Desde que el gran Miguel de Cervantes decidiera regalar al mundo su obra más importante, no existen dudas de que su protagonista, Don Quijote, el personaje más universal de la literatura española, ha sido el mayor embajador que La Mancha ha tenido, tiene y, probablemente, seguirá teniendo en mucho tiempo. Conscientes de ello, a lo largo de los últimos 20-30 años, las Administraciones públicas manchegas, ya sean ayuntamientos, diputaciones o la propia JCCM, han apostado por esta figura literaria para promocionar y poner en valor, de una manera u otra, la región. Sin embargo, hubo un pionero en todo esto cien años atrás. Su nombre es Cipriano Salvador Gijón (1894) y aunque nacido en Pedro Muñoz, desarrolló toda su juventud en Ruidera hasta finales de los años 20, cuando se trasladó a Villanueva de los Infantes para desarrollar la profesión de pintor, escritor y también de maestro.
En 1921, intentando reconstruir los pasajes del Quijote y documentarlos pueblo a pueblo, Cipriano Salvador emprendió viaje por toda La Mancha, libreta en mano, iniciando su ruta en Alcázar de San Juan para interpretar el camino que siguió el ingenioso hidalgo de Cervantes 300 años después. Un viaje que documentó en su libro ‘Es Don Quijote el que guía’, publicado en el 21, y que, ahora, el periodista, historiador y editor, José López Camarillas ha recuperado para reeditarlo 100 años después de su publicación.
El encargado de rescatar el libro señala a Lanza que Cipriano muestra en él su más puro mancheguismo, defendiendo la necesidad de que los manchegos tengan su propia región con entidad propia que les ayude para conquistar el futuro. Un libro que también critica el caciquismo de la época, así como “el paternalismo y la folclorización que existe hacia la gente que vive en el medio rural”.
López Camarillas indica, además, que el libro es “súper actual”, pese a haber sido escrito hace cien años. “Ahora que se habla tanto de la España Vaciada, Cipriano ya hablaba en el libro de los problemas que tiene el mundo rural en temas tan fundamentales como la despoblación y la necesidad de industrializar los pueblos de La Mancha para poner fin a muchos de los problemas que, aún hoy, continúan vigentes”, destaca el editor.
Cipriano Salvador era un estudioso del Quijote y “la intención real y verdadera” de este libro era que sirviese como base para que las Administraciones o la iniciativa privada de la época para explotar a Don Quijote de manera turística y cultural como eje vertebrador de La Mancha. “El Quijote es el hilo conductor del libro, pero lo que se pretendía con él era revitalizar la economía de la zona a través de este personaje de la literatura”, comenta el ‘rescatador’ del libro, quien añade que Cipriano, cien años atrás, ya visualizaba que se podía aprovechar “el poso” que había dejado El Quijote y sirviera para reivindicar lo manchego, aprovechando el patrimonio cultural, histórico e inmaterial de esta tierra.
Ahora, el objetivo que se ha propuesto el ‘rescatador’ de este libro es que la obra de Cipriano pueda llegar a las bibliotecas y librerías de La Mancha. “Es un documento etnográfico muy curioso”, concluye López Camarillas.
Sobre Cipriano
En Lanza ya hablamos hace un año y medio de Cipriano en el artículo: “Cipriano Salvador, el pintor republicano pedroteño y afincado en Infantes, que salvó una pintura del discípulo español de Da Vinci en Almedina“. Un artículo que hablaba sobre el hallazgo realizado también por José López Camarillas, que descubrió que Cipriano logró salvar de la Guerra Civil un cuadro de la primera mitad del siglo XVI, que inicialmente figuraba en el desaparecido retablo de la iglesia de Almedina, y que hoy es una de las joyas que expone el Museo del Prado.