Elisabeth Zaragoza, su marido Miguel Ángel Martín, su hijo veinteañero Borja, y los gemelos de once meses, acaban de mudarse a Caracuel de Calatrava desde Silla, Valencia, población intermedia del cinturón industrial de una gran ciudad, como tantas en España, en la que no se ven niños jugando en la calle. “En Silla hay mucho follón diario, solo descansas el domingo, cuando cierran las fábricas”, relata Zaragoza.
Hostelera con experiencia (tuvo un restaurante en Peñíscola), esta mujer de 44 años y su familia no buscaba solo trabajo, sino un cambio de vida en un lugar tranquilo. “Tengo dos bebés y no quiero que mis hijos crezcan metidos en casa con una Playstation”, dice. Faltaba encontrar el sitio, hasta que se cruzó en su camino la oferta del Ayuntamiento de Caracuel de Calatrava (140 habitantes censados, menos de cien viviendo), que ha revolucionado su vida.
Seleccionados entre más de 1.500 solicitudes
Zaragoza y su familia ha sido seleccionada entre más de 1.500 solicitudes al anuncio de trabajo y vivienda que lanzó el Ayuntamiento con la colaboración de la asociación cultural Cheritrones en abril de este año, para reabrir el único bar del pueblo de titularidad municipal, que cerró en vísperas del estallido de la pandemia. De los cientos de solicitudes, cuatro familias pasaron por el ‘casting’ municipal, una entrevista personal, entre ellas la de Elisabeth, la ganadora.
“Vimos el anuncio en el periódico Lanza, llevo años consultando en periódicos de cierta zonas para ver si salen cosas así, ni siquiera conocíamos Ciudad Real, era la única provincia de Castilla-La Mancha que nos faltaba, comprobamos qué tipo de población era y cuando vinimos a la entrevista nos encantó”.
A Elisabeth no solo le sorprendió el pueblo, sino las posibilidades del bar municipal, un emplazamiento con terraza exterior en la parte alta para el verano y otro local para el invierno. “Nos enamoramos del recinto y nos impactó el silencio; era un jueves y no había nadie, parecía un pueblo fantasma, y cuando subías aquí [la terraza del bar, recién abierto] daba una paz, todo lleno de arboleda. Luego vimos el local de invierno y nos pareció espectacular”.
A esta valenciana urbanita también le ha impactado “que un pueblo tan pequeño tenga una disposición y unos servicios culturales tan grandes. Venimos de una ciudad que tiene de todo pero unas instalaciones deportivas como esta, casi sin gente… nos dio muy buena impresión, y tanto desde la alcaldía como desde la asociación nos transmitían la posibilidad de iniciar algo nuevo”.
Arrocería para un público no habitual
La oferta cubría con creces sus expectativas de cambio. “Somos de la Albufera, de Valencia, nuestra especialidad son los arroces y queremos asentar nuestro establecimiento como arrocería para atraer a un público no habitual hasta ahora en este pueblo”, subraya.
En poco más de tres meses a Elisabeth y Miguel Ángel se han empapado de una provincia que no conocían, pese a tener orígenes ambos en Castilla-La Mancha, ella en Albacete y su pareja en Cuenca. Para ellos Ciudad Real es la gran desconocida de la comunidad autónoma, y antes de lanzarse al cambio han hecho su trabajo de campo.
Estuvieron una semana en Ciudad Real después de venir a la entrevista conociendo las costrumbres, han hecho lo que ellos llaman ‘el corredor de Calatrava’, y saben que existe “una arrocería de alto copete en Picón”, muy reconocida. “Nuestra intención también es trabajar los arroces sin llegar a ese nivel, lo que ofrecemos aquí es tomar un arroz en un ambiente distinto”.
“Trastornados”
Elisabeth, que ya ha tenido oportunidad de demostrar “la buena mano que tiene para el arroz”, agrega el alcalde Ismael Laguna, dice que su experiencia en la provincia por ahora los “ha trastornado”, también con la capital, “no es muy grande pero tiene todos los servicios”.
Del trato del pueblo de Caracuel y los responsables municipales no tiene más que elogios. “Mover una familia es muy complicado, ellos nos han puesto todas las facilidades posibles para que estuviéramos cómodos. El alcalde es una persona muy implicada, se desvivió para que la casa estuviera acondicionada para los niños. El día que llegamos ya para instalarnos vino todo el pueblo a darnos la bienvenida, nos encantó la calidez, están muy implicados con este proyecto”.
25 días montando el bar
El estreno del bar, al que han rebautizado El Buen Yantar, lo hicieron el domingo 11 de julio, tras veinticinco días de frenética actividad, “si ya había perdido kilos con esto he perdido más y sin esfuerzo alguno”, bromea, mientras muestra el interior de la cocina, “totalmente equipada por el Ayuntamiento”, en la que su marido y su hijastro veinteañero, Borja, se afanan con los primeros desayunos de la mañana.
“Ahora abrimos sobre diez y media once de la mañana. Nos estamos adaptando a las costumbres, la gente aquí trabaja en el campo y se va muy temprano. No hay costumbre de almuerzo, como en Valencia, pero sí de tomar algo más tarde. Cerramos al mediodía después de las comidas, y luego abrimos desde las siete hasta las dos de la mañana”.
La inauguración, de la que han dado cuenta en las redes sociales no pudo ir mejor. “Hubo unas sesiones de zumba y decidimos acelerar el servicio, fue genial, lleno. Tuvimos que sacar más mesas”.
Con tres adultos volcados en el bar y sin guardería, su madre también está ahora en Caracuel para hacerse cargo de los bebés y permitirles centrarse en el despegue de un negocio que como todos podrá salir bien o mal, no era lo fundamental para esta mujer: “Nosotros hemos venido buscando una calidad de vida que no teníamos. Cuando visitamos esto fue como la panacea”.
De entrada lo que más les gusta es el silencio, “mi marido que no dormía nunca aquí duerme con un lirón, aunque a mi madre dice que no puede con tanto silencio”.
Elisabeth también cree que un pueblo como este es ideal para que crezcan sus hijos, “un niño debe criarse en un entorno así y luego volar donde quiera”. El bar, al lado de un parque infantil, también le ha gustado por eso, “hacía tiempo que no veía a niños en la calle disfrutar con una cuerda o un balón. En las grandes ciudades ya casi ni se ve en los parques, aquí tenemos hasta escuela de verano”.
El pero a Caracuel es que no hay colegio. El que existió está cerrado (los chavales en edad escolar van a Corral) y no es fácil que reabra, pero el Ayuntamiento no lo descarta. Esta familia recurrirá a alguna escuela infantil de Ciudad Real para los pequeños.
“Si viene más gente se puede abrir, hay veinte niños o algo así en el pueblo, yo no descarto que este equipo conseguirá abrir el colegio, tienen muchos proyectos en mente es un pueblo muy implicado y hay mucha gente, como nosotros, que busca pueblos de este estilo”.
Marcos Hidalgo, otro migrante de la ciudad
Marcos Hidalgo, presidente de la asociación cultural Cheritrones, es uno de los artífices del proyecto Repuebla Caracuel en estrecha colaboración con el Ayuntamiento. Él mismo es un “repoblador”, que se mudó de Ciudad Real el verano pasado para asentarse en una localidad “llena de posibilidades”, dice, a veinte kilómetros de Ciudad Real y Puertollano, muy bien comunicada por la autovía.
“Yo mismo me vine para cambiar de estilo de vida, tanto mi pareja como yo trabajamos en La Solana y vivíamos en Ciudad Real, aunque ninguno provenimos de la capital, yo soy de Alcalá de Henares y ella de La Solana. Queríamos otro ritmo de vida, ya teníamos creada la asociación cultural Cheritrones, lo que hicimos es registrarla aquí para trabajar en proyectos culturales en este pueblo”.
Como Elisabeth siempre se había planteado la posibilidad de irse a vivir a un pueblo, por la calidad de vida. “La pandemia fue el detonante que nos hizo tomar la decisión, y el 4 de agosto del año pasado nos vinimos a Caracuel, encontramos una casa que reunía las condiciones y aquí estamos desde entonces”.
En ese contexto surge el proyecto Repuebla, “de la necesidad de fijar población aunque el aliciente era el bar”. A Hildalgo también le sorprendió el potencial de Caracuel. Educador social y animador sociocultural montó el proyecto ‘Caracuel un pueblo de cuento’, en colaboración con su mujer, con varios ejes, uno de ellos el programa Repuebla Caracuel que presentó al Consistorio.
“Nosotros somos repobladores”
“Nosotros somos repobladores y entendemos que para que un pueblo sobreviva tiene que haber otras personas que quieran venirse a un municipio como este, por la calidad y la vida en comunidad, los vecinos se ayudan unos a otros, eso es superimportante. Hablando con Ismael y pensando qué podíamos hacer para atraer a otros pensamos en el bar”.
Ni Cheritrones ni el Ayuntamiento esperaban que el lanzamiento en redes de ofertar la concesión del bar y una vivienda con un alquiler bajo (150 euros al mes) tuviera tanto éxito. Pensaron dedicar quince días a la recepción de solicitudes y al final lo cortaron a una semana. “Cada día entraba al menos un centenar y organizar todo eso fue complicado, llegamos a tener unas 1.500 solicitudes”.
Se han quedado con la familia Zaragoza-Martín porque reúne unas condiciones básicas que pedían, “que tuvieran niños en edad escolar o menores; cuando ellos tiene dos bebés y otro de veinte años que puede apoyar en el bar. También era importante que tuvieran experiencia en hostelería demostrable, tanto en formación como en negocios; en este caso Elisabeth ha trabajado de jefa de cocina y de empleada en otros negocios, y que no tuvieran deudas con hacienda ni problemas con la justicia”.
“Hemos optado por la mejor familia”
“Ya que podíamos elegir hemos optado por la mejor familia. Aquí además se da una condición más, son expertos arroceros, vienen de Valencia, en la entrevista nos enseñaron cartas y menús, y eso es algo que nos gustó bastante”, continua explicando Hidalgo.
“Lamentablemente”, subraya el presidente de Cheritrones, a las solicitudes de países de Latinomérica, sin permiso de trabajo o residencia “los hemos tenido que rechazar porque queríamos abrir cuanto antes”. Y no han sido pocas las personas interesadas en venir a Caracuel desde Brasil, Cuba, México, Argentina y Uruguay. También ha habido algún interesado de la provincia y en general de toda España.
Abrir el bar, una prioridad para los vecinos
El alcalde Ismael Laguna y la teniente de alcalde Cristina Arenas hacen hincapié en que para el Ayuntamiento era “una necesidad” reabrir el bar, de titularidad municipal y concesión anual renovable, que se quedó vacante en febrero de 2020, un mes antes del confinamiento por el coronavirus, que, apostilla el alcalde, “aquí se llevó de la mejor manera, no ha habido ni un solo contagio”.
“Fuimos prudentes y quisimos esperar, pero la gente nos insistía en que necesitaban el bar. La iniciativa Repuebla surge en relación con esto y con la posibilidad de atraer gente para recuperar población, otra de nuestras prioridades”, comenta Arenas.
Facilidades para las familias
Arenas ve difícil que el colegio reabra, “no sé si llegaremos a ese punto, cuando se cierra un colegio es complicado, no obstante aquí tenemos facilidades para las familias. Tenemos el colegio de Corral de Calatrava a dos kilómetros, transporte escolar y Ciudad Real muy cerca”.
Laguna confía que Caracuel recupera la población que ha ido perdiendo “en los últimos tres años”. No es que hayan sido muchos, pero llegaron a 180, cerca de doscientos habitantes.
La idea de Caracuel Repuebla surgió de esa necesidad de encontrar alicientes para asentar población en el medio rural, en sintonía con las estrategias nacionales y regionales de potenciar la vida en la “España vaciada”. “El año pasado, conforme avanzaba el verano, no paraban de recordarme lo del bar. En los pueblos pequeños como este se hace necesario disponer de un sitio para reunirse y socializar, pero queríamos algo más, por eso nos ha gustado tanto el proyecto de Elisabeth”.
De momento la familia Zaragoza-Martín ha firmado una concesión por un año por la que pagan un canon simbólico mensual, con posibilidad de renovación. También se les ha buscado una vivienda adecuada y barata, como decían en la oferta. “A partir de ahí todo ya depende de ellos”.
