Noemí Velasco
Manzanares
Los recortes y las medidas de austeridad ante la crisis, la muerte de miles de personas que huyen de la guerra en el Mediterráneo o la pérdida de niveles aceptables de democracia en algunos países del este han mostrado la peor cara de una Unión Europea que se debate entre hacer de la economía de mercado su paradigma con un marcado tinte alemán o girar hacia un contenido más social con menos fuerza para los estados y más poder para las instituciones supranacionales. Perdido el ideal de “paz” que estimuló la creación de sus orígenes, la Europa de los 27 sufre hoy uno de sus momentos más críticos, no sólo por el Brexit que Gran Bretaña ya había anunciado, sino por la pérdida de un sentido de unión capaz de enfrentar la defensa de los valores europeos en un mundo globalizado y con la solidez suficiente para generar cohesión y hasta pasiones entre la ciudadanía. El expresidente del Parlamento Europeo y la profesora de Derecho Internacional en la Universidad de la Rioja, Josep Borrell y Mariola Urrea, abordaron en la noche del jueves el devenir de la Unión Europea en la apertura del noveno curso de la Escuela de Ciudadanos, que llenó la Casa de Cultura de Manzanares y reunió al alcalde de Valdepeñas y senador, Jesús Martín, además del alcalde de la localidad, Julián Nieva.
Referencias a la Declaración Schuman, discurso pronunciado por el ministro de Asuntos Exteriores francés en mayo de 1950 donde vislumbró el camino hacia la unión política frente a la guerra que había devastado Europa, y al papel del continente en un mundo que ya no es eurocéntrico, marcaron la apertura de un debate de calado, europeísta, pero consciente de las sombras que empañan la integración, y muy compenetrado. La clave de la pregunta marcada por el director de la Escuela de Ciudadanos, el periodista Román Orozco, “Más Europa…¿para qué?, la dio Borrell: “para garantizar la supervivencia de la forma de vida Europea en un mundo globalizado que camina a pasos agigantados”, una Europa “más social”, añadió Mariola Urrea, fundamentada en el ideal de Democracia.
Atosigada por la salida de Gran Bretaña, un euro “que no acaba de funcionar”, la proliferación de partidos antieuropeos en Alemania, Francia, Italia, Grecia, la crisis de los refugiados y un vecindario cada vez más convulso, Josep Borrell sin embargo advirtió que hay que tener “cuidado” con las “tendencias desintegradoras”, aunque admitió no estar seguro de querer más Europa. “Me gustaría más Europa a la hora de resolver el tema de los refugiados, pero una me sobra, la de la austeridad, la de la política económica alemana”, añadió el que fue ministro en los gobiernos de Felipe González.
La profesora Urrea advirtió de el desequilibrio producido en el sistema comunitario a partir del Tratado de Maastricht (que entró en vigor en 1993) y que apostó por una deriva intergubernamental, con más protagonismo para los estados, con Alemania como estado “hegemón”, y pérdida de poder para los órganos supranacionales como la comisión europea. Urrea admitió que “sin Alemania no hay Unión Europea, pero tenemos que disciplinar la forma que ejerce el poder”. Frente a la “germanización” de Europa, Borrell apostilló que “tendríamos que buscar contrapesos, lo mejor sería una pareja de baile franco-alemana”, aunque reconoció que Francia tampoco está en el mejor momento.
En esta actualidad en la que la idea de la Europa de las “dos velocidades” empieza a ganar peso, e incluso ya existe a partir de la adhesión de unos estados y otros no al espacio de Schengen de libre circulación de personas o al euro, Borrell y Urrea expresaron que el futuro de Europa pasa por la recuperación de ese sentimiento de pertenencia a una “colectividad”, que comparte “riesgos” y que ejerce “solidaridades”. Para ello, los dos ‘profesores’ de la Escuela de Ciudadanos marcaron algunos temas candentes que las instituciones europeas tienen que abordar con celeridad: el Brexit, porque en palabras de Urrea, “no se puede estar fuera y tener todos los beneficios” y porque “tiene que haber una negociación en la que ganemos todos”; o la pérdida de los estándares democráticos y de derechos fundamentales en algunos países del este, derivada de una “macroadhesión”, que según la profesora, atendió a un claro “objetivo político”. El terrorismo internacional plantea retos, con una Francia que todavía mantiene el Estado de Excepción y que ha deteriorado el espacio de libre circulación; pero también la posición en el mundo de una Europa con “poca población, cada vez más envejecida y dependiente en cuanto energía”. Frente a la visión de la Europa alejada, burocrática, cara, que se resiste a abordar el ámbito social, la profesora Urrea añadió que “Europa la hacemos nosotros”, y apostó por reivindicarla como espacio común de valores, de igualdad, libertad política, Estado de Derecho y Estado protector.