El obispo de la diócesis, Gerardo Melgar, presidió ayer lunes, en la Santa Iglesia Catedral Basílica, la Eucaristía en la Jornada por la Vida, -celebrada desde el eslogan “El amor cuida la vida”-, convocada por la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida, perteneciente a la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, concelebrada con varios sacerdotes pertenecientes a diversas parroquias de la ciudad y el arciprestazgo, -en su mayoría-, y otros procedentes de diversos puntos de nuestra geografía provincial, en la solemnidad de la Encarnación del Hijo de Dios en el seno de la Santísima Virgen. Entre los presbíteros presentes estaban el Presidente del Cabildo, Bernardo Torres Escudero, y el Maestro de ceremonias, José Valiente Lendrino.
Es de destacar la peculiaridad de que por primera vez, hasta donde nosotros recordamos, se bendijo, en el templo catedralicio a las madres de familia en estado de gestación.
Homilía
En su homilía el prelado, Melgar Viciosa, comenzó haciéndonos reflexionar sobre los probables sentimientos de María, en el momento de la Anunciación, y que no pudieron ser otros que una profunda alegría, gratitud y disponibilidad ante el Plan de Dios, Padre. Vienen a ser, decía Gerardo Melgar, los sentimientos de las madres, y los padres, que hoy esperan su primer hijo, o uno más en otros casos, es decir, gratitud por el nuevo hijo, sintiéndose agradecidos, alegres y privilegiados por haber sido bendecidos por Dios con el milagro de la maternidad. Es, decía el obispo, una gran responsabilidad la que contraen los padres, la de comprometerse a hacerlos crecer, y ayudarles en ello, cómo persona en todos los aspectos. Ellos dicen sí al Plan de Dios.
El valor de la vida
Hemos de luchar, apuntaba el Pastor de la Diócesis, por el valor de la vida humana y la dignidad de las personas. Concluyó sus palabras pidiendo a la Santísima Virgen que nos ayude en esa labor.
Audiovisual sobre la Jornada
Tras la Eucaristía, en la que una representación de los coros parroquiales de la de Nuestra Señora del Pilar y Santiago, Apóstol, respectivamente animaron a la asamblea, y la hicieron participar, con cantos tales que “Camina, Pueblo de Dios”, “Dios es fiel”, “Te conocimos, Señor”, “Mi alma glorifica al Señor mi Dios”, y otros en momentos cómo la aclamación al Evangelio, el Ofertorio o el Santo, se proyectó un audiovisual sobre le mencionada Jornada por la Vida.