El equipo arqueológico dirigido por Manuel Retuerce, de la Universidad Complutense de Madrid, y Miguel Ángel Hervás, que lleva trabajando en las excavaciones de la fortaleza de Calatrava la Vieja de Carrión de Calatrava desde el año 1984, ha logrado desenterrar más de 20.000 objetos metálicos, de los que 1.605, por ejemplo, son elementos arrojadizos.
Así se desprende del Trabajo de Fin de Máster (junio de 2018) presentado por el historiador Alejandro Floristán, defendido en la Universidad de Alicante, y que este viernes se ha hecho eco de él el Diario El País a través de un reportaje.
17 días antes de la histórica batalla de las Navas de Tolosa, que cambió el transcurso histórico de la Península Ibérica poniendo fin al poder musulmán en el centro peninsular, las tropas cristianas tomaron la ciudad fortificada de Calatrava, la cual contaba con 44 torres, sólidas murallas y un foso alimentado con un ingenioso sistema hidráulico. Las armas empleadas para tomar Calatrava han ido emergiendo a lo largo de 34 años de excavaciones y, actualmente, a Calatrava la Vieja se la considera ya como “el mayor arsenal encontrado en un yacimiento medieval de la Península Ibérica”.
Espadas, ballestas, flechas, dardos, saetas, azagayas, virotes, puntas de lanza y hasta abrojos, las piezas metálicas que se lanzaban a las pezuñas de los caballos, es lo que han ido encontrando los arqueólogos que han trabajado durante 34 años en desenterrar todas estas piezas.
Calatrava la Vieja, una ciudad fortificada que llegaría a albergar a unas 4.000 personas, fue edificada por el emirato omeya en torno al año 785 con el nombre de Qal’at Rabah. La conformaban un alcázar, una medina de cuatro hectáreas, arrabales (con industria alfarera), torres pentagonales, albarranas, puertas en codo, foso y un sistema hidráulico que lo alimentaba. Un fortín protegido por el río Guadiana y el arroyo Valdecañas, y erigido sobre una colina, que había sido ocupada previamente antes por los íberos.
El reportaje de El País señala que el estudio de Floristán destaca la importancia de los hallazgos armamentísticos porque esta rama de la arqueología no está tan desarrollada en España. Este mismo estudio indica que la toma de Calatrava, según la ubicación de las armas halladas tanto dentro como fuera de la ciudad, “se llevó a cabo mediante un triple ataque con el empleo de tres cuerpos de arqueros cristianos de manera simultánea para impedir a los defensores concentrar sus fuerzas en un único lugar”. Los arqueros “actuaban en superficie, lanzando “andanadas de flechas” para eliminar o debilitar al enemigo. Posteriormente, los ballesteros, que necesitaban más tiempo para cargar sus armas, disparaban con mayor precisión a los asediados. Se empleaban también flechas “emponzoñadas” e “incendiarias”, recubiertas de estopa para provocar que las llamas devorasen el objetivo.