“Quien quiera escribir un bestseller que se vaya a otro taller”. El escritor argentino Carlos Salem ha sido claro desde el principio en el taller de escritura creativa que ha ofrecido este viernes dentro de las Jornadas Literarias ‘Manchanegra 22’ organizadas por Espacio Serendipia en Ciudad Real. Ha fallado a la cita el escritor cubano Amir Valle, que está de corresponsal en Alemania por la guerra en Ucrania.
La escritura creativa “en realidad es la escritura que no es comercial”, ha explicado el escritor afincado en España desde finales de los años 80, que acumula 45 obras publicadas, entre narrativa, novelas y libros de relatos. Una carta comercial “siempre empieza y termina de la misma manera”, pero la narrativa tiene “mil formas”.
Carlos Salem, que ha repetido por tercera vez en ‘Manchanegra 22’, no ha hablado “del producto precocinado que son las películas de Antena 3 a la hora de la siesta, donde resulta que una mujer siempre se casa con el novio perfecto, que es el mismo que mató a su marido”, sino de historias que se salen de los cánones.
“Una buena novela negra no es el producto precocinado que está de moda y se va a vender, sino el producto literario que nunca sabes lo que va a pasar con él”. Y ha puesto de ejemplo a la autora de ‘No oigo a los niños jugar’, Mónica Rouanet, todo un ejemplo de que este tipo de literatura, de calidad, “puede ser masiva”.
“El adjetivo es el mayor enemigo del escritor”
El taller ha estado cargado de ejemplos para los asistentes y algún ejercicio práctico. Durante la masterclass, Salem ha dicho que “el escritor tiene que estar dispuesto a quemar todo y empezar de nuevo”. Lo que funciona es el método del ensayo-error, y no importan los errores, porque “aunque no todo vale, todo sirve”. En una novela “hay un millón de posibilidades de equivocarse”.
Escribir es “como ir en bici”, ha asegurado Carlos Salem, porque “cuando haces una magnífica descripción, pero luego al final se te jode el capítulo, ya has aprendido a hacer el primer acto, y eso no se te va a olvidar jamás”. Para él la creación de personajes es sorprendente y “siempre hay un punto del relato donde se puede abrir como un delta, donde un giro lo cambia todo”.
Dispuesto a acabar con mitos, Carlos Salmen ha asegurado que “el adjetivo es el mayor enemigo del escritor y es falso amigo del poeta”, porque una novela no va a ser mejor “porque tú pongas que el día es gris, verde y plomizo”, sino que lo que va a ser “es una lata”. “Te sorprenderías de la cantidad de gente que utiliza palabras que no usa nunca”, señala.
Luego está la división entre escritores “de brújula o de mapa”, los primeros son los que siguen una “escaleta”, tienen la historia esquematizada, y los segundos los que se dejan llevar. “Nos encanta fingirnos mentirosos”, ha dicho Carlos Salem, que considera que “ni tanto, ni tan poco”.
Hay gente que “con 26 o 27 años tiene excelentes proyectos de novela porque ha leído muchísimo”, todos quieren hacer “la gran novela europea” y en muchas ocasiones no la terminan nunca. ‘El jugador’ de Dostoievski, escrito en 15 días, es el gran ejemplo de que la mayoría de los escritores que han hecho obras maestras las hicieron sin darse cuenta.