedoras de la complejidad del sector, y más aún dentro del mundo del vino donde es poco frecuente encontrar a mujeres que estén al frente de una bodega, Laura y Ana han sabido asumir la responsabilidad de seguir luchando por lo que creen y proyectar su producto al mundo.
Laura Cañaveras, que es sumiller profesional, explica que entre sus principales objetivos al frente de la bodega se encuentran los de continuar con el negocio familiar y abrir nuevas fronteras, con el fin de obtener una mayor expansión de los vinos que elaboran, en especial dentro del mercado nacional, al recordar como sus antepasados “sobre todo se dedicaban a la exportación”. Por este motivo comenta que desde que se pusieron al frente “comenzamos a trabajar mucho el mercado nacional, ampliando también las exportaciones y decidimos apostar por el viñedo ecológico y por el vino vegano”.
Desde hace aproximadamente una década, las hermanas Cañaveras han dejado su impronta en los vinos de la bodega, dándole ese toque personal que caracteriza a los buenos vinos: “Lo que queríamos era distinguirnos del etiquetado clásico, uniendo la tradición que han aportado nuestros antepasados con la innovación que hemos traído nosotras”, según comenta Laura, motivo por el cual “quisimos hacer una gama de vinos destinados también a un público más joven”.
Los vinos que se elaboran en Bodegas Cañaveras presentan una gran tradición, pues no en vano sus orígenes se remontan a 1889: “Trabajamos con el mismo método de elaboración, aunque utilizando toda la innovación, no solamente en la elaboración, sino también en aquellos aspectos que nos puedan aportar un valor añadido y sean beneficiosos con el medio ambiente”.
Resulta cuanto menos peculiar que dos mujeres se encuentren al frente de un negocio vitivinícola, debido a que esa no suele ser la tónica habitual en España y en Castilla-La Mancha. Afortunadamente, los tiempos y las mentalidades están empezando a cambiar, y tanto Laura como Ana se están encargando de llevar a los vinos de Bodegas Cañaveras hacia las cotas más altas del mercado.
“Dentro del mercado nacional todavía cuesta trabajo encontrar a mujeres que estén al frente del sector. Sin embargo, sí miramos de España para afuera, o incluso algunas regiones más dinámicas como pueden ser las Islas Baleares, sí que tenemos una cabida diferente. En España todavía es muy difícil, pero en el extranjero el 70% de las exportaciones las llevan las mujeres”.
Laura pone también en valor como durante la última década, que coincide con el periodo en que tanto ella como su hermana Ana llevan al frente de la bodega, “hemos notado que se han incrementado mucho las ventas de nuestros vinos dentro del mercado nacional, pero también han crecido las exportaciones, pues hemos pasado de estar trabajando en tres o cuatro países a llegar hasta la veintena, exportando en la actualidad en Europa, Asia y en América”.
Filosofía empresarial
Con una producción anual de casi un millón de botellas al año, la filosofía de Bodegas Cañaveras pasa por hacer vinos que “sean capaces de sorprender y que despierten una nueva referencia para poder formar parte de los distintos momentos de la vida”.
La propia Laura comenta que a pesar de que tanto ella como su hermana, han estudiado materias diferentes, desde el principio tuvieron claro que al final iban a continuar con el negocio familiar.
En la actualidad Bodegas Cañaveras, que también realiza una decidida apuesta por el enoturismo, con diferentes paquetes y visitas, comercializa sus vinos amparados por la IGP Vino de la Tierra de Castilla y con las marcas LaurAna, Las Niñas, Familia Cañaveras, Compás flamenco, Altos del Castillo, Viña Juanele, Alegría y Cañaveras.
Precisamente la marca LaurAna surge de la conjunción de unir el nombre de Laura y Ana en un vino, y que abrió una gama de los vinos de la quinta generación. Por su parte, el nombre de ‘Las niñas’, en cuya etiqueta aparecen reflejado la imagen de las dos hermanas en compañía de su abuelo visitando un viñedo, y en clara alusión a tiempos pasados, donde el diseñador quiso reflejar el antes y el después: “Significa que las niñas han jugado de pequeñas en un viñedo y ahora es su lugar del trabajo”, explica Laura, quien aclara que “el término de las niñas no viene solamente por Ana y por mí, sino porque apostamos mucho por la parte femenina a la hora de trabajar”.
Participación en Fenavin
Laura Cañaveras, quien considera que siempre es positivo estar presente en la Feria Nacional del Vino, opina que Fenavin “es una puerta a todo, tanto a poder entablar contactos comerciales con compradores nacionales como con poder abrir un mercado internacional que demandan los clientes”.