José Antonio Merino, nieto de uno de aquellos miles de represaliados por la dictadura franquista en Ciudad Real, y sus hermanas Natividad y Simona han cumplido este sábado en Valdenoceda (Burgos) un viejo anhelo familiar: recuperar los restos de su abuelo paterno Santos Merino, muerto “de hambre y miseria”, en aquella cárcel de castigo el 2 de mayo de 1941.
Ni José Antonio ni sus otros siete hermanos conocieron “al abuelo Santos”, pero en su casa nunca se ocultó la historia, “tengo conocimiento de que murió en la cárcel de Valdenoceda desde que tengo uso de razón”, explica. Con la madurez la idea de encontrar sus restos y traerlos “a casa” se asentó en su cabeza, hasta que en 2007 se promulgó la Ley de la Memoria Histórica que propició la creación de asociaciones como la de Familiares de Represaliados en Valdenoceda, que ha posibilitado la exhumación y la identificación de los restos de su abuelo “nunca les estaremos lo suficientemente agradecidos”, dice.
Homenaje en vida de su padre
Fundada por el nieto de otro represaliado de la provincia, José María González, Merino contactó con la asociación y en 2014 se hizo las pruebas de ADN por las que se ha podido identificar a su abuelo, cuyos restos le han entregado este sábado. “El homenaje ha sido impresionante, muy emotivo”, asegura. Pero lo mejor es que se ha hecho en vida de su padre, Casimiro Merino de 92 años, que por edad no ha viajado hoy a Burgos aunque está tan emocionado como el resto de la familia.
Un simple jornalero que ni fue al frente
La última vez que este nonagenario vio a su padre solo tenía quince años. “Mi abuelo era un simple jornalero que ni siquiera fue al frente ni estuvo afiliado a ningún partido. En los años de la guerra trabajaba en una casa de labor, hubo una subida de jornal y fue a cobrar las bases a casa del amo que prefirió compensarle con un saco de trigo, luego lo denunció por robo”.
Condenado por ‘adhesión a la rebelión’
Por esa simpleza al acabar la guerra en 1939 lo detuvieron y lo condenaron por ‘adhesión a la rebelión’. “Como a muchos otros se les acusaba por nada”, remarca su nieto. Estuvo un año y medio en la cárcel de Ciudad Real y desde allí lo mandaron al penal de Valdenoceda con treinta años de condena. El que entraba allí no salía, nadie de la familia volvió a verlo ni recibieron cartas, sólo la que les comunicó que había muerto. Dejaba mujer, un hijo y cuatro hijas y él era el único sustento de la casa”, rememora José Antonio, que ahora vive en Torralba de Calatrava y es concejal en la oposición del Partido Socialista.
“No se trata, como dicen, de abrir heridas, sino de cerrarlas. A mi abuelo lo enterraremos en Carrión en un acto para la familia, pero si me gustaría recalcar la extraordinaria labor que está haciendo la Asociación de Familiares de Represaliados en Valdenoceda. Las subvenciones se acabaron en el año 2011 y aún así siguen haciendo identificaciones con la cuota de los socios, esto tiene un valor enorme”.
José Antonio Merino y sus hermanas han participado hoy con otras doscientas personas en el homenaje anual en torno al 14 de abril en el antiguo penal y el cementerio viejo del pequeño pueblo burgalés –antiguo solar de instituciones penitenciarias-, en el que fueron enterrados los 150 presos que murieron allí por el trato inhumano que recibían, el 80% de la provincia de Ciudad Real.
Los Merino tienen además una conexión especial con José María González, el fundador de la asociación. Por las fechas de las detenciones es posible que tanto su abuelo Santos como el de José María González, de Torralba de Calatrava, fueran detenidos a la vez, enviados al penal en la misma remesa de presos y muertos el mismo año 1941. “Mi padre dice que cuando detuvieron a mi abuelo se llevaron también a otros dos de Torralba”, aclara.
Un 14 de abril muy especial
José María González, presidente y fundador de la asociación que ha logrado exhumar a 114 de los 150 presos muertos por la dura vida en el penal (estuvo abierto de 1938 a 1943), ha tenido este sábado 14 de abril palabras de reconocimiento para su abuelo torralbeño. “Hoy 14 de abril es su aniversario. Este mismo día de 1891 nacía en Torralba de Calatrava y tal día como hoy, en 1941 fallecía en una prisión a cientos de kilómetros de su casa”, ha explicado.
González también ha podido dignificar la memoria de su abuelo, al que pudo enterrar tras su identificación en el mes de junio del año pasado, “junto a mi padre que fue el artífice de que todos los años podamos reunirnos en este lugar, Valdenoceda”.
José María González también nació en Torralba pero con 3 años emigró con su familia a al País Vasco (vive en Amorebieta, Vizcaya).
Las exhumaciones, en 2007
Las exhumaciones de represaliados en Valdenoceda comenzaron en febrero de 2007 a cargo de un grupo de antropólogos pertenecientes a la Sociedad de Ciencias Aranzadi y al Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid. Desenterraron 114 cuerpos e hicieron un primer estudio de los restos.
La identificación
El estudio antropológico ha permitido conocer la edad, estatura, señas particulares, condiciones de vida, y aproximación a la causa de la muerte, lo que sumado a la comparación entre el orden espacial de los enterramientos y la sucesión cronológica de los fallecimientos de los presos (se cree que durante una larga temporada los presos eran enterrados en orden cronológico, uno a uno) ha permitido la identificación de algunos restos.
Con la entrega de los restos identificados de este año ya son 65 los restos que la asociación ha identificado desde que inició este trabajo, en 2010.
Se busca a la familia de Antonio Bailón
Además de los restos de Santos Merino este sábado se han entregado los restos de otros represaliados naturales de Colmenar Viejo (Madrid ) y Cuéllar (Segovia). Queda pendiente de localizar a algún familiar del manzanareño Antonio Bailón Cuadrado, hijo de Antonio y Ana María, jornalero de profesión y casado con Ángela Torres. En el momento de su muerte tenía 61 años y había nacido el 11 de julio de 1879 en Manzanares. Murió en Valdenoceda oficialmente de “diarrea senil” el 28 de marzo de 1941. La asociación está difundiendo esta información para tratar de localizar a algún familiar.